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LA BRÚJULA EUROPEA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

No se distraigan con el Brexit: ojo al cinturón explosivo alrededor de Europa

La UE afronta el grave reto de encarar con cohesión y eficacia los conflictos en el Sahel y Libia, la revolución argelina, el golpe en Sudán, el malestar en los Balcanes y un complicado trance político en Ucrania

Decenas de argelinos protestan en Argel contra el nuevo Gobierno interino del país tras la dimisión de Abdelaziz Bouteflika.
Decenas de argelinos protestan en Argel contra el nuevo Gobierno interino del país tras la dimisión de Abdelaziz Bouteflika.MOHAMED MESSARA (EFE)
Andrea Rizzi

Mientras el flanco noroccidental –Brexit- casi monopoliza las miradas de la UE desde hace tres años, las nubes se adensan oscuras en sus flancos Sur y Este. El persistente conflicto en el Sahel, la renovada belicosidad en Libia, la revolución argelina de incierto futuro y el golpe en Sudán conforman un escenario explosivo en el Sur. En el Este, múltiples y prolongadas protestas muestran el descontento de los ciudadanos balcánicos, mientras Ucrania afronta un trance político lleno de incógnitas con la posible victoria de un cómico en las presidenciales. La UE no tiene varitas mágicas ante este escenario turbulento y grávido de consecuencias, pero sí capacidad de influencia en su vecindario. Esta se potencia con ideas claras y unidad. Desafortunadamente, en varios frentes se notan titubeos o división. A continuación, una sintética radiografía.

FLANCO SUR

Libia. La escalada bélica en Libia vuelve a poner el foco en la división en el seno de la UE en este dossier. Italia y Francia llevan años sumidas en una abierta competencia para liderar la gestión de la crisis. Ambas tienen intereses petroleros en Libia. Roma, antigua metrópolis colonial, ha apostado por el respaldo al Gobierno instalado en Trípoli y concentra sus intereses en la cuestión migratoria y en la región tripolitana. Italia ha sellado opacos acuerdos bilaterales para lograr frenar el flujo migratorio. Sin llegar a romper nunca con la posición común europea, París ha cultivado, en cambio, una fluida relación con el general Hafter al mando en el este del país. Francia observa con mucho interés la región oriental de Cirenaica y la de Fezzan, en el suroeste, por su relevancia en el cuadro estratégico de la colindante región del Sahel, donde París tiene una operación militar antiterrorista desplegada desde 2013. En este frente la UE ha sido ineficaz, y sus fricciones internas son patentes incluso en estas dramáticas horas, como ha demostrado la complicada gestación de un simple comunicado común sobre la ofensiva de Hafter.

Sahel. Esta región es fuente de inquietud para Europa. Los múltiples conflictos sobrepuestos, de carácter terrorista o tribal, causan terribles daños a los civiles y provocan grandes movimientos poblacionales. En lugar de amainar, parecen cobrar intensidad. Según los datos del centro de investigación The Armed Conflict Location & Event Data (ACLED), en la región fueron asesinadas entre noviembre de 2018 y marzo de este año 4.776 personas, un 46% más que en el mismo periodo del año anterior. La ONU estima que solo en Malí hay 260.000 desplazados internos y tres millones de personas necesitadas de asistencia. Francia mantiene unos 4.500 militares desplegados en la zona, y cuenta con el apoyo logístico de Alemania, Reino Unido y España. Pero este es muy limitado. En este apartado, la UE ha incrementado paulatinamente su implicación, contribuye a impulsar el desarrollo de los marcos legales e institucionales de los países de la región  y ha profundizado su presencia política y diplomática. Pero claramente está lejos de propiciar soluciones eficaces ydefinitivas.

Argelia y Sudán. Los terremotos políticos en estos dos países son seísmos de primera magnitud por el tamaño y la relevancia estratégica de ambos. En estos novedosos frentes, la UE tiene el gran reto de articular con rapidez posiciones comunes que, sin injerencias, propicien transiciones pacíficas hacia horizontes democráticos.

FLANCO ESTE

Balcanes. La UE también debería observar con atención las múltiples y persistentes protestas que han agitado varios países de la tierra de la sangre y la miel. Se trata obviamente de un desafío mucho menos intenso y explosivo del que presenta el flanco sur, pero no por ello despreciable. Las protestas, igual que el constante goteo migratorio, reflejan la honda insatisfacción de muchos eslavos del sur ante las situaciones político/económicas en las que viven. La UE se mantiene sustancialmente unida en una posición que busca amarrar estos países a su órbita, ralentizando sin embargo todo lo posible su entrada en el club. La fatiga de ampliación es bastante generalizada entre los Veintisiete. Sin embargo, detrás de esa posición común, hay diferentes sensibilidades, con Berlín aparentemente más propensa a privilegiar el interés estratégico en cuanto estos países alcancen estándares aceptables, y otros países que se muestran más consistentemente fríos y reacios a ello, entre ellos Francia y Holanda. La UE debe cuidar bien sus pasos para que no se vaya alimentando una bolsa de frustración y resentimiento en la panza balcánica fuera de su perímetro, que agrupa ahora a seis países y unos 18 millones de habitantes.

Ucrania. La crisis ucrania anda camino de convertirse en otro conflicto congelado que se enquista como un tumor en el espacio post-soviético a las puertas de la UE. Pero no es sabio descartar rebrotes. El cómico Volodymyr Zelenskiy, una incógnita política absoluta, tiene claras posibilidades de ganar la presidencia en la segunda ronda de elecciones prevista para el 21 de abril. Zelenskiy viajó este viernes a París precisamente para intentar a darse a conocer mejor y explicar sus planes. Su contrincante, el presidente saliente Petro Poroshenko, también está de gira en Europa. Así que por un lado puede haber un viraje poco previsible en Kiev. Por el otro, un Vladímir Putin teóricamente en su último mandato con menguantes índices de popularidad en Moscú completa un escenario que aconseja no descartar nada. Recientes incidentes en el Mar Negro subrayan la volatilidad. En todo este dossier, la UE sí ha mantenido una apreciable unidad a lo largo de los años, con cohesión en materia de sanciones a Moscú que sin duda han sido un factor de contención. Pero el riesgo de fractura es elevado. Italia, en primer lugar, y otros, anhelan salir de la lógica de las sanciones a Rusia.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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