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“No podemos tolerar más actitudes, eslóganes y propaganda populistas”

Hahn asegura que consultas como la de Rumania sobre el matrimonio homosexual son el producto de un populismo con el que la UE debe aprender a convivir

Cristian Segura
El comisario europeo de Ampliación, Johannes Hahn, en Barcelona.
El comisario europeo de Ampliación, Johannes Hahn, en Barcelona.Juan Barbosa

Johannes Hahn (Viena, 1957), comisario europeo de Política de Vecindad y Negociaciones para la Ampliación, es un hombre tranquilo. Pausado pese al estrés que le rodea y las constantes entrevistas con altos representantes de los 43 países miembros de la Unión por el Mediterráneo (UpM). Hahn atendió a EL PAÍS el pasado lunes en Barcelona, durante la reunión anual de ministros de Exteriores de este organismo de cooperación entre la Unión Europea y los países de la cuenca mediterránea.

Pregunta. Marruecos pide más inversiones de la UE para contener el flujo migratorio hacia Europa, también para desarrollar su economía y evitar esta migración. ¿Tiene razón el Gobierno marroquí en esta reclamación?

Respuesta. Es importante tratar a nuestros vecinos como vecinos y no como fuente de potenciales problemas. Usted ha utilizado la palabra precisa: inversión. No se trata de aparecer como donantes sino como inversores, no solo en Marruecos, también en otros vecinos del sur. Invertir supone algo a cambio, no dinero, pero más oportunidades de negocio, para las pymes en particular. Marruecos está más avanzado comparado con sus vecinos, tiene mucho sentido intensificar esta relación y animar a más compañías europeas a invertir en Marruecos, para hacer más fuerte el país. Es la mayor contribución que podemos hacer en nuestro propio interés: dar expectativas, razones para no abandonar el país y la región, en particular a los jóvenes. Europa tiene que desempeñar un papel, contamos con España, teniendo en cuenta su conocimiento y relación con Marruecos, para que sea el polo de todo esto.

P. ¿Cree que la UpM ha cumplido con las expectativas que generó su fundación hace 10 años? No parece jugar el papel relevante que se esperaba tras iniciarse el Proceso de Barcelona, en 1995.

R. Todos estamos impacientes y conseguirlo en el corto plazo no es muy realista. En el Mediterráneo afrontamos muchos retos. En los últimos 10 años hemos tenido crisis económicas y financieras sin precedentes. Hay que tener todo esto en cuenta. La UpM ha conseguido gradualmente convertirse en un verdadero agente en la región. Bajo mi mandato hemos concentrado nuestros esfuerzos en la región. Aportamos la mitad de su financiación porque creemos que es el canal más importante para la zona. Esta región es probablemente la menos integrada, interconectada del mundo. Es importante que los países del sur cooperen más entre ellos. Es difícil, no soy ingenuo, pero tiene que ser una prioridad en nuestra agenda mejorar la situación. El anterior secretario de la UpM, Youssef Amrani, siempre citaba esta estadística: el 90% del comercio entre miembros de la UpM es entre Estados de la UE, el 7-8% es entre los miembros de la UE y el resto, y solo un 2-3% es entre los países que no son de la UE. La UpM tiene una función concreta, pero son necesarias decisiones políticas para no caer en la organización de múltiples conferencias y encuentros sin que nada suceda. Para ser efectivos hay que concentrarse en una estructura, la de la UpM.

“No podemos tolerar más actitudes, eslóganes y propaganda populista”

P. ¿Las puertas de la UE están definitivamente cerradas para Turquía? ¿Todavía se la imagina como miembro del club europeo?

R. En política lo inteligente es no especular. Hoy la situación está clara, y hay una decisión de nuestros Estados miembros de no continuar ningún diálogo de acceso. Esto ha repercutido en una reducción de nuestro apoyo financiero para el preacceso de Turquía. No es posible hacer previsiones. En Turquía deben cambiar muchas cosas para recuperar la confianza de los europeos. Pero Turquía sigue siendo un vecino estratégico. Los europeos tienen interés en dar apoyo a su estabilidad económica. Sería un error, aunque no es el caso, si los europeos pensaran que no deben mantener ningún contacto con Turquía, al contrario, debemos adaptarnos a las oportunidades políticas.

P. Le pregunto por otra potencia en el Mediterráneo: Shimon Peres insistía, hace ahora diez años, en que Israel debería ser algún día miembro de la UE. ¿Lo ve posible, o es una locura?

“Los intentos de influenciar no vienen solo de Rusia”

R. Hemos tenido una ampliación de la UE muy rápida y muy completa en los últimos 15 años. La principal tarea hoy es consolidar esto. Tenemos todavía la perspectiva de que los países en los Balcanes occidentales sean miembros; más allá de esto no es realista hoy pensar en otras ampliaciones. El presidente francés, Emmanuel Macron, pero también otros, argumentan que antes de cualquier nueva incorporación hay que mejorar nuestra integración y acción como Unión. Estoy de acuerdo con este análisis, pero estoy en desacuerdo con el tempo, porque pueden hacerse ambas cosas en paralelo: trabajar con la perspectiva europea de los Balcanes occidentales al mismo tiempo que podemos mejorar nuestra capacidad, por ejemplo, de tomar decisiones rápidas en política exterior. Por eso este año la Comisión Europea planteará una lista de propuestas para cambiar la toma de decisiones por unanimidad a tomarlas por mayoría cualificada, para llevar gradualmente a la UE, en términos políticos, de ser un global payer (pagador global) a un global player (jugador global). Somos el bloque económico más grande del mundo, tenemos que materializar esta potencia en términos políticos, pero eso solo lo podemos materializar actuando, no solo reaccionando; para ello necesitamos tener capacidad para tomar decisiones rápidas.

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P. España se resiste a reconocer la independencia de Kosovo pese a las negociaciones para que Serbia la reconozca como Estado. ¿Cree que España está poniendo trabas innecesarias a la estabilización de los Balcanes?

R. La posición común en la UE es que cuando hablamos de los Balcanes, o exportamos estabilidad o importamos inestabilidad. La experiencia nos dice que una paz y estabilidad duradera en los Balcanes solo se puede conseguirse desde una perspectiva europea. Publicamos el pasado febrero nuestra estrategia para los Balcanes, y una de sus conclusiones clave es que solo aceptaremos nuevos Estados miembros si estos han solucionado todos los conflictos bilaterales con sus vecinos. Por eso es necesario un acuerdo legalmente vinculante entre Kosovo y Serbia, es clave para la región. Tenemos que facilitar el diálogo entre ellos dos. Espero que después de ello estemos en una situación en la que los que no reconocen la soberanía de Kosovo [España, Rumania, Eslovaquia, Grecia y Chipre] puedan estudiar el acuerdo entre Kosovo y Serbia, y tomar sus decisiones.

P. ¿Y si España continúa sin reconocer a Kosovo?

R. España, como otros, ha aportado mucho para mejorar la estabilidad de la región. Tenemos acuerdos estratégicos con Kosovo. Hay que dejar que Serbia y Kosovo lleguen a un acuerdo, y si se alcanza un acuerdo, entonces veremos cuáles son los siguientes pasos a seguir.

P. Los referéndums, desde las consultas para ratificar la Constitución europea de hace 13 años, pasando por el Brexit o la reciente consulta en Rumania sobre el matrimonio gay, parece que siempre acaban siendo un problema para la UE. ¿Esto sucede porque los populismos se han apropiado de ellos?

R. Los referéndums no son un problema en sí mismos, son una de las herramientas de la democracia. No solo tenemos que respetarlos, los tenemos que promover, porque expresan la voluntad directa de la gente. Además, el resultado en Rumania no fue contrario a la UE, sino favorable [la consulta fue declarada inválida por no cumplir la participación mínima necesaria].

P. Pero que las instituciones de un miembro de la UE sometan a plebiscito prohibir el matrimonio homosexual, ¿puede considerarse como algo positivo?

R. Es una tendencia general, hay un creciente número de partidos populistas, y algunos forman parte de Gobiernos. Es algo con lo que hemos de lidiar. El presidente [Jean-Claude] Juncker está en lo cierto cuando dice que hemos de levantarnos frente al populismo. Hay una mayoría silenciosa, y esta mayoría tiene que hacerse oír. No podemos tolerar más actitudes, eslóganes y propaganda populista. Hay un ejemplo que no me canso de repetir: el reciente derrumbe del puente [Morandi] en Génova. Hace un par de años hubo discusiones sobre la necesidad de construir una nueva autopista porque este puente estaba en riesgo de derrumbarse. En 2014, Beppe Grillo, el líder del Movimiento 5 Estrellas, dijo que esto eran fake news, que solo se trataba de confundir a la gente, que eran rumores que este puente estuviera en riesgo. No soy consciente de que ningún populismo haya aportado nada positivo, o que haya creado algo, más bien ha destruido mucho.

Desinformación

P. Estamos en Barcelona. Los partidos independentistas han relativizado la capacidad de manipulación de Rusia en los asuntos internos de España. ¿Cree que las potencias de la UE exageran el riesgo de desestabilización de Rusia?

“Los intentos de influir en elecciones no solo vienen de Rusia, también de otras potencias e instituciones"

R. Hay evidencias de que ha habido tentativas de influenciar en ciertas decisiones políticas en elecciones. Pero diría que estos intentos de influenciar no vienen solo de Rusia, también de otras potencias, de instituciones, incluso de personas que han sido sobornadas. Hay, por ejemplo, un pueblo en Macedonia [Veles] donde un grupo de hackers han tenido un enorme influencia en asuntos a escala global. De lo que se trata es de que la gente esté más familiarizada en cómo usar los medios, las redes sociales.

P. ¿Qué otras potencias quieren interferir en la UE?

R. Hay diferentes focos, no puedes limitarlo a uno. En un mundo multipolar hay muchos intereses. De nuevo, creo que debemos tener más confianza en nosotros mismos, hemos demostrado ser una sólida potencia económica, somos un poder blando, mucha gente se siente atraída por Europa, tenemos que estar orgullosos de lo que hemos conseguido. También tenemos que pensar cómo lo defendemos y cómo lo ampliamos en el futuro.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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