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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mattarella, un dique frente a las embestidas

El presidente de Italia ha puesto coto a las coacciones y la arrogancia de Salvini y Di Maio

El presidente de Italia en Roma durante una reunión para formar Gobierno.
El presidente de Italia en Roma durante una reunión para formar Gobierno.ALESSANDRO BIANCHI

Sergio Mattarella ha impedido que el Gobierno del cambio se convirtiese en el Gobierno del empellón. Si el presidente hubiese cedido plegándose a los ultimátums y las amenazas y se hubiese retractado de su única objeción, el equilibro entre los poderes del Estado se habría hecho pedazos. Nada habría puesto coto a las coacciones y la arrogancia.

Matteo Salvini quería una victoria aplastante, doblegar a las instituciones cabalgando sobre la ola de un consenso creciente en el país. En una especie de delirio de campaña electoral permanente, ha intentado aplicar la excavadora que prometía utilizar en los campamentos gitanos para anular los poderes del Quirinal. Acariciando la idea de que la próxima convocatoria electoral pudiese ser un plebiscito (bien porque repitiese el centroderecha, bien a través de una alianza electoral populista con el Movimiento 5 Estrellas, que ganaría en todas las circunscripciones electorales), Salvini ha aumentado la apuesta y ha llegado a rechazar como ministro de Economía a Giorgetti, su segundo de a bordo.

El exlíder legista quería que se nombrase a un teórico de la salida del euro para provocar una ruptura del sistema que está seguro de poder capitalizar. De la misma manera, Di Maio, que fingía ser inofensivo, pero que ha acabado de copiloto de Salvini, ahora desvaría hablando del “fin de la democracia libre” y amenaza con un impeachment.

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El tema del euro había desaparecido de la campaña electoral para volver al centro del debate y de la estrategia de Gobierno inmediatamente después de los comicios sin que hubiese habido una discusión seria, y menos aún un análisis de las consecuencias. El resultado ha sido que ya hemos empezado a pagarlas.

Basta de pensar que la prima de riesgo es un número del demonio, un complot de vete a saber qué poderes contra la pobre Italia, cuando no es más que el índice de la confianza y la credibilidad de nuestro país (Italia) a ojos de quien nos tiene que prestar el dinero.

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Pronto volveremos a votar entre ruinas. Si todavía hay vida en la izquierda, si aún quedan fuerzas responsables y serias, yo las conjuro. Que se manifiesten y dejen de lado rencores y competencias mezquinas.

Mario Calabresi es director de La Repubblica

Traducción: News Clips

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