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Rusia amarra el control de los secesionistas en el Este de Ucrania

Para “legitimar” a los actuales dirigentes de las autodenominadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk (RPD y RPL) Rusia envió a un equipo de expertos para asegurar la reelección de administradores leales

Pilar Bonet
Votantes en la República Popular de Donetsk el 11 de noviembre de 2018.
Votantes en la República Popular de Donetsk el 11 de noviembre de 2018. AP

Con un simulacro de elecciones, el Kremlin puso este domingo a prueba la confianza y capacidad de resistencia de los habitantes de las zonas controladas por los secesionistas prorrusos en el Este de Ucrania. Para “legitimar” a los actuales dirigentes de las autodenominadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk (RPD y RPL) Rusia envió a un equipo de expertos en tecnologías electorales a la región para asegurar la reelección de administradores leales y previsibles.

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De la cita con las urnas se espera que Denís Pushilin sea confirmado al frente de la RPD y Leonid Paséchnik, al frente de la RPL. Con esas siglas se designan sendos fragmentos de las provincias mineras e industriales de Donetsk y Lugansk en los que residen más de 3,5 millones de personas (cerca de 2,3 millones en el primero y 1,4 millones en el segundo, según datos locales).

Tanto Pushilin como Paséchnik asumieron el poder tras turbulentos episodios. Pushilin sustituyó a Alexandr Zajárchenko, que fue asesinado en un café de Donetsk el 31 de agosto pasado, y Paséchnik se hizo con el control en Lugansk tras una pugna interna que culminó con el cese del anterior dirigente, Igor Plotnitski, en noviembre de 2017.

Pushilin fue representante de MMM, la compañía protagonista de la primera gran pirámide financiera del postcomunismo, y después llegó a ser jefe del Parlamento de la RPD. Paséchnik es un general formado en la policía, que trabajó en servicio de seguridad de Ucrania y posteriormente fue ministro de seguridad de la RPL.

Con la confirmación de los dos dirigentes, Moscú trata de incrementar el control administrativo y económico de los territorios secesionistas y se posiciona de cara a la etapa que comenzará después de las elecciones presidenciales ucranias de marzo de 2019. En los medios políticos rusos se espera que los comicios presidenciales de Ucrania se salden con un interlocutor más del gusto del Kremlin que Petró Poroshenko, el actual jefe del Estado. Poroshenko y Vladímir Putin son firmantes de los estancados acuerdos de Minsk, que continúan siendo el único cauce común para los protagonistas en el conflicto, además de Francia, Alemania y la OSCE.

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Para el Kremlin, la “espera de un interlocutor válido” en Kiev puede acabar en decepción, advierten los analistas políticos, pues quienquiera que asuma la presidencia representará a una sociedad que en conjunto se ha alejado de Rusia desde 2014. 

Conversaciones de Minsk

Rusia espoleó inicialmente el separatismo en el Este de Ucrania, pero en la actualidad mantiene a las llamadas repúblicas populares en una especie de limbo, sin propiciar su reintegración a Ucrania, como estipulan los acuerdos de Minsk, y sin osar integrarlas en Rusia, como deseaban los secesionistas locales tras el ejemplo de Crimea. Pese a lo estipulado en Minsk, los secesionistas consideran cortadas sus amarras con Kiev y a ello ha contribuido la política de bloqueo económico practicada por las autoridades de ese país.

De la campaña electoral en la RPD fueron eliminados, con diversos pretextos, los contendientes que hubieran podido hacer sombra a Pushilin, tales como Alexandr Jodakovski, que fue secretario del consejo de Seguridad local, y Pavel Gúborev, un activista muy radical. En el caso de la RPL, los “personajes fuertes” desaparecieron mucho antes y de forma definitiva, víctimas de diversos atentados, siendo Plotnitski el jefe local.

El Kremlin —y en concreto Viacheslav Surkov, consejero del presidente Putin para Ucrania— ha enviado a Donetsk a un equipo dirigido por Dmitri Chaika, un experto en tecnologías políticas, que realiza encargos para la Administración presidencial, señalan fuentes informadas en Moscú. Chaika fue el principal especialista en la elección de Zajárchenko en noviembre de 2014, señalan las fuentes. Otro personaje que actúa en nombre del Kremlin en Donetsk es designado con el apodo de Patriot. Varias fuentes consultadas por teléfono en la RPD desconocen su verdadero nombre. Los expertos enviados por Moscú conversaron con los candidatos a los que se quería convencer de que se retiraran de la liza, señalan fuentes locales bien informadas. Según estas, Patriot podría representar a sectores militares rusos, ya que conversó con los jefes de las milicias de la RPD para que aceptaran a Pushilin, carente de experiencia en el frente.

Ni Kiev ni la Unión Europea reconocen estas elecciones, que consideran contrarias a los acuerdos de Minsk. En Rusia, Alexéi Chesnákov, del centro de coyuntura política, afirmó este domingo que se trata de unos comicios “absolutamente necesarios” para que la RPD y la RPL tengan sus representantes en las conversaciones de Minsk. De cara al público, las elecciones se presentan como un voto a favor de Rusia. “Cuanta más asistencia y más votos haya, más nos escuchará Rusia”, dice una fuente local que no quiere ser identificada. “A ver cuándo Rusia nos acepta por fin”, exclama un periodista local. “No son elecciones. Son un nombramiento de gobernadores, como en las regiones rusas", afirma por teléfono desde Donetsk el periodista ruso Andréi Babitski.

El clima económico se mide por el precio del pollo

P. B

Uno de los principales objetivos de Moscú pasa por racionalizar la economía en los territorios secesionistas y crear un clima favorable. Para ello, el Kremlin confía en el vicejefe del Gobierno, Dmitri Kozak, y colabora con Serguéi Kurchenko, un empresario ucranio que en el pasado fue considerado el "monedero" del presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich (2010-2014). Pero una parte de los prorrusos de Donetsk temen el posible retorno de los funcionarios y oligarcas que formaron el Partido de las Regiones y defendieron los intereses de los sectores rusos en el Parlamento ucranio hasta 2014.
El temor no es baldío. La gestión del ministro de Finanzas bajo el mandato de Alexandr Zajárchenko, Alexandr Timoféiev, alias Tashkent, dejó infausto recuerdo.

Tashkent, explica el periodista Andréi Babitski, “fabricó un monstruo que lo saqueaba todo y que asustó al empresariado” y es ahora cuando se empiezan a desmontar aquellas estructuras. “El índice del nivel de vida es el precio del pollo”, afirma una fuente por teléfono desde Donetsk. “Tras el asesinato de Zajárchenko, el precio se incrementó en un 50%, pero luego se rebajó y hoy es solo un 30% más que entonces”, señala.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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