La crisis entre Ucrania y Rusia pone a prueba la unidad de la UE
Italia lidera la iniciativa para relajar las sanciones a Moscú por la anexión de Crimea, mientras países como Polonia piden mano dura
La escalada de tensión entre Ucrania y Rusia ha sorprendido a la UE en plena revisión de sus relaciones con el Kremlin, tras más de cuatro años de desencuentros y enfrentamientos. El apresamiento de una flotilla militar ucrania por Rusia el pasado domingo en el estrecho de Kerch (Crimea) ha complicado la estrategia de la UE, que intentaba buscar un equilibrio entre la negativa a reconocer la anexión de Crimea por Moscú —materializada en 2014— y la necesidad de convivir con un vecino como Rusia. Italia lidera la iniciativa para relajar las sanciones, mientras otros países como Polonia piden mano dura.
Austria, que preside durante este semestre la UE, no descarta que en la última cumbre europea del año (prevista para el 13 y 14 de diciembre) se debata sobre una posible ampliación de las sanciones a Moscú, impuestas tras la anexión de Crimea en 2014, y cuyo capítulo económico expira el 31 de enero de 2019.
Algunos socios comunitarios, como Italia, defienden desde hace meses la relajación de las represalias. Desde su llegada al poder la primavera pasada, el vicepresidente del Gobierno italiano, Matteo Salvini, defiende suspender estas medidas, que incluyen la prohibición de exportaciones a Rusia de bienes de doble uso (aquellos que pueden destinarse a usos tanto civiles como militares), la restricción de acceso a tecnologías relacionadas con la industria petrolífera o las limitaciones de crédito a las entidades financieras rusas. En junio pasado, la última vez que se renovaron, Roma amagó con impedirlo, pero acabó cediendo.
La demanda del Gobierno italiano, que lleva meses intentado promover un acercamiento al Kremlin para favorecer sus intereses económicos, podría volver a quedar desbaratada tras la nueva crisis abierta entre el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, y el de Rusia, Vladimir Putin. Este choque ya ha sido objeto de análisis en dos reuniones del Comité de Política y Seguridad de la UE, este martes y el lunes. Las citas han evidenciado las sensibilidades presentes en el club europeo, con Polonia al frente de los países partidarios de castigar de manera inmediata las acciones de Rusia contra Ucrania, e Italia entre los que encabezan las llamadas a la contención.
La posibilidad de nuevas sanciones ha planeado sobre estos encuentros, pero el equipo de Federica Mogherini, alta representante de Política Exterior de la UE, ha recordado que “deben aprobarse por unanimidad”. Un consenso que parece lejos de alcanzarse.
Alemania se mantiene por ahora en las peticiones de “distensión y diálogo”. La canciller alemana, Angela Merkel, que dispone de canales de comunicación muy fluidos tanto con Moscú como con Kiev, llamó este martes a Putin y a Poroshenko para instarles a mantener la situación bajo control. Berlín y París han cargado contra Moscú a nivel diplomático, pero excluyen de momento la adopción de nuevas sanciones contra Rusia.
En la misma línea de prudencia se ha mantenido la alta representante de Política Exterior de la UE. Mogherini ha calificado como “inaceptable” lo ocurrido en el mar de Azov, pero ha pedido “contención” a ambas partes. Tras la reunión del Comité de Política y Seguridad de la UE, el departamento de Mogherini consideró “imperioso que se produzca una desescalada inmediata”. Y pidió a Moscú que despeje el paso en el estrecho de Kerch y que libere los tres barcos ucranios apresados.
Tensión bélica
El incidente en el mar de Azov ha reavivado la tensión bélica en el Este europeo. El Parlamento ucranio proclamó el lunes la ley marcial durante un mes en 10 regiones del país, las más expuestas a un conflicto con Rusia. Kiev acusa a Moscú de estar preparando una invasión terrestre, mientras el Kremlin sostiene que Ucrania ha provocado este incidente por intereses de política interna. La proclamación del “estado de guerra” puede restarle también apoyos a Poroshenko dentro de un Consejo Europeo donde Putin cuenta con ciertos allegados, como Hungría y Grecia.
La posición de Alemania puede resultar clave. Hasta ahora, Merkel se ha mantenido firme en la renovación de las sanciones económicas, pero al mismo tiempo mantenía su apoyo al proyecto gasístico Nordstream 2, que pretende duplicar las exportaciones de gas ruso hacia Alemania a través del mar Báltico. Ese proyecto, muy criticado por Varsovia y Kiev, ha provocado también las iras del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que acusa a Berlín de canalizar millones de euros hacia las arcas rusas como gran cliente de Gazprom, la compañía gasística controlada por el Kremlin.
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