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China y Brasil reencauzan su relación

Los dos países "deben verse como socios", insta el presidente chino, Xi Jinping, al recibir al vicepresidente brasileño, Hamilton Mourao

Macarena Vidal Liy
Mourao y el vicepresidente chino Wang Qishan, este jueves en Pekín.
Mourao y el vicepresidente chino Wang Qishan, este jueves en Pekín.G. BAKER (AFP)

Con un apretón de manos, el vicepresidente de Brasil, el general Hamilton Mourao, y el presidente chino, Xi Jinping, han reencauzado las relaciones entre los dos países hacia la normalidad. Una normalidad que ambos países necesitan, pese a los comentarios incendiarios del presidente Jair Bolsonaro en la pasada campaña electoral. Brasil, porque China es su socio comercial más importante. China, porque en su incipiente guerra fría con Estados Unidos, que cada vez tiene más frentes abiertos, necesita rodearse de buenos aliados.

En una recepción en el imponente Palacio del Pueblo de Pekín, que el Gobierno chino reserva para los grandes encuentros, Xi declaró a Mourao que “las dos partes deben seguir percibiéndose la una a la otra como socios y oportunidades para su propio desarrollo. Deben respetarse, apoyarse, tener confianza la una en la otra y construir las relaciones China-Brasil como un modelo de solidaridad y cooperación entre países en desarrollo”.

China ha querido tirar la casa por la ventana para recibir a Mourao, un hombre visto en este país como el puente entre el ala dura del Gobierno de Bolsonaro y los empresarios, deseosos de ampliar lazos con Pekín; un representante de la moderación frente al populismo del presidente brasileño.

El protocolo no obligaba a Xi a recibir a un vicepresidente. Pero el jefe de Estado chino quiso tener este gesto de acercamiento en una visita similar, en el ámbito diplomático, al regreso del hijo pródigo, después de que las relaciones quedaran en su peor momento en cuatro décadas después de la elección de Bolsonaro en octubre. Además de Xi, Mourao se ha reunido también con el vicepresidente, Wang Qishan, y los principales líderes chinos, durante una gira de seis días a la potencia asiática.

El miércoles, en un discurso ante empresarios de ambos países en un hotel de Pekín, Mourao aseguró que Brasilia considera “estratégicos” los lazos con China y les concede prioridad. Tras su visita -subrayó- los vínculos entran “en una posición aún más prometedora”.

En la última década China se ha convertido en el principal socio comercial brasileño, con un volumen de intercambio de 98.900 millones de dólares el año pasado. A lo largo de los últimos quince años, China ha invertido cerca de 70.000 millones de dólares en Brasil, según los datos del Ministerio de Economía en Brasilia. La mayor parte se ha dirigido a los sectores de la energía y las infraestructuras. Pero, ante la incertidumbre desatada por los comentarios del entonces candidato presidencial Bolsonaro acerca de que “China está comprando Brasil”, la inversión directa china había caído de los 11.300 millones de dólares de 2017 a 2.800 millones en 2018.

Mourao indicó durante su discurso en Pekín que, además de los campos tradicionales -soja, petróleo-, Brasil tratará de encaminar las inversiones chinas a “sectores de interés”, como la innovación, la ciencia y la tecnología.

No quiso entrar -esas decisiones le corresponderán a Bolsonaro, que tiene previsto viajar a su vez a Pekín en torno a agosto y acoger a Xi durante la visita del presidente chino en noviembre para participar en la cumbre de los BRICS- en los asuntos más delicados de la relación bilateral. Por un lado, si Brasil optará por ceder a los deseos de Estados Unidos y dar pasos para limitar el papel del gigante tecnológico chino Huawei en las redes 5G del país latinoamericano.

 Y por otro, si Brasil quiere sumarse formalmente, mediante un memorando de entendimiento, a la iniciativa china Nueva Ruta de la Seda, la red de infraestructuras con la que Pekín quiere conectarse con el resto del mundo. Hasta ahora, Brasilia se ha resistido a dar un paso que sí han emprendido otros líderes latinoamericanos. Su integración formal representaría un enorme gesto hacia Pekín.

De momento, Brasil ya ha empezado a lanzar señales amistosas al gigante asiático. Esta semana, el Gobierno en Brasilia ha anunciado que retirará su demanda ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra las políticas comerciales chinas sobre el azúcar. También ha expresado su apoyo al candidato chino a encabezar la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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