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El ultranacionalista serbio Seselj, condenado en apelación por crímenes contra la humanidad

Los jueces de La Haya le condenan a 10 años de cárcel, pero los 11 años ya pasados en custodia superan la pena

Isabel Ferrer
Vojislav Seselj comparece en Tribunal para la antigua Yugoslavia (TPIY) en la Haya en 2003.
Vojislav Seselj comparece en Tribunal para la antigua Yugoslavia (TPIY) en la Haya en 2003.Toussaint Kluiters (AP)

Vojislav Seselj, el líder ultranacionalista serbio, es un hombre libre. Los jueces del Mecanismo de Naciones Unidas para los Tribunales Penales Internacionales (MICT, en sus siglas en inglés) lo han condenado en apelación este miércoles a 10 años de cárcel por crímenes contra la humanidad cometidos en las guerras de los Balcanes. Sin embargo, al haber pasado 11 en custodia, no regresará a la celda. La Fiscalía había apelado el fallo de 2016, que absolvía a Seselj al no haberse relacionado sus soflamas contrarias a la población no serbia, con la limpieza étnica posterior. El MICT es el sucesor del Tribunal para la antigua Yugoslavia (TPIY), encargado de cerrar las apelaciones de los casos.

Theodor Meron, presidente de la sala, ha señalado que “sí hubo llamamiento claro a la limpieza étnica” en un discurso pronunciado por el político en la región serbia de Voivodina. Allí pidió “la expulsión de los croatas, y las consecuencias de sus palabras fueron inmediatas”. De ahí la condena de 10 años de cárcel. El resto de la apelación ha sido rechazado. Seselj, que es hoy diputado del Parlamento serbio, se entregó en 2003 al TPIY. Su exculpación en 2016, en primera instancia, fue una de las mayores sorpresas de la historia de este Tribunal: estaba acusado de reclutar y financiar a voluntarios y de incitarlos a la tortura y el asesinato durante las guerras de independencia de las antiguas repúblicas de la extinta Federación Yugoslava. Los fiscales, que veían en sus palabras “el apoyo moral necesario para la comisión de crímenes contra la población no serbia”, calificaron de “vergüenza” la decisión judicial.

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Además del choque entre jueces y fiscales, el paso del líder serbio por el TPIY presenta aún otra sombra. Con el primer juicio abierto, Seselj fue puesto en libertad en 2014 por razones humanitarias para tratarse un cáncer de colon. Tras 11 años de cárcel durante los cuales torpedeó el proceso con huelgas de hambre y desacato, marchó a Belgrado. Estaba obligado a regresar a La Haya, sede de la corte, pero no lo hizo. Es más, en 2015 aseguró que “nunca lo haría, al menos por voluntad propia”. La Fiscalía se opuso siempre a su marcha, pero los jueces le dejaron salir a condición de que “no se pusiera en contacto con testigos, o víctimas, de los cargos que se le imputaban”. Cuando le dejaron libre, fue el primer sorprendido. Esperaba entre 25 y 28 años de cárcel. En la tranquilidad de su patria, aseguró que su libertad “era la única decisión posible”.

Seselj fue comunista antes de abogar con vehemencia por la Gran Serbia, que abarcaría Kosovo, Macedonia, Bosnia, Montenegro y gran parte de Croacia. En 1984 pasó dos años en la cárcel por una serie de proclamas nacionalistas contrarias al régimen comunista del momento. En 1990, fundó el Movimiento Chetnik de Serbia (los chetniks eran guerrilleros nacionalistas serbios que colaboraron con los nazis y estaban prohibidos en la antigua Yugoslavia). Se presentó a las elecciones presidenciales estando preso por segunda vez, y aunque ganó pocos votos, al salir era ya un político famoso. Eso le permitió fundar en 1991 el Partido Radical Serbio, de extrema derecha.

Durante la desintegración de Yugoslavia habló en público de “expulsar a los croatas de su propia tierra, y de Serbia”. La Fiscalía le acusó en 2003 de la deportación de miles de civiles no serbios y del asesinato de unos 905 bosnios y croatas. En el curso del primer juicio en su contra, mostró su desprecio hacia los jueces negándose a levantarse en su presencia. “¿Ponerme en pie por ustedes, la hez de la Tierra? Imposible, yo soy un duque chetnik”, dijo.

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