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Dos nuevos atentados yihadistas elevan la alerta en Malí a un mes de las elecciones

Emmanuel Macron viaja a Mauritania para abordar la respuesta a la violencia terrorista con los presidentes del G5 del Sahel

José Naranjo
Jóvenes malienses observan el atentado con cochebomba en Gao el 1 de julio.
Jóvenes malienses observan el atentado con cochebomba en Gao el 1 de julio.AFP

Malí ha sido el escenario este fin de semana de dos atentados terroristas que muestran, una vez más, la profundidad de la crisis en materia de seguridad que atraviesa el país africano. Los ataques contra el cuartel general del G5 del Sahel —fuerza militar que lucha contra el yihadismo— en Sevaré (centro del país) y contra blindados franceses de la operación Barkhane en Gao (norte) provocaron unos siete muertos y una treintena de heridos solo unas horas antes de la llegada a Mauritania del presidente francés, Emmanuel Macron, quien ha viajado a África para abordar, precisamente, los desafíos en la lucha contra el terrorismo en el Sahel.

El primer atentado tuvo lugar el pasado viernes. Un coche cargado de explosivos y con al menos una persona a bordo saltaba por los aires enfrente del campamento militar de Sevaré que acoge el cuartel general del G5 del Sahel, la fuerza creada por cinco países africanos para luchar contra el terrorismo yihadista. Al menos tres personas fallecieron y una decena resultaron heridas, según fuentes malienses. La responsabilidad del ataque fue asumida por el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes, bajo la órbita de Al Qaeda y liderado por Iyad Ag Ghali, uno de los terroristas más buscados del Sahel.

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Este domingo un segundo atentado se produjo en Gao, la principal ciudad del norte del país, cuando otro coche bomba conducido por un suicida explotaba al paso de una patrulla militar conjunta integrada por soldados franceses de la operación Barkhane y militares malienses. Al menos cuatro personas murieron, todos ellos civiles que se encontraban en la zona, y hubo una veintena de heridos. Lo más grave es que el ataque ocurrió en el interior de la ciudad, a pocos metros del control de la carretera de Bourem, lo que vuelve a poner de manifiesto la incapacidad de las fuerzas de seguridad para controlar la situación.

Precisamente este lunes el presidente francés Emmanuel Macron aterriza en Nuakchot, la capital mauritana, donde se está celebrando una cumbre de jefes de Estado de la Unión Africana (UA), para reunirse con los presidentes de los cinco países miembros del G5 del Sahel: la propia Mauritania, Malí, Burkina Faso, Chad y Níger. El pasado sábado, el presidente mauritano Mohamed Ould Abdel Aziz aseguraba que el ataque a su cuartel general revelaba “enormes errores” en una fuerza militar de 5.000 soldados que no acaba de encontrar la financiación necesaria para su plena operatividad.

Francia se ha convertido en el gran valedor internacional de la lucha contra la violencia yihadista en la región, pero los compromisos económicos no se concretan. Los 420 millones de euros prometidos al G5 del Sahel por la Unión Europea en febrero no acaban de llegar y la falta de medios de esta fuerza militar es acuciante. Por otra parte, esta unión antiyihadista está bajo sospecha por supuestas violaciones de derechos humanos en el centro de Malí contra civiles a los que se acusaba de complicidad con el terrorismo, 

Estos atentados, a los que se suman otras dos explosiones de artefactos caseros en Koro y Djibock también este fin de semana, se producen a menos de un mes de las elecciones presidenciales en Malí. El próximo 29 de julio, se enfrentarán el actual presidente Ibrahim Boubacar Keita, que en cinco años ha sido incapaz de dar respuesta a los enormes desafíos a los que se enfrenta este país y cuyo gobierno se ha visto envuelto en acusaciones de corrupción, y el candidato opositor Soumaïla Cissé, quien ya fuera su rival en 2012. La amenaza terrorista pende sobre los comicios.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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