Total, mayor empresa de la UE en Irán, avisa que saldrá del país si no obtiene garantías
Como a la petrolera francesa, las sanciones de EE UU tras la salida del pacto nuclear pone en alerta a las empresas de la UE en el país persa
La salida de Estados Unidos del acuerdo nuclear no sólo significa nuevas sanciones para Irán, sino que pone en peligro las relaciones comerciales de los europeos con este país. La amenaza de Washington de castigar a las empresas europeas que mantengan sus negocios con Teherán, ya ha llevado a la francesa Total a advertir este miércoles que si no obtiene una exención de EE UU, no podrá seguir adelante con sus proyectos. Otras multinacionales esperan a conocer qué protección va a ofrecerles la UE. En juego está un comercio bilateral de 21.000 millones de euros.
“Total no va a poder mantener su proyecto SP11 y tendrá que desmontar todas sus operaciones antes del 4 de noviembre de 2018 a menos que reciba una exención específica para este proyecto por parte de las autoridades de EE UU”, anuncia la compañía en un comunicado.
La petrolera francesa firmó el pasado julio un contrato multimillonario para desarrollar parte de South Pars, el mayor yacimiento de gas del mundo. Aunque según fuentes del sector las inversiones de Total no han llegado a los 40 millones de euros hasta ahora, constituye el mayor compromiso de un grupo energético occidental en Irán y el primero de una empresa europea del sector tras una década de sanciones.
“Se han firmado muchos MoU [siglas en inglés de memorando de entendimiento], pero pocos contratos [de envergadura]. El único dinero fresco que ha entrado en estos dos años han sido los 500 millones de euros de Renault y [el grupo] Peugeot”, apunta un observador europeo en referencia a sendos acuerdos suscritos por esos fabricantes franceses de automóviles.
Irán ha encontrado dificultades financieras para ejecutar algunos de los convenios anunciados a bombo y platillo. Ante la imposibilidad de asegurar una línea de crédito, la compra de 140 aviones Airbus se ha quedado reducida a tres aparatos (pagados en efectivo). La aeronáutica ni siquiera piensa pedir una exención a EE UU porque muchos de sus componentes se fabrican en ese país, según un representante citado por el Financial Times.
“Estamos analizando la situación”, declara a EL PAÍS una fuente de Renault en Teherán. “Por supuesto que nos preocupa, pero esperamos a conocer qué medidas va a tomar el Gobierno francés antes de tomar ninguna decisión”. En la misma situación se encuentran Total, Danone, Carrefour y otras compañías de esa nacionalidad.
Los ministros galos de Economía, Bruno Le Maire, y Exteriores, Jean-Yves Le Drian, se han reunido esta semana con un centenar de ejecutivos para pedirles que no abandonen Irán mientras negocian una respuesta europea a las sanciones. La UE ha pedido a Washington más tiempo antes de aplicar esas medidas, y planea negociar exenciones para sus empresas. No obstante, todas las fuentes consultadas coinciden en que va a ser difícil permanecer en Irán para cualquier multinacional con negocios en Estados Unidos.
En el caso de España, la única empresa del IBEX con presencia en la República Islámica es Meliá. Tiene un proyecto para la gestión de un hotel en el Caspio que aún no está construido. Aun así, un puñado de pymes intenta capitalizar el potencial de un mercado de 80 millones de habitantes con grandes necesidades tanto de productos de consumo como de tecnología industrial. Sin llegar a los 655 millones de euros exportados en 2011, antes de la imposición de las sanciones nucleares, sus esfuerzos han logrado vender aparatos mecánicos y eléctricos, abonos, productos farmacéuticos y manufacturas de hierro y acero por valor de 360 millones en 2016 y 368 millones hasta noviembre de 2017 (últimos datos disponibles), lo que le convierte en el sexto proveedor europeo.
“No creo que nosotros nos vayamos, pero probablemente disminuya el volumen de trabajo”, admite el responsable de una siderúrgica española. Teme que la falta de financiación reduzca los ambiciosos planes del Gobierno iraní para el sector. “Habrá que ver de qué forma se concreta la amenaza de sanciones”, añade. Como otras muchas empresas extranjeras, la que él representa tuvo que invertir una parte de los contratos que obtuvo en la industria local. Además, está el gasto en materiales que no se recupera hasta que no se empieza a cobrar.
Para las pymes españolas que no tienen negocios en EE UU la preocupación no son tanto las sanciones como las trabas a las transacciones financieras. “Nosotros ya pasamos por esto antes”, explica Jose Girbés, de la empresa de cerámica CeroCuarenta, que desde hace cuatro años ha formado una joint-venture con un socio local. “En nuestro caso, [las sanciones] hasta pueden favorecernos porque fabricamos aquí con estándares europeos y podemos seguir ofreciendo un producto de calidad a precios locales”, declara Girbés. De momento, el único cambio que ha visto es una orden del Banco Central que sólo permite transferir fuera los salarios de los expatriados para frenar la caída del rial.
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