Los disparos que partieron en dos la historia de Colombia
El asesinato del liberal Jorge Eliécer Gaitán hace 70 años dio pie al 'Bogotazo'. Un libro recupera las fotos inéditas de esos días
Detrás de la historia reciente de Colombia hay una descarga de tres disparos. Se produjo el 9 de abril de 1948, minutos después de la una de la tarde. Jorge Eliécer Gaitán, líder carismático del Partido Liberal, salió de su despacho en la carrera Séptima, una de las principales arterias de Bogotá, a la altura de la calle 14. El cielo gris de la temporada de lluvias acogía durante esos días en la capital del país la IX Conferencia Panamericana y un congreso de estudiantes impulsado por un joven cubano aún desconocido llamado Fidel Castro. Gaitán hubiera tenido que conocerle esa misma tarde.
Tras caminar unos metros, un sicario disparó al político. Le identificaron como Juan Roa Sierra. El caudillo liberal, que hacía 15 años había fundado la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria, fue trasladado a una clínica cercana. En los boletines de las dos de la tarde las radios ya informaban del magnicidio. La noticia desencadenó una revuelta conocida como el Bogotazo en la que murieron cientos de personas, quizá miles, y que partió en dos el destino de Colombia.
Un libro editado por el Fondo de Cultura Económica en su colección Tezontle recupera ahora, 70 años después, imágenes inéditas de Gaitán en los días previos al atentado y de los disturbios y las protestas contra el Gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez que alentaron el llamado período de La Violencia. Esto es, un recrudecimiento de los choques entre liberales y conservadores y la organización de grupos armados que fueron la premisa para el nacimiento de las guerrillas de las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en 1964.
Las fotografías recogidas en Archivo Gaitán son de un reportero conocido como Lunga, cuyo apellido coincide con el del dirigente. Luis Alberto Gaitán estaba a punto de cumplir 34 años. Inmortalizó al candidato durante los mítines en los que arengaba a sus seguidores confundido entre la multitud. La última foto del político, que ejercía como abogado, se remonta a tan solo unas horas antes del asesinato. La madrugada de ese 9 de abril había ganado un juicio como defensor de un militar acusado de asesinar a un periodista, Eudoro Galarza Ossa, director de La voz de Caldas.
Esa noche se acostó muy tarde y al día siguiente tenía previsto acompañar a Fidel Castro durante una marcha estudiantil. El revólver 32 de su asesino truncó sus planes, su vida y sumió a Colombia en el caos.
“El 9 de abril ocurrió en un muy breve lapso de tiempo”, describe el escritor Mario Jursich, que estuvo a cargo de la edición. “A Gaitán le pegan los tres tiros a la una de la tarde. Él permanece sobre la banqueta 20 o 30 minutos. Después de eso, lo llevan a la Clínica Central, que estaba a un par de cuadras. Y ahí empieza la radio a dar las primeras noticias. Al principio no decían que lo mataron, porque no se sabía. Cuando se difunde la noticia, empiezan las protestas. El 9 de abril no se quemó ni un solo banco. La ira de la gente iba dirigida contra otras cosas. Robaron en almacenes de artículos deportivos, almacenes de licores, de ropa, de electrodomésticos y de muebles. Alrededor de las tres de la tarde ya están quemando los tranvías. Y allí se desata el pandemonio. Las horas entre las tres y las cinco de la tarde fueron el caos”, continúa Jursich.
Grupos de niños pagados por los empresarios que controlaban la red de autobuses prendieron fuego a los vehículos que representaban su competencia, los tranvías. La ciudad se convirtió en escenario de una batalla campal. “No se sabe muy bien cómo, pero Lunga se quedó con unas tiras de un documental que hizo la British Pathé –una productora británica-. Entonces, ya que era muy hábil en el laboratorio, tomó fotogramas y los convirtió en fotos”. En ellas se ven los disparos, el despliegue del batallón Usaquén ordenado por el Gobierno, los cadáveres amontonados en el cementerio central.
El autor del magnicidio fue detenido enseguida y conducido a una droguería cercana. Una multitud de transeúntes, según las crónicas de la época, le mató ya en el comercio. Fue enterrado y días después unos militantes liberales le desenterraron para fotografiarle.
Las instantáneas de Lunga captan el aura de un dirigente con una personalidad arrolladora que cuando falleció tenía 45 años. Fue ministro de Trabajo y Educación, alcalde de Bogotá, vivió en Roma, donde cursó, en pleno auge del fascismo, un doctorado en Derecho. El rictus de Gaitán, su talante en público, la estética y la conciencia de la importancia de la imagen para cristalizar el espíritu de un proyecto político constituyen una herencia, explica Jursich, de esa etapa. La trayectoria del candidato, que ya había sido aspirante no oficial del Partido Liberal en las elecciones de 1946, parecía imparable. Hasta ese viernes 9 de abril.
Así cambió la historia del país andino. “Casi todos los colombianos condenaron el crimen abominable que segó la vida de Gaitán, pero nadie previó sus tremendas consecuencias. Así como en las ciudades, Gaitán contaba con inmenso caudal de irrestricta adhesión dentro de la masa campesina. Él abanderaba la esperanza de solución de toda una problemática secular”, escriben los historiadores Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna en La violencia en Colombia. Con el telón de fondo de la Guerra Fría, ese asesinato, cuyas circunstancias aún están rodeadas de interrogantes, sentó las bases para que empezara el conflicto armado que, en el fondo, todavía no ha terminado pese al fin de la guerra con las FARC, la desmovilización y el desarme del grupo insurgente más antiguo de América.
Este lunes se inaugura en la sala Débora Arango de Bogotá la exposición Una memoria gráfica del Bogotazo.
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