La sombra del quinto contrincante
El auge del populismo y la extrema derecha marca el debate de los cuatro principales candidatos a las europeas
A tres semanas para las elecciones al Parlamento Europeo, los candidatos de las cuatro grandes familias políticas por fin pudieron este jueves tomarse por primera vez las medidas en un debate para el resto de la campaña. Pero no estaban solos. Desde el primer minuto apareció el quinto contrincante. No tenía un atril asignado en el salón de Villa Salviati, en Florencia, donde discurrió el acto. Ni siquiera tiene un solo rostro. Pero en los 90 minutos de la primera contienda quedó claro que el rival a batir para los cuatro partidos lo constituyen los movimientos populistas y nacionalistas. Y que, paradójicamente, ese oponente también puede estar en casa.
El candidato socialdemócrata, Frans Timmermans, lanzó nada más comenzar el debate un dardo al líder de los populares, Manfred Weber, valiéndose del viaje de este jueves del vicepresidente italiano y líder de la Liga, Matteo Salvini, a Budapest para abordar posibles alianzas con el presidente de Hungría, Viktor Orbán, a quien el Partido Popular Europeo (PPE) eludió echar y acabó suspendiendo. “A finales de este mes, habrá que tomar una decisión crucial sobre la esencia de Europa. Orbán y Salvini ofrecen una Europa de fronteras. Estoy seguro de que hay una mayoría de europeos que quieren una alternativa a eso”, sostuvo Timmermans.
Weber, que en su arranque advirtió de que “el nacionalismo ha vuelto”, no lo pasó por alto cuando tuvo que abordar las migraciones. “[La nuestra] no es la política de Orbán. Está suspendido y no tiene impacto en el PPE”, afirmó. Y contraatacó. “Todos tenemos problemas en nuestros equipos”, afirmó antes de recordarle las posiciones respecto a la inmigración del Gobierno socialista de Eslovaquia.
Apenas diez minutos después de empezar el debate, el populismo ya se había convertido en un arma arrojadiza. Incluso Weber espetó a Ska Keller (Los Verdes) que la formación ecologista en Lituania es “espantosa”. Pero al margen de esas disputas, la lucha contra los movimientos populistas, nacionalistas y de extrema derecha crecientes en casi todos los rincones de Europa —ahora también en España— impregnó todo el debate, que tuvo lugar en el marco del encuentro europeo The State of Union, organizado por el Instituto Universitario Europeo. Estuvo presente cuando se habló de migraciones, pero también cuando se abordó la fiscalidad, la lucha contra el cambio climático o la política exterior y de defensa.
ALDE y Los Verdes aspiran a ser el partido bisagra
Las proyecciones electorales realizadas por el Parlamento Europeo dan un incremento a esos partidos, aunque sin llegar al temido 33% que podría amenazar con bloquear las instituciones. Sí apuntan, en cambio, que populares y socialistas dejarán de sumar por primera vez en 40 años más del 50% de los diputados. Por eso a su lado tenían en el debate a los dos partidos que aspiran a hacer de bisagra: ALDE, representado por Guy Verhofstadt, y Los Verdes.
El debate fue vivo, aunque más allá de las pullas, los candidatos apenas se apartaron del guion. Weber quiso hacer valer su actual posición de parlamentario para legitimar sus aspiraciones a presidir la Comisión Europea. Más incómodo en el terreno medioambiental, puso énfasis en la innovación y apostó por el “sueño” de un ejército europeo.
A Timmermans, muy activo en buscar el cuerpo a cuerpo con Weber, se dirigieron para afearle carencias —o errores— de la actual Comisión, de la cual es vicepresidente. Él se movió más cómodamente en el terreno fiscal con la propuesta de una tasa que grave la actividad de las grandes corporaciones digitales. Verhofstadt criticó de principio a fin la fragmentación de las políticas comunitarias clave, como la de asilo o el mercado único, y la lentitud en la toma de decisiones. Y Keller se centró en las propuestas contra el cambio climático y la lucha contra la evasión fiscal.
En una apacible villa florentina, el debate acabó siendo más vivo que muchas de las grandes contiendas televisivas de los últimos tiempos. Pero a la vez, fue una primera toma de contacto antes del foro de Bruselas en el que se batirán el próximo día 15.
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