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El OIEA confirma que Irán supera el límite de uranio que le permite almacenar el acuerdo nuclear

Teherán responde así a la decisión de EEUU de abandonar el pacto y reimponerle sanciones

Reactor de la planta nuclear iraní de Busher, a 1.200 kilómetros de Teherán. En vídeo, declaraciones de Mohammad Javad Zarif, ministro de Exteriores iraní.Vídeo: MAJID ASGARIPOUR (afp) / epv (reuters)
Ángeles Espinosa

Irán ha superado este lunes el límite de uranio poco enriquecido (UH6) que el acuerdo nuclear le permite almacenar, según ha informado el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, y confirmado el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). Se trata del primer paso de una serie que Teherán ha anunciado como respuesta a la salida unilateral del mismo por parte de EE. UU.el año pasado. Con esta transgresión la República Islámica busca sobre todo incrementar la presión, más que relanzar su controvertido programa nuclear.

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“Hasta donde sé, Irán ha sobrepasado los 300 kilos de reservas”, respondió Zarif a preguntas de los informadores. Esa cifra es la cantidad máxima de UH6 que se comprometió a almacenar cuando firmó el Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC, nombre oficial del documento) en 2015. “Consideramos que es parte de nuestros derechos bajo el acuerdo nuclear”, añadió.

El ministro se refería al mecanismo de resolución de conflictos previsto en ese pacto que establece que Irán puede suspender parte de sus compromisos si otros signatarios incumplen su parte. Con la decisión de EE. UU. de abandonar el PIAC y reimponer sanciones, Teherán se ha visto privado de los beneficios económicos que se le ofrecieron a cambio de que limitara el alcance de su programa nuclear.

De ahí que algunos observadores duden de si, en ese contexto, la infracción del límite de uranio almacenado constituye una violación del acuerdo. “Es improbable que el asunto de las reservas por sí solo se considere un ‘incumplimiento significativo’ que ponga en marcha [el mecanismo de] resolución de conflictos”, tuiteó Ellie Geranmayeh, experta en Irán del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Vender petróleo

Irán quiere vender petróleo, su principal fuente de ingresos. Mientras eso no sea posible el INSTEX puesto en marcha por los firmantes europeos del acuerdo nuclear “no tendrá ningún sentido”, ha dicho este lunes el ministro iraní del ramo, Bijan Zanganeh, en Viena, donde asiste a una reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). En mayo de 2018, justo antes de la salida de EE. UU. del acuerdo, la República Islámica exportaba 3,8 millones de barriles diarios. Un año después se estima que apenas llega al medio millón. Las sanciones le están empujando al mercado negro, lo que significa a precios de descuento.

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La ONU, el Reino Unido y, sobre todo, Israel han criticado la trasgresión iraní. Sin embargo Rusia, aunque la lamenta, ha dicho que “no hay que exagerar” y el viceministro de Exteriores Serguei Riabkov, citado por France Presse, ha pedido a los europeos que “actúen de forma responsable”. La clave ahora es ver cómo reacciona Estados Unidos, empeñado en forzar a Teherán a renegociar.

Superar los 300 kilos de UH6 es sólo la primera de las medidas con que el régimen iraní intenta presionar al resto de los firmantes del acuerdo (China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania) para que le compensen por la salida unilateral de EE. UU. El presidente Hasan Rohani anunció a principios de mayo que iban a acelerar el enriquecimiento de uranio, dejar de exportar el excedente y, si en 60 días no se les ofrecía una solución al bloqueo comercial y financiero que resulta de las sanciones norteamericanas, empezarían a enriquecer uranio por encima del 3,67 % que les permite el PIAC.

El ultimátum, que los europeos rechazaron, vence el próximo sábado. De dar ese paso, y una vez confirmado por el OIEA, Irán podría ser acusado de violar el acuerdo. El objetivo de dichos límites era alejar la sospecha de que su programa nuclear civil no escondía uno militar, algo que Teherán siempre ha negado, pero de lo que sus vecinos árabes y EE. UU. recelan.

En función de su grado de pureza, el uranio enriquecido sirve tanto de combustible para una central eléctrica nuclear como para un arma atómica. Desde que firmó el PIAC, Irán ha cumplido con sus obligaciones, que incluyen un estricto régimen de vigilancia por parte de los inspectores del OIEA.

Hasta ahora Teherán ha ido midiendo sus pasos a la espera de que los europeos, que criticaron a la decisión de la Casa Blanca de abandonar el pacto, pusieran en marcha un canal financiero al margen del dólar para sortear las sanciones. Sin embargo, aunque los Gobiernos de Londres, París y Berlín han creado un mecanismo llamado INSTEX para permitir el comercio, la amenaza de Washington de sancionar los países que compren petróleo iraní y cerrar su mercado a las empresas que negocien con Teherán limita su alcance a los intercambios humanitarios.

“No es suficiente”, ha reiterado Zarif este lunes en referencia al INSTEX. “Así que la República Islámica de Irán seguirá adelante con sus planes [nucleares] de acuerdo con el plan anunciado de antemano”, añadió.

Los portavoces iraníes insisten en que han mostrado “paciencia estratégica” durante un año y que la actitud de EE. UU. equivale a una “guerra económica”. La Administración Trump, por su parte, considera que el acuerdo alcanzado bajo la presidencia de Barack Obama es incompleto porque no cubre ni las actividades regionales de la República Islámica ni su controvertido programa de misiles. Los europeos comparten esa preocupación, pero estiman que es más útil dialogar que amenazar, y temen que la política de “máxima presión” de Washington hacia Teherán termine desatando una guerra, como se temió hace unos días cuando, a raíz del derribo de un dron estadounidense, Trump estuvo a punto de bombardear Irán.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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