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Tribuna
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La prueba democrática para la nueva política feminista en Argentina y Brasil

En 2018, la 'ola verde' y #EleNão probaron y comprobaron su capacidad de movilizar multitudes por las calles y las redes

Acto #EleNão contra Bolsonaro.
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Argentina y Brasil se ven poco para contar lo que pasa entre sus fronteras. Cuando mucho, espiamos cómo está el fútbol o el cambio del dólar del lado de allá o de acá de la frontera. Esa miopía política está cambiando y son las mujeres las protagonistas de la historia. Son mujeres y pibas que se movilizaron por las redes sociales, inventaron un nombre para el sentido de la unión, y se movilizaron a marchar. Al contrario de los que analizan esos movimientos como fugaces, hay algo permanente para la conciencia política: serán ciudadanas con la memoria de haber conocido las calles. Esto altera la forma de hacer política en los dos países y hace del feminismo un aliado para los políticos progresistas y una piedra en el zapato para los opositores de los derechos de las mujeres.

No hay un "había una vez" preciso. La más reciente y poderosa provocación fue el movimiento "Ni una a menos". En 2015, un colectivo de mujeres argentinas pasó a reclamar que ni una mujer más podría ser muerta por violencia de género. Una pauta firme y próxima del aparente consenso colectivo, incluso para los opositores de los derechos de las mujeres en países de moral conservadora. "Ni una menos" llevó mujeres y niñas a ocupar las calles de Argentina, las redes sociales, las charlas y las mesas familiares, ensayó cómo serían los movimientos de marchar para recrear nuevas luchas. Un movimiento que se fortaleció a partir de ahí fueron las marchas por el proyecto de ley para la despenalización del aborto en mediados de 2018.

Jamás se prevería que un tema polémico como el aborto en un país mayoritariamente católico, movería millones de personas por las calles de Buenos Aires. En los días 13 de junio y 8 de agosto de este año, ya no era solo la cuestión humanitaria de la violencia contra las mujeres, sino el derecho a no morir ni ir presa por un aborto clandestino lo que afectó el país. Eran niñas y familias, música y arte, todos alrededor del Congreso Nacional donde sería votada la ley. En la víspera, ya se sabía que el proyecto se perdería por unos pocos votos. Fue una cuasi victoria de la ley, o una derrota circunstancial, pero la verdadera victoria fue de las mujeres en las calles. Si el aborto es una realidad mayormente clandestina para las mujeres argentinas, pasó a ser legalizado en la forma de conversar sobre el tema. Una impresionante conquista para las "pibas" que descubren las calles y el feminismo al mismo tiempo.

Brasil no tiene la misma tradición de ocupar las calles como Argentina. Pero algo también cambió con el movimiento #EleNão: fueron miles de personas en las calles con una única pauta: resistir que Bolsonaro fuera elegido. No había partido político o frentes sindicales liderando el movimiento, sino feministas. El movimiento # EleNão estuvo en todos los rincones de Brasil. Así como en el origen del "Ni una a menos", la creación es simultánea y con autoría fragmentada, como casi todo lo que pasa en el universo digital. Un grupo de Facebook "Mujeres contra Bolsonaro" se metamorfosea en una llamada de orden #EleNão, y la llamada convoca a multitudes a las calles. El feminismo de origen se transformó en el pueblo por las calles.

Como en la historia de la ley de aborto argentina, es posible contar de dos maneras el resultado de las elecciones en Brasil. Las mujeres casi revertieron la certeza de victoria de Bolsonaro, o el capitán salió victorioso. Allá y acá algo cambió después de esas movilizaciones - son las mujeres nombrándose feministas por las calles y las redes, provocando una nueva conciencia sobre cómo se debe gobernar incluyendo a las mujeres y sus necesidades de vida en la política. Nuestras demandas no son simples, no obstante son centrales a la democracia. Queremos cuidar de los hijos, por eso las guarderías; queremos decidir cuándo tener hijos, por eso la salud reproductiva; queremos educación sexual que eduque en la igualdad, queremos trabajar y cuidar, por eso igualdad en el mundo del trabajo.

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Es todavía difícil para las inestables y frágiles democracias de América Latina reconocer a las mujeres como sujetos políticos y ciudadanas. Es como si nuestra forma de hablar, eso que se convoca como un nuevo feminismo, fuera siempre perturbador a las negociaciones políticas de los hombres. El próximo año será una prueba democrática para los dos países - elecciones presidenciales en Argentina y el recuerdo inexorable de los que votaron "no" a la ley de aborto todavía está fresco; el primer año de Bolsonaro como presidente, el líder que tiene como estrategia perturbar la política con una guerra moral contra las mujeres. Allá y acá, las mujeres estarán atentas: en 2018, probaron y comprobaron su capacidad de movilizar multitudes por las calles y las redes. Si provocan mucho, nos moveremos allá y acá al mismo tiempo.

Débora Diniz es antropóloga brasileña y professora de la Universidade de Brasília. Giselle Carino es cientista política argentina y directora del escritório regional de IPPF (International Planned Parenthood Federation).

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