Gaza: el regalo envenenado del Golán
Netanyahu ha intentado evitar a toda costa que el conflicto de la Franja palestina se colara en la campaña electoral
El boato de la ceremonia en la Casa Blanca para impulsar la declinante campaña electoral de Benjamín Netanyahu se vio empañado ayer por las imágenes de los escombros de una vivienda al noreste de Tel Aviv, cuyos siete habitantes resultaron heridos por un cohete disparado desde la Franja de Gaza, 120 kilómetros al sur. Con semblante sonriente, el primer ministro agradeció en Washington el regalo recibido de manos del presidente Donald Trump: el reconocimiento de la soberanía israelí sobre los Altos del Golán. Acababa de anunciar su inmediato regreso a Israel, donde los alcaldes ya habían abierto al público los refugios antibombardeos.
Netanyahu ha mantenido una estrategia de contención en Gaza pese a los sucesivos lanzamientos de proyectiles desde el enclave costero registrados desde mediados del año pasado. A ningún precio estaba dispuesto a reeditar un conflicto armado con Hamás y las milicias palestinas en vísperas de unas elecciones, como ya le ocurrió en 2012 (Operación Pilar Defensivo).
El jefe del Gobierno aceptó las mediaciones emprendidas por Egipto y la ONU para garantizar el alto el fuego y permitió que Qatar entregara decenas de millones de dólares para aplacar la miseria de la población y pagar sueldos atrasados a los funcionarios gazatíes. Los bombardeos de represalia contra objetivos de Hamás han sido precisos a fin de no causar víctimas civiles y evitar escaladas bélicas sin control. Quedan solo dos semanas para las legislativas cuando Netanyahu se dispone a ordenar la mayor operación militar en Gaza desde el verano de 2014 (Operación Margen Protector).
Los candidatos de la oposición le acusan en plena campaña de no haber sabido garantizar la seguridad de los ciudadanos, mientras el eco de las sirenas de alarma se ha escuchado ya dos veces en 10 días en el área metropolitana de Tel Aviv. A la cabeza de sus rivales políticos se encuentra precisamente el líder centrista Benny Gantz, el general que dirigió las Fuerzas Armadas mientras se libró, hace casi cinco años, la tercera guerra que Gaza ha sufrido en el último decenio.
Hamás, que gobierna de facto en Gaza desde 2007, tras expulsar del poder por la fuerza a la Autoridad Palestina del presidente Mahmud Abbas, ha irrumpido de nuevo con sus cohetes en la campaña israelí. A los dirigentes islamistas, que han reprimido con brutalidad la semana pasada las mayores manifestaciones de descontento social en la Franja, no les viene mal que un conflicto controlado desvíe la atención de los gazatíes.
De vuelta a casa con un certificado de reconocimiento de soberanía sobre el Golán, expedido por Trump pero ignorado por la comunidad internacional, a Netanyahu también parece convenirle que los israelíes miren al cielo, con un ojo puesto en los refugios, en lugar de seguir las noticias sobre el cuarto caso de corrupción que le salpica. Varios de sus colaboradores más estrechos han sido imputados ya por el fiscal general por el cobro de comisiones millonarias en la compra de submarinos alemanes para la Armada.
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