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“Duque perdió su oportunidad con la consulta anticorrupción”

La senadora Angélica Lozano propone una comisión internacional contra la corrupción en Colombia

Santiago Torrado
Angélica Lozano, senadora del partido Alianza Verde.
Angélica Lozano, senadora del partido Alianza Verde.Camilo Rozo

Angélica Lozano (Bogotá, 1975), en su segundo periodo en el Congreso de la República, antes como representante y desde este año como senadora, ha vinculado su nombre a la bandera de la lucha contra la corrupción en Colombia. Junto con Claudia López, su compañera en el partido Alianza Verde, idearon y promovieron la llamada consulta anticorrupción, que pese a lograr más de once millones de votos en agosto no pasó el umbral necesario para ser aprobada. Sus siete propuestas quedaron en manos del congreso y del presidente Iván Duque, que se comprometió a respaldar esa agenda.

Cuando todavía era estudiante de Derecho, Lozano, que se define como una ciudadana que hace política, se comenzó a involucrar en la vida pública al participar en las marchas contra el expresidente Ernesto Samper (1994-1998) durante el llamado proceso 8.000, en el que se investigaba la campaña del mandatario por haber recibido dineros del narcotráfico. Desde el legislativo se ha convertido en una de las voces más críticas contra el fiscal general, Néstor Humberto Martínez, por la controversia que rodea la investigación del caso Odebrecht. El pasado miércoles, al día siguiente del debate parlamentario sobre esa trama que se prolongó hasta cerca de la medianoche, y durante una nueva jornada de marchas de estudiantes y sindicatos, atendió a EL PAÍS en su apartamento en el tradicional barrio de Chapinero.

Pregunta. ¿En que van las propuestas de la consulta anticorrupción?

Respuesta. En el periodo pasado, presentamos ocho veces estos proyectos de ley, y las ocho veces los hundieron. Ante esa negativa, que es el escenario natural del Congreso para hacer ajustes legales y normativos, optamos por el ‘plan B’. Por eso surgió toda esta movilización, que arrancamos en enero de 2017. Ya vamos a cumplir dos años en estas. Tras esa votación histórica, llegamos al gran pacto de la Casa de Nariño, con todas las fuerzas políticas construimos los proyectos y el compromiso del presidente fue: “lo construimos entre todos y lo radico con mensaje de urgencia”. Solo él puede darle el mensaje de urgencia, un turbo en la velocidad de la aprobación. Ese mensaje de urgencia llegó 51 días tarde. El grueso de los proyectos está retrasado por esa razón. El presidente Duque le dio el mismo apoyo a la consulta antes de ser votada que después de ser votada. Es decir, solo de palabra, de discurso. Él, que se posesionó sin agenda política, sin norte, encontró aquí la primera tabla. Perdió su oportunidad.

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P. ¿Qué conclusiones se pueden sacar de los primeros cien días de Duque?

R. Ojalá que el saldo pedagógico del periodo Duque sea que no hay que votar por el que diga otro, no hay que comerle cuento al marketing. Lo dijimos hasta la saciedad, la experiencia laboral del presidente es haber coordinado siete personas a su mando -la unidad de trabajo legislativo- para manejar un país de esta dimensión. En los primeros cien días se refleja la improvisación, la falta de visión de país. El proyecto político que lidera y que lo eligió se chocó con la realidad, porque su visión de país era tener el enemigo de la guerra y de las FARC, y eso se desvaneció. El proyecto del Centro Democrático ha sido el del pasado, el de [Álvaro] Uribe, pero ya no tiene el enemigo natural que eran las FARC. Uribe, gústenos o no, tenía la seguridad democrática. Santos tenía el acuerdo de paz. El presidente Duque no tiene contenido, ni visión, ni agenda.

P. ¿Cómo se entiende el auge de las marchas y la protesta social?

R. Los resultados electorales de primera y segunda vuelta, y la cereza de la consulta anticorrupción, reflejan el cambio ciudadano que estamos viviendo. Superada la firma del acuerdo de paz se destapó un conducto de reclamos ciudadanos, y de agenda, más allá de la negociación, o de las FARC. Los problemas son los que están saliendo: la corrupción, la salud, el acceso a educación, los pensionados. Están saliendo con una movilización social espontanea, genuina, a la que se articulan organizaciones, los sindicatos, pero a esos muchachos no los maneja nadie, salieron solitos y han logrado movilizar al país. La gente está perdiendo el miedo. Es una etapa de transición la que vivimos en Colombia. El cambio es imparable, y a este establecimiento se le está yendo de las manos.

 P. ¿Por qué es tan crítica con el fiscal Néstor Humberto Martínez?

 R. Es un hombre muy inteligente de una trayectoria muy larga, muy seria, ha ocupado cargos en los que no desconozco su formación, pero tiene tal cantidad de conflictos de interés económico y político que es imposible para ejercer ese cargo. Si usted ha sido un litigante de los mega ricos de este país, no es penalista y además tiene candidato y partido político, pues es la tormenta perfecta para una institución con la que realmente da pánico controvertir. Nosotros estamos evidenciando los conflictos de interés público que omitieron todos. Lo ternaron, lo eligieron y aquí estamos. En el Congreso con su arrogancia nos amenazó, y reconoció seguimientos a opositores y periodistas.

 P. Usted ha pedido una comisión internacional contra la corrupción en Colombia, a semejanza de la que opera en Guatemala. ¿Podría explicar esa propuesta?

R. Esas comisiones institucionales han existido, unas con más éxito que otras, y nos parece una salida razonable y realista por el bloqueo institucional. Los acuerdos que ha suscrito Colombia con Naciones Unidas, y también con la OEA, permiten un acuerdo de este tipo. Solo lo puede pedir el presidente. Tendría un mandato temporal. Dos años me parece razonable. Es una comisión de expertos, técnicos, científicos. El caso de Ayotzinapa, donde hubo colombianos, muestra el contraste con las investigaciones locales. Es la única oportunidad que tenemos de avanzar.

 P. ¿Qué temas abarcaría?

R. Todo lo de Odebrecht. No pretendo que sea para todos los fenómenos de corrupción. Es razonable con un objetivo puntual. Esto es un crimen trasnacional de altísimo calado, pero es lo suficientemente acotado para hacerlo viable, y dejaría una experiencia positiva que podría dinamizar y generar un espejo para otros procesos.

P. ¿Debe renunciar el fiscal?

R. Sí creo que debe renunciar. Creo que Juan Manuel Santos es el responsable máximo, porque es quien lo ternó, con pleno conocimiento de los conflictos de interés económico que acompañan a Néstor Humberto Martínez. Nunca lo debió ternar.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.

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