La oposición de Georgia se echa a la calle por la visita de una delegación parlamentaria rusa
Los manifestantes logran la dimisión del jefe del Legislativo mientras la OSCE deplora la "violencia policial", que causó cientos de heridos
Una grave crisis política se ha desatado en Georgia después de que este jueves miles de manifestantes salieran a las calles a protestar contra el Gobierno, por la visita de una delegación rusa al Parlamento georgiano. La oposición llamó a sus seguidores a congregarse frente a la sede del Legislativo mientras calificaban de vergüenza nacional que se hubiera permitido a un ruso sentarse en el sillón de presidente de la Cámara. La concentración degeneró en desórdenes y solo en la madrugada de este viernes las fuerzas del orden han logrado dispersar a los manifestantes, entre los que hubo 160 heridos, además de 80 policías. Pero la tensión persiste, y el presidente Vladímir Putin ha prohibido este viernes a las aerolíneas rusas volar al país a causa de los disturbios.
La Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) "deploró" este viernes la violencia policial en la protesta, en la que también resultaron heridos varios periodistas y trabajadores de medios de comunicación, como un fotógrafo que sufrió once impactos de bala de goma. "El 20 de junio más de 30 trabajadores de diversos medios de comunicación" que cubrían la manifestación resultaron heridos, algunos de gravedad, "principalmente por balas de goma disparadas por la policía antidisturbios", o fueron agredidos, detenidos, o sufrieron daños en sus equipos, denunció la OSCE.
La oposición, que ha llamado a nuevas protestas, ha planteado tres exigencias: la renuncia del presidente del Parlamento, Irakli Kobajidze; la del ministro del Interior, Georgue Gajari, y elecciones anticipadas. La primera ya se ha cumplido: Kobajidze ha renunciado este viernes. El primer ministro, Mamuka Bajtadze, ha declarado por su parte que el Gobierno "no elude responsabilidades" y que exigirá "explicaciones a los funcionarios [policiales] que cometieron los errores que han conducido a esta crisis", pero también anunció que se evaluarán "las acciones irresponsables y violentas de los líderes de la oposición".
En el origen de la protesta está la elección de un legislador de la delegación rusa para presidir una reunión de la Asamblea General Interparlamentaria de cristianos ortodoxos. El diputado en cuestión es el comunista Serguéi Gavrílov, sobre el que algunos medios locales informaron de que había participado en combates al lado de Abjazia, una región autónoma de Georgia en la época soviética. Rusia reconoció la independencia de Abjazia y Osetia del Sur, otra región autónoma de Georgia, en 2008, después de la guerra que estalló entre Moscú y Tbilisi y que a los cinco días finalizó con victoria rusa. Georgia, gobernada en esa época por Mijail Saakashvili, rompió entonces las relaciones diplomáticas con Moscú. De ahí que los diputados de la oposición hayan calificado de insulto a los símbolos patrios el hecho de que Gavrílov, representante del "país ocupante", se sentara en el lugar del presidente del Parlamento.
Gavrílov desmintió las acusaciones y aseguró que nunca ha empuñado las armas y no ha estado en Abjazia desde que esta se declaró independiente.
El expresidente Saakashvili, prófugo en su país y ciudadano ucranio ahora, llamó a la policía a "pasarse al lado el pueblo" y a los partidarios de la oposición a marchar sobre Tbisili para derrocar al Gobierno. Saakashvili calificó al partido en el poder de promoscovita y afirmó que Georgia debe engrosar la fila de países que se han liberado de la influencia rusa.
Ante la crisis desatada, la presidenta del país, Salomé Zurabishvili, interrumpió su visita a Bielorrusia y criticó a quienes propician "la división de la sociedad georgiana", algo que "solo conviene a Rusia", país al que calificó de "nuestro enemigo y ocupante".
Zurabishvili excluyó una posible "unión ortodoxa" entre Tbilisi y Moscú, pues no cree en una alianza con una potencia ocupante. "Su quinta columna puede ser hoy más peligrosa que una agresión abierta. Por ello, la división del país y de la sociedad, el enfrentamiento interno solo convienen a Rusia", afirmó.
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