Las negociaciones entre Turquía y Rusia paralizan la ofensiva en Idlib
El titular de Exteriores ruso afirma que no se está preparando el ataque a la última provincia insurrecta
Los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se han citado el próximo lunes para tratar sobre el conflicto sirio, según ha avanzado este viernes el ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu. Se espera que ambos mandatorios retomen las negociaciones que emprendieron la semana pasada en Teherán junto a su homólogo iraní y los avances logrados entre bastidores desde entonces. La provincia siria de Idlib encabezará la agenda conforme tanto Ankara como la ONU han hecho saltar las alarmas ante una posible “catástrofe humanitaria” e instado a evitar “un baño de sangre” en caso de que las tropas de Bachar el Asad lancen una ofensiva final. La suerte de Idlib se debate una vez más lejos de Siria, donde Putin representa a sus aliados de Damasco y Teherán, y Erdogan a la coalición de milicias armadas insurrectas.
Los entre 2,5 y tres millones habitantes de la provincia de Idlib , la mitad de ellos desplazados de otras regiones, han recibido con alivio las palabras del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, quien ha asegurado este viernes que “no se está preparando una ofensiva final contra Idlib” y que “se están dando los pasos necesarios par proteger la vida de los civiles”. Sin embargo, el ajetreo de armados en el terreno mantiene en alerta a las organizaciones internacionales.
En las últimas semanas, el Ejército regular sirio ha congregado numerosos efectivos a las puertas de Idlib y triplicado, según la ONU, el número de bombardeos sobre la provincia. Esta comarca de capital homónima se ha convertido en la última gran batalla para unas tropas sirias que acumulan victorias en los últimos meses tras más de siete años de guerra y medio millón de muertos.
Por su parte, Turquía ha reforzado los doce puestos de observación que mantiene en la provincia de Idlib, con la que comparte frontera y en los que mantiene desplegados a unos 400 soldados dentro del acuerdo de distensión sellado en Astaná (Kazajstán) el año pasado. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, Ankara envió este jueves “armas y material militar así como 185 vehículos” para reforzar sus patrullas en Siria. Mas al oeste, en aguas del Mediterráneo, patrullan 10 buques de guerra y dos submarinos rusos a la par que EE UU amenaza con una respuesta marcial en el caso de se produzca un nuevo ataque químico en Siria. Amenazas a las que se han sumado Francia y Alemania.
Las facciones insurrectas congregadas en Idlib a golpe de evacuaciones y rendiciones se han unido a instancias de Turquía en el recién creado Frente Nacional para la Liberación (FLN). Cuentan con unos 20.000 hombres y se dicen prestas para enfrentarse a las tropas regulares. Entre los vaivenes de tanques, bombarderos y declaraciones de guerra, 38.000 sirios han huido de sus hogares temiendo una ofensiva. La ONU alerta de que hasta 800.000 civiles podrían hacerlo en caso de combates. Tras sellar sus fronteras, Turquía ha redoblado los esfuerzos en las negociaciones para evitar una nueva estampida hacia su territorio, donde ya acoge a tres millones de sirios.
Acabar con Al Qaeda
“La ofensiva se ha paralizado y las negociaciones entre Turquía y Rusia están siendo muy positivas”, dice desde el anonimato una fuente cercana al Gobierno de Damasco. Según esta fuente, Turquía “se ha comprometido a expulsar a los yihadistas extranjeros de Idlib” sin precisar cómo o hacia dónde. La lucha contra el terrorismo ha sido el leitmotiv que durante siete años ha abanderado el Gobierno de El Asad. El generalato sirio promete acabar con Al Qaeda cuya rama local dirige la coalición Tahrir Al Sham, que controla el 60% de la provincia de Idlib con sus estimados 10.000 muyahidines.
“Rusia le ha dado un margen límite de entre tres y cinco semanas a Turquía para acabar con los yihadistas”, dice desde Estambul el experto sirio Nawar Oliver. Combatir hoy contra los turcos y las facciones sirias aliadas o mañana contra los rusos son las cartas que baraja Al Qaeda en Idlib. Por lo que según Oliver, sus yihadistas han lanzado en las últimas dos semanas una feroz campaña de marketing para ''atraer a los civiles de su lado y enfrentarlos al resto de facciones insurrectas como escudos humanos''.
De forma coyuntural, la retórica antiterrorista parece dirimir de nuevo diferencias entre actores con intereses dispares. Ayer el ISIS y hoy Al Qaeda sigue preocupando a los servicios de inteligencia occidentales, que se inquietan ante la posibilidad de que centenares de sus nacionales radicales opten por aprovechar el caos en un eventual ataque para escapar de Siria. Según datos del centro The Soufan Group, 2.200 de los 6.000 combartientes radicales europeos siguen en Siria e Irak a pesar de la proclamada extinción del califato Islámico.
Temporal se antoja también la unión de facciones insurrectas que compiten en el ámbito iedológico pero se han agrupado en el FNL movidas por la supervivencia militar. Esta alianza evoca a la que en 2015 permitió al bando insurgente arrebatar la comarca de Idlib a las tropas gubernamentales sirias, pero también recuerda a tantas otras iniciativas similares que desde el inicio de la contienda no han cuajado.
La decisión de combatir a Al Qaeda parece posponer por ahora una ofensiva de las tropas sirias sobre Idlib, para mayor alivio de unos civiles a los que ya no les queda adonde huir. Sin embargo, desde Damasco los generales sirios aseguran que van a acabar con todos ''los terroristas que no entreguen las armas en Idlib’’ y desde Ankara sus homólogos juran que ''exterminarán a los terroristas kurdos'' apostados al sur de su frontera en tierras sirias.
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