Arabia Saudí afirma que la muerte de Khashoggi fue un “tremendo error” y que no sabe dónde están sus restos
El ministro de Exteriores cree que la relación con Washington “resistirá” a la tormenta provocada por el escándalo
La diplomacia de Arabia Saudí ha pasado a la ofensiva. Tras el ominoso silencio que mantenía desde la desaparición de Jamal Khashoggi dentro del consulado en Estambul el pasado día 2, el ministro de Asuntos Exteriores del reino, Adel al Jubeir, ha dado la cara. El asesinato del periodista fue “un tremendo error”, ha declarado este domingo en una entrevista con la televisión estadounidense Fox. Su intervención parece un intento desesperado de salir del embrollo después de que la explicación oficial sobre lo ocurrido ese fatídico día en la legación diplomática saudí no haya resultado convincente. Aunque el ministro dice no saber cómo murió Khashoggi, la última versión saudí aseguraba que se asfixió cuando quienes intentaban hacerle regresar a su país trataron de contener sus gritos.
“Fue asesinado en el consulado. No sabemos los detalles de cómo fue. No sabemos dónde está el cuerpo”, afirma Al Jubeir, que explica que los implicados intentaron encubrir la muerte al Gobierno. “Estamos decididos a levantar hasta la última piedra… Estamos decididos a castigar a quienes sean responsables de este asesinato”. Es la primera vez que un portavoz saudí califica de asesinato la muerte de Khashoggi. Hasta ahora tanto los comunicados oficiales como las filtraciones utilizaban la pasiva para dar a entender o bien un accidente, o bien una situación que se había ido de las manos.
Pero Al Jubeir, el primer responsable de Exteriores saudí que no pertenece a la familia real, es un veterano diplomático curtido como embajador en Washington (2007-2015). Sabe que nada que no sea afrontar los hechos sin rodeos, y con una muestra de contrición que resulte mínimamente creíble, va aplacar el malestar que el caso ha causado en Occidente. Incluso los mejores amigos de Arabia Saudí no dan crédito a la chapuza y el desastre de relaciones públicas que ha seguido. Aunque no está claro que sus palabras sean suficiente, el ministro se muestra convencido de que la relación Riad-Washington "resistirá" a la tormenta provocada por este escándalo.
El rey Salmán de Arabia Saudí y el príncipe heredero Mohamed bin Salmán han expresado este domingo sus condolencias al hijo del periodista fallecido, Salah, durante una conversación telefónica, según la agencia de noticias SPA.
En el penúltimo capítulo de esta triste saga, Riad ha filtrado nuevos detalles del caso que a menudo contradicen informaciones anteriores y comprometen aún más su credibilidad. Así es como se ha difundido la versión de la muerte por asfixia que “un funcionario saudí conocedor de la investigación” le ha contado a Reuters. De acuerdo con ese relato, el Gobierno quería convencer a Khashoggi para que volviera de su autoexilio en EEUU. Así que el general Ahmed al Asiri, vicedirector de los servicios de información, reunió al equipo de 15 hombres que fue a encontrarse con él en el consulado, y que desde el principio desató las especulaciones de los medios turcos.
Al Asiri pidió a Saud al Qahtani que le facilitara a alguien de su entorno que conociera al periodista. Al Qahtani, que junto Al Asiri fue uno de los altos cargos despedidos identificados el sábado, era un colaborador muy cercano del príncipe heredero, Mohamed Bin Salmán. La nueva narrativa justifica así el cese de ambos, al establecer su relación con lo ocurrido. El propio Khashoggi había mencionado a personas cercanas que Al Qahtani le había hecho una oferta para volver a Arabia Saudí, pero que no se fiaba.
Una vez reunidos en el consulado, las cosas se torcieron cuando Khashoggi se negó a colaborar y dejarse convencer por las buenas. Entonces, según el relato que desde el anonimato hace el funcionario saudí, el periodista empezó a gritar y los agentes, al intentar contenerle, provocaron su asfixia. Siempre, de acuerdo con la fuente, se excedieron al utilizar la fuerza. El Centro de Comunicación Internacional (CIC) del Gobierno saudí no ha respondido a la solicitud de EL PAÍS para aclarar cuál es la postura oficial al respecto.
El nuevo relato cambia la pelea en la que inicialmente se dijo que se enzarzó el periodista, por un forcejeo en el que se asfixia. No es la primera enmienda. En el comunicado del fiscal general enviado por el CIC a esta corresponsal en la madrugada del sábado se hablaba, en inglés, de una “pelea a puñetazos” (fist fight). Dos horas después, en un texto más extenso que explicaba el anterior, ya sólo hablaba de pelea (brawl). En el tuit con el que informó el Ministerio de Exteriores (en árabe) se dice que llegaron a las manos.
Respecto al cadáver, la fuente sigue negando la filtración turca de que fue descuartizado. Cuenta que para encubrir su desaguisado, los miembros del equipo envolvieron el cuerpo de Khashoggi en una alfombra, lo cargaron en un vehículo del consulado y se lo entregaron a un “contratista local” para que se deshiciera de él. Si esto es así, es de esperar que los saudíes hayan compartido el nombre de ese individuo con sus interlocutores turcos, lo que permitiría desvelar ese escabroso punto.
El experto forense Salah Tubaigy se encargó entonces de borrar las huellas del incidente. Tampoco queda claro porque les acompañaba un experto forense si la intención inicial no era matar al periodista.
La filtración a Reuters también ha permitido saber que, en el Reino del Desierto, “existen instrucciones para negociar el regreso de los disidentes de forma pacífica”. Eso, según el funcionario saudí, habría dado la autoridad a Al Asiri y Al Qahtani para “actuar sin tener que consultar con instancias superiores”. El relato refuerza así la idea de que el príncipe heredero y hombre fuerte de Arabia Saudí no supiera nada de la operación, un punto clave para determinar las reacciones internacionales al caso. El objetivo de Riad es que los gobiernos occidentales, sobre todo EE UU, acepten que lo ocurrido fue obra de individuos que se excedieron en sus cometidos.
Sin embargo, personas que conocen a los dos altos cargos implicados han expresado serias dudas de que actuaran por su cuenta. El propio Al Qahtani, un propagandista de MBS a menudo comparado con el Steve Bannon que respaldó la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, ha dejado claro es “un empleado y fiel ejecutor de las órdenes de mi señor, el rey, y de Su Alteza Real el príncipe heredero”.
“Pertenecen al círculo más íntimo de MBS, así que es imposible que no estuvieran al tanto, pero son chivos expiatorios”, confía a EL PAÍS una fuente diplomática europea que ha conocido directamente a Al Asiri. El general es un militar de carrera formado en Francia, que difícilmente va a salirse de la cadena de mando. Según la misma fuente, tanto Al Asiri como Al Qahtani son dos de los principales actores que han animado al heredero saudí a persistir en la guerra de Yemen, una de sus decisiones más controvertidas y que ahora está bajo la lupa internacional.
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