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El Museo del Holocausto cuestiona el aval de Netanyahu a la revisión de la ley polaca sobre el exterminio judío

La oposición de Varsovia investiga si el servicio secreto israelí participó en la reforma legal

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en Jerusalén.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en Jerusalén. REUTERS

El acercamiento de Benjamín Netanyahu a los Gobiernos ultraconservadores del Este de Europa, que tienen raíces antisemitas, está amenazando la estabilidad política del primer ministro de Israel. Después de saludar la semana pasada la revisión de la ley de Polonia que condenaba con penas de cárcel a quienes acusasen a la nación polaca de complicidad con el régimen nazi, Netanyahu suscribió un comunicado conjunto con Mateus Morawiecki, su homólogo en Varsovia, cuyo texto resumido en inglés pasó inicialmente inadvertido.

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La decisión del Gobierno polaco de difundir íntegramente su contenido en periódicos europeos e israelíes ha desatado ahora una ola de críticas en el Estado hebreo. Los expertos de Yad Vashem, el museo y centro de investigación sobre el Holocausto sito en Jerusalén, han arremetido contra las inexactitudes históricas que contiene.

A pesar de que la revisión de la ley de la memoria histórica del Holocausto aprobada por el Parlamento de Varsovia el pasado 27 de junio eliminaba las sanciones penales, cualquiera que sugiera la vinculación de Polonia con las matanzas de judíos se expone a ser perseguido por la vía civil. Al igual que Netanyahu, el Gobierno ultraconservador encabezado por el Partido Ley y Justicia presentó como un gran éxito diplomático el comunicado conjunto.

Para los historiadores de Yad Vashem, el texto suscrito por el primer ministro israelí contiene “graves errores” al afirmar que los grupos de la resistencia y el Gobierno en el exilio polacos ayudaron a los judíos que estaban amenazados de muerte por los nazis “mediante un red de apoyo sistemático”. El Museo del Holocausto ha replicado que “existe una realidad histórica, avalada por hechos probados”, que constata que el Gobierno polaco instalado en Londres durante la Segunda Guerra Mundial “no actuó en defensa de sus ciudadanos judíos” y de que la resistencia “no solo no ayudó a los judíos, sino que llegó a participar activamente en su persecución”.

El ministro de Educación israelí, el nacionalista religioso Naftali Bennett, un aliado clave de Netanyahu, y el líder centrista Yair Lapid, su principal rival en la oposición, según las últimas encuestas, han exigido al Gobierno que cancele el comunicado conjunto con Polonia. Fuentes del Ejecutivo citadas este viernes por la radio estatal israelí han descartado que se vaya a revisar el texto y han dado el asunto por zanjado.

Netanyahu mantiene una relación especial con países como Polonia, República Checa o Hungría, que suelen alinearse con los intereses de Israel en el seno de Israel en el seno de la Unión Europea, donde prima la condena a la expansión de los asentamientos en los territorios ocupados palestinos y es hegemónica la tesis de la solución de los dos Estados. El primer ministro israelí tiene previsto recibir en visita oficial dentro de diez días al jefe del Gobierno húngaro, Viktor Orban, que se apoya en una extrema derecha de pasado antisemita para sostenerse en el poder en Budapest.

Unos tres millones de judíos que vivían en Polonia antes de la Segunda Guerra Mundial fueron asesinados por los nazis, lo que supone cerca de la mitad de los que perecieron en el Holocausto. Cientos de miles de judíos del continente europeo fueron exterminados en Auschwitz, Treblinka, Belzec y Sobibor, los campos de concentración creados y gestionados por los nazis alemanes en la Polonia ocupada, que en aquella época era el país con una mayor comunidad judía.

Miles de polacos arriesgaron sus vidas para proteger a sus vecinos judíos durante la guerra, y por ello han sido reconocidos por Yad Vashem como “justos entre las naciones”, título que se otorga a los gentiles que salvaron del Holocausto a decenas de miles de personas. Sin embargo, las investigaciones publicadas desde la caída del comunismo en 1989 muestran que miles de polacos también mataron a judíos o denunciaron a los que se escondían del Tercer Reich, lo que pone en tela de juicio la narrativa oficial que señala que Polonia fue solo una víctima.

La sombra del Mosad

Casi tanto como la propia ley, también el sorpresivo cambio de la norma del Holocausto ha suscitado una gran polémica en Polonia, donde varios medios de comunicación privados han asegurado que diputados del partido del Gobierno se reunieron con agentes del Mosad, el servicio secreto exterior israelí, para “negociarla”. El líder de Plataforma Cívica (centro), Slawomir Neuman, ha reclamado información al Ejecutivo sobre la modificación legal de la norma. “Queremos, necesitamos, saber el motivo de la repentina enmienda”, ha dicho el diputado en una carta dirigida al primer ministro Morawiecki. “Si las leyes de Polonia están siendo redactadas al dictado de los servicios especiales extranjeros tenemos un problema”, ha añadido Neumann, que preguntará en el Parlamento por los cambios legales.

El partido centrista presentó una propuesta para rechazar la controvertida ley y, después alegando que era “perjudicial” para Polonia, una batería de medidas para modificarla y para déjala sin efecto. La mayoría parlamentaria del partido del Gobierno rechazó todos sus planteamientos.

Ante el ambiente caldeado, Michal Dworczyk, asesor del primer ministro, ha negado cualquier negociación sobre la enmienda con actores extranjeros. El Gabinete de Morawiecki admite no obstante que hubo conversaciones para acordar una declaración conjunta entre los primeros ministros de Israel y Polonia. Un comunicado que se hizo parcialmente público el día en que se modificó la ley para dejar sin efecto las sanciones penales, y que estos días se ha publicado de forma íntegra en la prensa de Alemania y de Israel. El anuncio a toda página ha acabado resucitando la polémica sobre el Holocausto en ambos países.

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