Ousmane Sonko, el ‘outsider’ que desafía a la vieja política en Senegal
El candidato de 44 años emerge en la campaña con un discurso trufado de orgullo patriótico que galvaniza a los jóvenes
Senegal celebra este domingo algo más que unas elecciones presidenciales. Dos modelos de país se enfrentan en las urnas en una suerte de pugna que no es ajena a lo sucedido en otros países del mundo. Por un lado, la estabilidad política y económica que representa el actual presidente Macky Sall, quien sin embargo ha perdido parte de su popularidad en sus siete años en el poder. Por otro lado, el candidato revelación, un diputado de 44 años llamado Ousmane Sonko que entusiasma a los jóvenes con un discurso de ruptura con la clase política tradicional. Equidistante entre ambos, un renacido Idrissa Seck con el que nadie contaba y que ha logrado colarse en la quiniela de aspirantes.
Hace apenas unos meses pocos analistas tenían dudas respecto al resultado de estas elecciones, que se presentaban como un paseo triunfal para Sall, apoyado por una poderosa estructura política, con sus principales rivales, Khalifa Sall y Karim Wade, excluidos de la carrera por sus condenas judiciales y con un notable balance de gestión, sobre todo en construcción de nuevas infraestructuras y datos macroeconómicos. Sin embargo, a pocos días de los comicios ya nadie parece tenerlo tan claro. Sall sigue siendo el favorito, pero en un escenario más incierto.
Buena parte de esa incertidumbre tiene que ver con Ousmane Sonko y su planificada campaña. Sus mítines son multitudinarios y fervorosos. Miles de jóvenes entusiastas siguen sus palabras a través de la radio, la prensa, las redes sociales. Su discurso conecta con las clases medias y los desempleados, pero también con una parte de la izquierda desencantada con la vieja política. Ha prometido sacar a Senegal del franco CFA, una moneda heredada del colonialismo que comparte con otros siete países, renegociar los contratos firmados entre el Gobierno y empresas extranjeras, privilegiando a compañías nacionales, descentralizar el país y crear empleo para los jóvenes parados.
“Voy a votar a Sonko por la misma razón que voté a Macky Sall en 2012, porque representa la ruptura”. Badiane, un joven emprendedor que ha creado una empresa de limpieza, camina por las callejuelas del barrio de pescadores de Guet Ndar, en la ciudad norteña de Saint Louis, mientras explica las razones de su atracción por el joven candidato. “Los políticos de toda la vida usan el dinero del Estado en su propio beneficio; Sonko ha prometido acabar con la caja B, con él habrá transparencia. Eso ha dicho”. Ali, empresario de transportes procedente de Louga, pone el acento en el centralismo. “Sall ha construido muchas cosas, pero casi todas en Dakar, ¿para qué quiero yo un palacio de Deportes si no llego a fin de mes?”, se pregunta.
La atracción por Sonko es reciente. Natural de Thiés pero criado en Casamance, en 2002 se convirtió en funcionario del Estado como inspector de Aduanas, un sueño para miles de jóvenes sin expectativas. Pero para él no era suficiente. Ambicioso y rebelde, pronto destacó por su labor sindical, el paso previo a la creación de su propio partido político, Patriotas de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad (Pastef). Sin embargo, su salto a la fama le llega en 2016 con la publicación del libro Petróleo y gas en Senegal, crónica de un expolio en el que acusa a Macky Sall y su hermano Alioune de corrupción y “violación de la Constitución”. Pierde su trabajo ipso facto por “incumplimiento de su deber de reserva”.
Su discurso conecta con las clases medias y los desempleados, pero también con una parte de la izquierda desencantada con la vieja política
“Es alguien que no tiene miedo a decir las cosas”, explica Saliou Sarr, artista y activista, “es un líder desacomplejado de los que tanto necesita África, es un nuevo lenguaje, la esperanza de cambiar”. En 2017, Sonko obtiene su primera victoria política al convertirse en diputado con el 1% de los votos en los comicios legislativos, alcanzando una tribuna pública desde la que seguir fustigando a “la clase política tradicional”. La exclusión de la carrera presidencial de Karim Wade y Khalifa Sall, los dos principales rivales del presidente Sall, le dejan el suficiente espacio y su crecimiento ha sido fulgurante.
Sin embargo, su discurso un tanto radical, trufado de orgullo patriótico, anticolonialista y con aires populistas también puede ser su propio enemigo. En un intento de ampliar su base electoral hizo una maniobra que le puede costar cara, un intento de aproximación al expresidente Abdoulaye Wade, quizás uno de los mejores representantes de esa vieja política que tanto asegura combatir. El viejo Gorgui, sin embargo, rechazó la alianza, consciente de que la figura emergente del joven funcionario de Aduanas ha venido para quedarse y que puede ser el gran rival de futuro.
La mejor prueba de que Sonko inquieta a quienes hoy ostentan el poder es que las principales campañas mediáticas han surgido en su contra, acusándole sin pruebas concretas de financiaciones extrañas e incluso de islamismo radical. Pero hay un tercer elemento en la ecuación. El ex primer ministro Idrissa Seck, eterno y fallido aspirante a la Presidencia desde 2007, sí ha logrado forjar una serie de alianzas que le pueden aupar a una posición de privilegio, entre ellas la del encarcelado Khalifa Sall. La gran clave de estos comicios se resolverá pronto. Si Macky Sall logra, como prevé, una victoria en primera vuelta ya no habrá más partido. Si, como creen sus rivales, el presidente no alcanza el 50% de los votos y se fuerza un segundo round, la historia está lejos de haberse escrito.
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