La retirada de las tropas de EE UU amenaza con crear un nuevo vacío de poder en Siria
Turquía teme ventajas para Irán y los kurdos se sienten desprotegidos
La retirada norteamericana de las tropas desplegadas en Siria anunciadas este miércoles abre numerosas incógnitas en un tablero donde combaten media docena de actores regionales e internacionales. Los primeros afectados serían, según los expertos, las milicias kurdas, hasta hoy punta de lanza en la ofensiva terrestre estadounidense contra el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas inglesas). “Si la retirada solo incumbe a los efectivos en tierra pero se mantiene el apoyo aéreo, las milicias kurdas aún pueden seguir operando. De lo contrario, los kurdos optarán por negociar con Damasco antes que hacerlo con los turcos”, valora en conversación telefónica desde Estambul el experto Aron Lund. Un escenario que daría al Gobierno del presidente sirio, Bachar el Asad, el control sobre el 95% del territorio nacional y frenaría toda ambición independentista kurda.
Ankara sería una de las principales beneficiadas, tras anunciar esta semana una inminente ofensiva contra las fuerzas kurdas a la orilla este del Éufrates, con el beneplácito de EE UU. Turquía considera un grupo terrorista a las milicias kurdas en Siria debido a sus lazos con el PKK (Partido de Trabajadores del Kurdistán) turco, que figura en la lista de organizaciones terroristas de EE UU y la UE. Una ecuación que ha puesto a la Administración norteamericana contra las cuerdas al verse obligada a elegir entre un aliado coyuntural como los kurdos y un aliado miembro de la OTAN, Turquía.
Israel es otro de los actores más afectados por la retirada norteamericana. “Esta es, por supuesto, la decisión de Estados Unidos, pero en cualquier caso sabremos proteger la seguridad de Israel y defendernos”, declaró ayer el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. Durante los últimos siete años y medio de guerra, Israel ha lanzado unos 200 ataques aéreos contra objetivos iraníes y contra el partido-milicia Hezbolá, aliado de Teherán, en suelo sirio. “No es la primera vez que Trump anuncia una retirada, por lo que hemos de esperar a ver la reacción del Pentágono, donde son más reacios a una apresurada salida que deje el campo libre a los iraníes”, valora el analista Lund.
Siria se ha convertido en un tablero para contrarrestar no solo al Gobierno de Bachar el Asad sino a Irán y Rusia, ambos archienemigos del campo republicano. Una retirada de EE UU beneficiaría a Moscú, igualmente aliado de Israel, y hoy principal mediador en Siria, además de respaldo de Damasco. El Gobierno sirio ha llamado en numerosas ocasiones a una inmediata retirada de las tropas de “ocupación norteamericana” de su territorio.
Sin embargo, una retirada de la coalición haría recaer en Moscú y Damasco la responsabilidad de acabar con los aproximadamente 5.000 combatientes del ISIS que se calcula siguen atrincherados en la ribera este del Éufrates, una zona donde se concentran los mayores yacimientos de crudo del país.
Mientras la coalición dice haber liberado a 7,7 millones de personas del yugo del ISIS y reducido su territorio en un 99%, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una ONG con base en Londres y observadores en el terreno, asegura que en enero pasado el ISIS había ampliado su control hasta unas 110 ciudades y poblados en Siria. Al sur del Éufrates, milicianos aliados del Ejército sirio que combaten bajo el amparo de la aviación rusa y combatientes kurdos aseguran que hay entre 6.000 y 10.000 combatientes del ISIS (entre ellos al menos 2.000 extranjeros)
