Los contactos ocultos del yerno de Trump con potencias extranjeras le sitúan en la cuerda floja
Cercado por el fiscal especial y rechazado por el núcleo duro de la Casa Blanca, Jared Kushner se ha vuelto el eslabón más débil del entorno presidencial
Jared Kushner vuelve a balancearse en la cuerda floja. Las sombras que se ciernen sobre el yerno y asesor del presidente Donald Trump han motivado su expulsión de la reunión de inteligencia de la Casa Blanca y han multiplicado las dudas sobre su futuro. En su contra juega no solo su papel en la trama rusa, sino el descubrimiento de que, ante su falta de experiencia y sus deudas familiares, México, China, Israel y Emiratos Árabes Unidos planearon manipularle en favor de sus intereses.
El que fuera uno de los paladines de la corte imperial, se ha vuelto su eslabón más débil. Sobre él convergen todas las presiones y difícilmente seguiría en pie si no fuera por el apoyo que aún le brinda el presidente. Pero su poder ya no es el de antaño. Nada más ocupar el cargo, el jefe de gabinete, el general John Kelly, le cortó el hilo directo que mantenía con Trump y que le permitía entrar cuando quisiera en el Despacho Oval. Debilitado, tampoco le han ayudado los escasos resultados de sus gestiones en Oriente Próximo ni sus actuaciones al margen del secretario de Estado, Rex Tillerson, y el cuerpo diplomático.
Poco querido por los pesos pesados de la Casa Blanca, las dudas sobre su capacidad política se han agigantado al descubrirse la tupida red de contactos exteriores que ha mantenido al margen del Consejo de Seguridad Nacional. En sus seguimientos, los servicios de inteligencia han sacado a la luz una madeja de llamadas y reuniones al más alto nivel de las que Kushner no había informado. Se trata de vínculos con países cuyos altos cargos, según ha revelado The Washington Post, discutieron en privado sobre cómo influir en el yerno de Trump. Los asuntos tratados no han sido hechos públicos, pero para cualquiera de estos gobiernos la relación con EE UU es vital: México, por el Tratado de Libre Comercio; China, por la rivalidad comercial y geoestratégica, e Israel, por su propia supervivencia.
Aunque no ha trascendido si efectivamente llegaron a manipular a Kushner, sí que se ha sabido que los Emiratos Árabes Unidos revisaron la situación de sus negocios familiares y que detectaron su debilidad a raíz de una operación inmobiliaria en Manhattan que ha generado una deuda de 1.200 millones de dólares que vence en enero próximo.
El chantaje del padre
Jared Kushner sabe lo que es tener a la justicia en contra. Su progenitor fue condenado en 2005 a 14 meses de cárcel por evasión fiscal, pagos ilegales en campaña y presiones a un testigo. Un capítulo negro que destapó la falta de escrúpulos de Kushner padre. Cuando este descubrió que su hermana estaba colaborando con las autoridades, contrató a una prostituta de lujo para que se acostará con su marido, y con el vídeo intentó un chantaje. La hermana no se arredró y denunció la maniobra, que acabó engrosando la pena.
A estas vulnerabilidades se suma el cerco al que le ha sometido el fiscal especial de la trama rusa, Robert Mueller. El yerno del presidente no es un personaje ajeno al mayor escándalo del mandato. Él fue uno de los consejeros de Trump que más denodadamente apoyaron, en contra del estratega jefe, Steve Bannon, destituir al director del FBI, James Comey, tras su negativa a dar carpetazo a la investigación. Es más, desde los inicios de la campaña electoral mantuvo un papel principal en los contactos con Moscú como demuestra que en diciembre celebrase una reunión con el radiactivo embajador ruso en Washington, Serguei Kislyak, y que le ofreciese establecer un canal de comunicación secreto con el presidente ruso, Vladímir Putin. El fiscal especial dispone además de miles de correos que Kushner envió durante las elecciones y en sus últimas pesquisas ha inquirido sobre sus contactos internacionales.
Despreciado por el gabinete, perseguido por Mueller y sin más mérito que su matrimonio con Ivanka Trump, el yerno del presidente ha empezado a tocar fondo. El último golpe ha sido su expulsión de las reuniones matinales donde se tratan los informes calificados de alto secreto. El motivo formal es que el FBI no ha podido completar la investigación que debe demostrar que está libre de sospecha. Pero la causa política no se la ha escapado a nadie: Kushner se ha vuelto un compañero de viaje incómodo, una bomba andante a la que nadie quiere estrechar la mano. Y menos dar acceso a los grandes secretos de Estado.
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