La resistencia de Italia arroja dudas sobre la operación de la UE en el Mediterráneo
Roma exige que las personas rescatadas en el mar sean distribuidas entre los países comunitarios
La Unión Europea ha dado este martes "otro gran paso para construir nuestra Europa de la Defensa", señaló la Alta Representante de Política Exterior de a UE, Federica Mogherini, tras dos jornadas de reuniones entre los ministros europeos de Exteriores y de Defensa. El salto, que apunta a reforzar las capacidades militares compartidas y la rapidez de despliegue, se vio empañado por el riesgo de colapso de la operación de vigilancia en el Mediterráneo ante la negativa de Italia a aceptar su prórroga en las condiciones actuales.
El vicepresidente del Gobierno italiano, Matteo Salvini, mantiene bloqueada la prolongación la Operación naval Sofia, que desde 2015 ha logrado contener los flujos de migración ilegal en el Mediterráneo central y ha contribuido a formar a la guardia costera de Libia y a mantener el embargo de armas decretado por la ONU contra ese país.
La operación expira el 31 de diciembre y Roma se niega a prolongarla mientras no se garantice que las personas rescatadas por los buques europeos en el Mediterráneo serán distribuidas entre los países participantes.
"Sería una gran pérdida para la seguridad europea", advirtió Mogherini al término de las cumbres ministeriales. Y recordó que Sofia ha logrado reducir en un 85% las llegadas irregulares por la ruta central. Pero la alta representante teme, además, que la suspensión de la operación ponga en entredicho la incipiente política europea de defensa.
Sofia, subraya Mogherini, "ha contribuido a la credibilidad de la defensa europea, porque en un tiempo récord se organizó una operación en la que participan casi todos los Estados miembros, que actúa en un medio complicado y que ha logrado un buen entendimiento con las autoridades locales". "En cierto modo", añade la alta representante, "es un modelo de la defensa europea".
El hundimiento de ese prototipo podría socavar los esfuerzos de la UE por potenciar su ala militar y lograr una independencia estratégica en relación con su tradicional aliado, EE UU, y respecto al marco de la Alianza Atlántica.
Los consejos de Exteriores y Defensa celebrados en Bruselas esta semana han dado un impulso considerable a esa futura autonomía logística y militar del club europeo. Este martes, se ha multiplicado por dos, hasta 34, el número de proyectos de desarrollo conjunto de capacidades militares.
El plan, cerrado tras la evaluación técnica de la Agencia Europea de Defensa, incluye desde la modernización del helicóptero de combate Tiger al desarrollo en el terreno de los drones "de una capacidad militar de soberanía europea" antes de 2025.
Los ministros también han pactado las bases del futuro Fondo de Defensa, que contará con 13.000 millones de euros entre 2021 y 2027 para financiar proyectos en los que participen al menos tres países. Bruselas cree que la integración de los países en la fase de desarrollo de capacidades creará una cultura de colaboración que llevará a una política común de una profundidad desconocida hasta ahora.
La creciente madurez militar de la UE provoca resquemor en EE UU y en la OTAN, donde se teme la aparición de una estructura paralela al margen de la alianza. Mogherini no ha ahorrado esfuerzos para tranquilizar al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que este martes asistió a parte de la reunión europea.
"No hubiéramos podido avanzar en todo esto sin el gran apoyo y la colaboración de la OTAN", agradeció Mogherini la presencia de Stoltenberg. Y le recordó que "al fortalecer la defensa europea estamos fortaleciendo de una manera sin precedentes nuestra cooperación con la OTAN".
El secretario general de la Alianza salió al paso, sin embargo, de las últimas proclamas que desde Berlín a París hablan de la creación de un ejército europeo. "Lo que Europa necesita es más inversión en defensa, capacidades más potentes y también necesitamos un reparto de la carga más justo en la Alianza", señaló Stoltenberg, haciéndose eco, en parte, de las quejas del presidente de EE UU, Donald Trump, sobre la falta de inversión europea en la industria militar.
El resquemor de los aliados no ha impedido a la UE seguir adelante con su agenda. Y en las reuniones de lunes y martes ha aprobado ampliar su capacidad de planificación militar (una suerte de pequeño cuartel general en Bruselas) para que en 2020 pueda dirigir por primera vez operaciones ejecutivas en países terceros, es decir, con uso de la fuerza. Hasta ahora, se limita a prestar asesoramiento a las fuerzas armadas del país anfitrión.
Los ministros también se han comprometido a reforzar y acelerar el despliegue de las misiones civiles (jueces, policías, etc...) que acompañan a la intervención militar para garantizar la estabilidad del país.
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