La OTAN rechaza a 10 diplomáticos rusos por el ataque químico
La Alianza expulsa a siete diplomáticos de la delegación rusa y niega la acreditación a otros tres
La OTAN expulsará a siete diplomáticos rusos que operan en la representación ante la Alianza y negará las credenciales a otros tres que esperaban respuesta. Esta es la reacción de la organización político-militar al ataque químico que se produjo a principios de marzo en la ciudad inglesa de Salisbury y que ha sido atribuido a Moscú. "Comportarse del modo en que lo ha hecho Rusia tiene costes y consecuencias", ha justificado este martes el secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, en una breve comparecencia.
Más allá de expulsiones concretas, la OTAN ha recortado —como ya hizo en 2015— la dimensión máxima que puede tener la representación rusa ante sus cuarteles generales (no disponen de oficina en la sede de la Alianza desde hace años). Del límite actual de 30 personas se pasa a 20, una meta que se logrará con las expulsiones recién anunciadas. Stoltenberg ha dejado entrever que con este movimiento espera dificultar las actividades de espionaje que pueda realizar Rusia en suelo occidental: "Rusia verá reducida su capacidad para hacer trabajos de inteligencia en los países de la OTAN".
El anuncio llega un día después de que más de la mitad de los países que integran ese bloque —Estados Unidos y buena parte de la Unión Europea— anunciasen expulsiones coordinadas de más de un centenar de diplomáticos rusos. Aunque la OTAN fue de las primeras organizaciones en condenar el episodio de Salisbury y avaló desde el principio las pesquisas británicas sobre la autoría rusa, hasta ahora no había adoptado ninguna medida concreta. El castigo diplomático a Moscú se ha acordado tras una reunión que ha mantenido Stoltenberg con los embajadores de los 29 países miembros de la OTAN.
Sospechas de espionaje
La Alianza lleva tiempo recelando de la labor que desempeñan los diplomáticos rusos desplegados en su entorno. Hace apenas tres años, la organización elaboró una norma que impedía a las delegaciones extranjeras en la OTAN tener más de 30 representantes acreditados. Curiosamente, la única legación que sobrepasaba ese número era Rusia. La sospecha, nunca verbalizada, era que esos diplomáticos pudieran estar realizando funciones de espionaje.
Tras la anexión ilegal de Crimea, la Alianza suspendió toda la cooperación práctica que mantenía con Rusia, que dejó de ser un socio como lo había sido desde 1997. Entonces, la organización con sede en Bruselas decidió impedir el acceso regular de sus diplomáticos al edificio. Solo cuatro personas (el embajador, puesto actualmente vacante, su adjunto y dos ayudantes) pueden transitar sin vigilancia por el edificio aliado. El resto deben ser escoltados. Al contrario que otros países socios de la OTAN, que disponen de unas dependencias en esa sede, todos los diplomáticos rusos trabajan de manera permanente en unas oficinas alejadas de los cuarteles generales aliados.
Otro país europeo se ha sumado este martes a los 14 que anunciaron ayer expulsiones de representantes rusos. Se trata de Irlanda —ajena a la OTAN—, que expulsará a una persona. Con esta última aportación a la lista, 16 de los 28 países de la UE han adoptado ya medidas de represalia hacia Rusia. A eso se añade la decisión de expulsión de personal diplomático ruso de Australia y Macedonia.
Fuentes diplomáticas aseguran que esta respuesta tan coordinada ha sorprendido al Kremlin. "Rusia ha infravalorado la unidad de la Alianza", ha señalado Stoltenberg en Bruselas. Las dudas iniciales sobre si Moscú respaldaba el intento de envenenamiento del exespía Serguéi Skripal y su hija en Salisbury impidieron reacciones rápidas, especialmente en la Unión Europea. La intensa labor de persuasión que ha realizado la primera ministra británica, Theresa May, en los últimos días ha elevado el nivel de la respuesta entre sus socios, tanto en el club comunitario como en el aliado.
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