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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La grandeza de la boa constrictor democrática en el cuello de Trump, Netanyahu y demás

Las democracias han perdido su fuerza expansiva de finales de milenio, pero retienen capacidad de regeneración interna

Andrea Rizzi
Benjamín Netanyahu y Donald Trump, este enero en Davos (Suiza).
Benjamín Netanyahu y Donald Trump, este enero en Davos (Suiza).Evan Vucci (AP)

La democracia navega en esta década en aguas procelosas. Tras la época dorada de expansión posterior a la caída del muro de Berlín, el número de sociedades que han abrazado el modelo se ha estancado, como destacan los informes del centro de estudios Freedom House. En el seno de las mismas sociedades democráticas, poderosos y en muchos sentidos justificados sentimientos de malestar y decepción marcan un camino accidentado. La extendida corrupción y una gestión frecuentemente ineficaz corroen su tejido y la adhesión, no a sus ideales, pero sí a sus resultados.

Aun así, conviene no subestimar el poder de regeneración —y por tanto progreso— de las democracias. Por ejemplo, las boas constrictor judiciales que paulatinamente se enroscan y se encierran alrededor del cuello de Donald Trump y Benjamín Netanyahu tienen rasgos de esperanzadora grandeza.

El fiscal especial Mueller avanza implacable en su investigación sobre la trama rusa pese a la lluvia diaria de fuego procedente de la Casa Blanca. Paul Manafort, exjefe de campaña de Trump, es ya el quinto acusado del entorno del presidente que acepta su culpa. Como otros, empieza a colaborar con la justicia. Alexis de Tocqueville estaría sin duda orgulloso en ver la acción de Mueller: la democracia en la América del siglo XXI todavía tiene elementos inspiradores

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En Israel, una democracia que afronta graves retos existenciales —entre otras cosas, por reformas que cristalizan un coacervo de derechos reconocidos únicamente a sus ciudadanos judíos y no a los demás— puede sin embargo celebrarse que las autoridades judiciales cierran el cerco de múltiples investigaciones alrededor del primer ministro y su esposa. No es descartable que en algún momento estas puedan cortar su larga trayectoria de poder. Altos dirigentes políticos israelíes han acabado en la cárcel, en otros síntomas admirables. La casi absoluta falta de depuración de responsabilidades de los militares proyecta una terrible sombra sobre estas luces en ambos casos. Pero las luces existen.

Mírese el caso de España. Podrán apreciarse más o menos los planes y el sentido de Estado del actual Gobierno español, pero la acción independiente de la justicia que ha revelado la corrupción endémica en el anterior partido gobernante debería insuflar algo de fe.

Pero la regeneración también procede del libre intercambio de ideas, aunque vivamos en un tiempo en el que muchas suenan muy retrógradas. China está dando pasos de gigante, entre otras cosas en el terreno tecnológico y académico. Pero por lo general parece que los centros de pensamiento e investigación de las sociedades democráticas siguen siendo los más atractivos. No subestimen el potencial de la libre circulación de ideas y de las boas constrictor judiciales en las democracias.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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