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La muerte de cuatro jóvenes inocentes a manos de la policía sacude Argentina

Las pruebas periciales revelan que los uniformados dispararon sin motivo contra el auto en el que viajaban tres menores

Federico Rivas Molina
Personal de la Gendarmería realizan pericias sobre el auto en el que viajaban los cuatro jóvenes muertos tras una persecución policial.
Personal de la Gendarmería realizan pericias sobre el auto en el que viajaban los cuatro jóvenes muertos tras una persecución policial.Telam
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San Miguel del Monte llora a sus muertos. El domingo por la noche, tres adolescentes de 13 y 14 años, compañeros de secundario, y un hombre de 22 murieron al estrellar su coche contra el acoplado de un camión que se encontraba estacionado en una calle de este pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires. El auto, un viejo Fiat 147, quedó destrozado, envuelto en una nube de polvo. Sólo sobrevivió una menor de 13 años, que está gravísima. No se trató, sin embargo, de un simple accidente. Las víctimas huían a toda velocidad de una camioneta de la policía. Y bastaron pocas horas para que un hecho delictivo deviniese en crónica política.

La policía inundó los medios de comunicación con la versión de que los jóvenes desobedecieron la voz de alto y escaparon sin control hasta estrellarse. Negaron, además, cualquier tipo de tiroteo. Contaron que ante un pedido de Asuntos Internos entregaron sus armas sin disparar. Todo había sido una tragedia inevitable, culpa de un grupo de sospechosos que se resistió a una detención. Pero la historia armada por la policía duró muy poco. Los “delincuentes” resultaron ser jóvenes conocidos por todos y sin antecedentes.

Un vídeo de seguridad, aportado por la intendencia a los fiscales, mostró cómo un agente asoma por una de las ventanillas de la camioneta policial y apunta con algún tipo de objeto hacia el auto que huye. Las autoridades no creyeron que se tratara de una linterna, como dijeron los tres agentes que estuvieron en el operativo. Tras las autopsias, los forenses encontraron una bala en uno de los menores, y al menos tres agujeros de disparos en los pocos trozos enteros que quedaron del auto. Se supo, entonces, que los chicos huyeron de los disparos, aterrados. Las autoridades han anunciado la detención de siete de los presuntos policías implicados, entre ellos los tres que iban en la camioneta que persiguió a los mejores. 

San Miguel del Monte es una ciudad pequeña, de menos de 20.000 habitantes, donde las casas aún se dejan sin llave y los vecinos se llaman por su nombre. Las familias suelen pasar las horas de ocio en la laguna que ha convertido a la urbanización en un centro turístico. Ubicada a unos 100 kilómetros de Buenos Aires, es común que los porteños hagan “una escapada a Monte” durante los fines de semana. La muerte de los adolescentes ha sido un golpe muy duro para la comunidad.

Amigos de los adolescentes muertos marchan frente la comisaría de San Miguel del Monte para exigier la detención de los policías,
Amigos de los adolescentes muertos marchan frente la comisaría de San Miguel del Monte para exigier la detención de los policías,Telam

El martes por la noche, decenas de personas apedrearon la comisaría y atacaron a los policías, a los que acusaron de borrar las pruebas de sus fechorías. “Cuando hay un cuerpo tiene que venir el forense y ellos levantaron todo en cinco minutos. Entiéndame lo que han hecho. Tiraban los nenes arriba de la ambulancia, no había ninguno con vida y los levantaron como a los perros. Para las 4 de la mañana no había nada", denunció a los medios locales Juan Carlos Sansone, padre de una de las víctimas, Danilo, de 13 años.

Las versiones de los testigos confirmaron enseguida las hipótesis de las familias de las víctimas. Dijeron que escucharon disparos, que los muertos eran amigos de escuela que solían divertirse en la costanera y que de ninguna manera habían cometido un delito. El fiscal general, Héctor Bogliolo, dio las últimas puntadas contra la mentira policial. Dijo que los adolescentes muertos no mostraron ninguna actitud sospechosa y que antes de la persecución estaban “muy alegres”. “La Policía dice que no respondieron a una voz de alto, pero es probable que si esa voz de alto existió los chicos no hubiesen escuchado nada por la manera en la que estaban cantando". En cualquier caso, que un sospechoso no responda “no amerita el uso de arma de fuego”, advirtió el fiscal.

La policía Bonaerense tiene un triste historial de excesos en el uso de la fuerza. En los años noventa se acuñó la expresión “maldita policía” para referirse a ella. Purga tras purga, todos los gobiernos argentinos desde el regreso de la democracia en 1983 han intentado limpiar una fuerza que hoy tiene 90.000 hombres y que por momentos se vuelve incontrolable. El actual gobierno, liderado por la macrista María Eugenia Vidal, ha apartado desde diciembre de 2015 a más de 12.000 uniformados, 900 de los cuales están detenidos. La violencia es la tercera causa de castigo, por detrás de la corrupción y el abandono de servicio, según las estadísticas de Asuntos Internos de la Bonaerense.

Este año hay elecciones en Argentina y Vidal intentará renovar en el cargo. La respuesta a lo ocurrido en San Miguel del Monte fue tan veloz como lo requerían las circunstancias políticas. El ministro de Seguridad de Buenos Aires, Cristian Ritondo, dijo el jueves en rueda de prensa que los tres policías que se encontraban en la camioneta ya habían sido expulsados y detenidos. Sumó además castigos contra otros nueve uniformados, entre jefes de departamento, comisarios y subcomisarios, es decir contra toda la primera línea que controla el distrito. Rodeada de los vecinos del pueblo, Susana, mamá de Gonzalo Domínguez, otra de las víctimas, proclamó a quien quisiese oírla: “Vieron, teníamos razón, esto fue una masacre contra criaturas de 13 y 14 años”.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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