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Irán firma con Total el primer gran contrato tras el fin de las sanciones

El acuerdo para desarrollar el campo de gas de Pars Sur está valorado en 4.200 millones de euros

Un trabajador iraní camina por la plataforma petrolífera en el Golfo pérsico en marzo de 2017.
Un trabajador iraní camina por la plataforma petrolífera en el Golfo pérsico en marzo de 2017. ATTA KENARE (AFP)

Irán ha firmado este lunes un contrato con la petrolera francesa Total para desarrollar su parte del mayor yacimiento de gas del mundo. Se trata de la primera gran inversión en el país por parte de una compañía de energía internacional desde el levantamiento de las sanciones el año pasado. El trato llega en un momento de crecientes diferencias entre Europa y Estados Unidos sobre las relaciones con Teherán, y supone un empuje para el presidente Hasan Rohaní, relegido con una amplia mayoría el pasado mayo, pero asediado por sus rivales conservadores ante lo que consideran falta de resultados tangibles del acuerdo nuclear.

La firma, con la asistencia del presidente ejecutivo de Total, Patrick Pouyanne, se produce apenas un mes después de que el Senado de EE. UU. aprobara una nueva tanda de sanciones contra Irán. El consorcio formado por Total y la Compañía Nacional de Petróleo de China (CNPC) selló un preacuerdo con la Compañía Nacional de Petróleo de Irán (NIOC en sus siglas inglesas) el pasado 8 de noviembre para desarrollar la fase 11 del campo de gas Pars Sur, el mayor del mundo que comparten Irán y Qatar, por un período de 20 años.

“Este es un acuerdo importante para Total, que marca oficialmente nuestro regreso a Irán (…) Estamos orgullosos y honrados de ser la primera empresa internacional en firmar un IPC”, ha declarado Pouyanne durante la ceremonia, en referencia al nuevo modelo de contrato iraní para la explotación de los hidrocarburos. El presidente de la petrolera, que tiene prevista una inversión inicial de mil millones de dólares (880 millones de euros), también ha subrayado que el proyecto respetará “de forma estricta las leyes nacionales e internacionales pertinentes”.

Como otras empresas occidentales, Total abandonó el mercado iraní a principios de esta década a causa de las sanciones que la comunidad internacional impuso a Irán por su controvertido programa nuclear. Ahora es tercera compañía francesa en regresar, tras PSA y Renault, y la primera occidental del sector de la energía.

“Es un gran acuerdo [para Irán]; va a abrir la puerta a que otras empresas”, estima Robin Mills, jefe de la consultora Qamar Energy, citado por Bloomberg. “También proporciona a los iraníes cierta cobertura diplomática tanto por parte de Francia como de China ante los intentos de imponer nuevas sanciones”, añade en referencia a la actitud antiiraní de la Administración Trump. Es lo que esperan los tecnócratas en el Gobierno de Rohaní. De hecho, la holandesa Royal Dutch y la italiana ENI también se han comprometido a desarrollar otras partes del sector más lucrativo de Irán.

Bajo el acuerdo preliminar, Total controlará el 50,1 % del proyecto, CNPC tendrá un 30 % y la iraní Petropars un 19,9 %. Medios económicos estimaron entonces su valor en 4.200 millones de euros. La firma final se retrasó para asegurarse de que el pacto no violaba las sanciones que Estados Unidos aún mantiene contra Irán (por asuntos distintos del programa nuclear, como violaciones de derechos humanos o apoyo al terrorismo). Desde entonces, la situación se ha complicado por la llegada de Donald Trump a la presidencia el pasado enero. Desde el principio ha dejado claro que recela del acercamiento a Teherán de su predecesor y que piensa desmantelar su política.

En ese contexto, la apuesta de Total se ve como un voto de confianza en la República Islámica. “Es una señal de la alta seguridad de las inversiones extranjeras en Irán y un buen mecanismo para el desarrollo económico y la generación de empleo”, ha declarado la diputada Soheila Jelodarzadeh. Analistas iraníes destacan por su parte la decisión francesa de llevar adelante sus proyectos con independencia de Washington, señalando que Total no esperó al resultado de las elecciones presidenciales estadounidenses cuando firmó el preacuerdo, ni ha esperado ahora a ver qué depara la revisión de las políticas estadounidenses.

Irán tiene las segundas mayores reservas de gas del mundo y las cuartas de petróleo, según la Agencia de Información de la Energía, pero requiere inversiones de 175.000 millones de euros durante los próximos cinco años para modernizar su anticuado sector energético. En buena medida, sus dirigentes aceptaron limitar su controvertido programa nuclear para poder hacer frente a esas necesidades. Pero al margen de las restantes sanciones estadounidenses, que disuaden a los grandes bancos, también la lucha de poder en la República Islámica está dificultando la entrada de las multinacionales.

De hecho, el nuevo modelo de contrato para la explotación de hidrocarburos lanzado por el Gobierno de Rohaní ha sido objeto de numerosas críticas conservadoras. Ahmad Tavakolí, un influyente exdiputado que ahora preside el Observatorio para la Transparencia y la Justicia, lo ha tachado recientemente de "ilegal" y pedido que se pare. En su opinión, "necesita el visto bueno del Consejo Supremo de Seguridad Nacional".

Tavakoli, que se expresaba en una carta dirigida al vicepresidente del Gobierno, Eshaq Jahangiri, también ha criticado la concesión a Total por “sus traiciones anteriores” y por “ser contratista de la parte catarí”. Se refería a un contrato que esa empresa firmó hace 20 años en el mismo yacimiento y por el que fue acusada de pagar sobornos a la parte iraní, aunque llegó a un acuerdo extrajudicial con el Departamento de Justicia de EE. UU. y no llegó a ser condenada.

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