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Dimite el jefe de la agencia medioambiental de EE UU acechado por los escándalos

Scott Pruitt, un negacionista del cambio climático, está siendo investigado por derroche de fondos públicos y acusaciones de favores personales

Scott Pruitt, director de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente (EPA).
Scott Pruitt, director de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente (EPA).REUTERS
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Scott Pruitt parecía intocable, pero también ha acabado cayendo. El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció este jueves que ha aceptado la dimisión del jefe de la agencia medioambiental de EE UU (EPA, en sus siglas inglesas). Trump no explicó los motivos de la renuncia, pero Pruitt lleva semanas acechado por un sinfín de escándalos que están siendo investigados y que abarcan desde un uso inapropiado de fondos públicos hasta tratar de encontrar un empleo para su esposa. Pruitt es el último de la veintena de miembros de la Administración republicana que han dimitido o han sido despedidos en menos de un año y medio de convulsa presidencia.

Pruitt, de 50 años, era el emblema de la feroz cruzada del Gobierno de Trump contra el medio ambiente. Un negacionista del cambio climático y muy cercano a la industria petrolera fue designado para dirigir una agencia, que él había denunciado en el pasado 14 veces como fiscal general de Oklahoma. Al frente de la EPA, donde ha habido una purga y éxodo de expertos, Pruitt dirigió los esfuerzos para retirar a EE UU del Acuerdo de París contra el cambio climático y dilapidar casi todas las protecciones medioambientales levantadas por la anterior Administración de Barack Obama, por ejemplo los límites a las emisiones de carbón.

“He aceptado la dimisión de Scott Pruitt como administrador de la Agencia de Protección Ambiental. Dentro de la agencia, Scott ha hecho un trabajo espectacular y siempre le estaré agradecido por ello”, escribió Trump en un mensaje en Twitter, en el que anunció la renuncia. El presidente avanzó que el número dos de la EPA, Andrew Wheeler, asumirá desde el lunes de forma interina el puesto de Pruitt. “No tengo ninguna duda de que Andy continuará con nuestra gran y duradera agenda sobre la EPA. ¡Hemos logrado grandes avances y el futuro de la EPA es muy brillante!”, agregó.

En una carta a Trump, Pruitt explica que su dimisión será efectiva el viernes y la justifica por los “ataques constantes y sin precedentes” contra él y su familia. La misiva está repleta de elogios a Trump y referencias religiosas: “Creo que estás sirviendo de presidente por providencia de Dios. Creo que esa misma providencia me trajo a tu servicio”. En unas breves declaraciones a la prensa, Trump aseguró que la dimisión fue sobre todo decisión de Pruitt. “Sintió que no quería ser una distracción para una Administración en la que tiene mucha fe”, dijo.

La renuncia pone fin a la carrera política de un hombre que, según algunos círculos, soñaba con aspirar a la presidencia estadounidense en las elecciones de 2024 y que quería ganar peso en el Gobierno. Pruitt presionó a Trump para que le nombrara fiscal general en sustitución de Jeff Sessions, en la cuerda floja por la investigación de la injerencia rusa en la campaña electoral de 2016.

La lista de polémicas éticas en torno a Pruitt es larguísima. Gastó enormes sumas de fondos públicos para viajes de avión en primera clase, un equipo de seguridad privada (por valor de tres millones de dólares), una cabina telefónica de 43.000 dólares para su oficina, puertas de seguridad especiales (5.700 dólares) o bolígrafos de trabajo (1.500 dólares). También alquiló un apartamento de lujo propiedad de la esposa de un lobista del sector energético. Según informaciones periodísticas, Pruitt también pidió a sus asesores que le encontraran un trabajo a su mujer en la asociación de fiscales republicanos y presionó para que su esposa lograra una franquicia de un local de comida rápida.

Los escándalos le habían supuesto la apertura de diversas investigaciones éticas y que ya no solo fueran legisladores demócratas, sino también algunos republicanos, los que pidieran la renuncia del jefe de la EPA. Sin embargo, en una comparecencia en abril en el Congreso, Pruitt se mostró desafiante y culpó a su equipo de las posibles irregularidades.

Su cercanía con empresarios energéticos también se visualizó en algunos regalos que recibió y en algunas de sus decisiones en la agencia medioambiental. Por ejemplo, el pasado diciembre se supo que la EPA había derogado o retrasado seis de las ocho leyes que habían sido criticadas siete meses antes por el Instituto de Petróleo Americano, el lobby de referencia para la industria del gas y el petróleo estadounidense.

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