Holanda suprime el referéndum consultivo tras el incómodo ‘no’ al pacto Ucrania-UE

El Congreso holandés ha suprimido este jueves el referéndum consultivo. La oposición en pleno ha acusado a Kajsa Ollongren, ministra de Interior en la actual coalición de centroderecha, de “patear la democracia” y “temer al electorado”, pero se ha eliminado una consulta que puso en un aprieto a Holanda en 2016. Entonces, esta votación no vinculante -que sumó un 32,2% de participación- rechazó el acuerdo de asociación entre la UE y Ucrania. La Haya no lo había ratificado aún y quedó en evidencia ante sus socios europeos. Algo que prefiere evitar en el futuro.

Como el Ejecutivo cuenta solo con los 76 escaños que fijan la mayoría en una Cámara de 150, el suspense se ha mantenido hasta el final. Si un diputado vulneraba la disciplina de voto, el empate técnico habría bloqueado los planes oficiales. Antes del sufragio, saldado con 76 votos a favor de abolir este tipo de consulta, y 69 en contra, el Consejo de Estado dictaminó que “no hace falta convocar un referéndum previo, para saber si se suprime el consultivo”. Geert Wilders, el líder populista de derecha, lo calificó de “día negro para la democracia”. Paradójicamente, el 21 de marzo habrá una votación popular, pactada con anterioridad a la decisión de este jueves, sobre las escuchas telefónicas a cargo de los servicios de inteligencia y seguridad.

Durante el debate parlamentario, la ministra Ollongren ha sostenido que los electores malinterpretan los efectos de un referéndum no vinculante, y prefiere que las quejas populares se resuelvan “a escala local”. “Un Ayuntamiento”, dice, “es el poder más cercano al ciudadano”. Según Martin Bosma, portavoz del Partido para la Libertad, de Wilders, “es la mejor forma de enterrar la democracia”. Para subrayar su postura, se vistió “de funeral”. Henk Krol, cabeza visible de 50 Plus, el partido de los pensionistas, recordó que “solo la antigua República Democrática de Alemania borró el referéndum de sus leyes”. Y desde el Partido Socialista (a la izquierda de la socialdemocracia), le preguntaron a la política si había “vendido su alma”. Ella es liberal de izquierda.

El acuerdo de asociación entre la UE y Kiev pretendía estrechar las relaciones económicas entre ambas partes. Aunque había entrado en vigor, en parte, el 1 de enero de 2016, en abril de ese mismo año, tres grupos euroescépticos holandeses reunieron 446.000 firmas para pedir un referéndum consultivo. Sobrepasaron con creces el mínimo de 300.000 rúbricas exigidas, y su campaña se centró en asegurar que el acuerdo “era una forma de meter a Ucrania, un país corrupto, en la UE por la puerta de atrás”. El primer ministro, Mark Rutte, dijo que “tendría en cuenta el resultado”, y como el no sumó el 61,1%, frente a un 38,1% de síes, fue a explicarse a Bruselas. La situación se desbloqueó en 2017 a base de acotar el ámbito de aplicación del acuerdo. En particular, recalcando que ni Ucrania se convertía en candidato a la adhesión a la UE, ni sus ciudadanos podrían trabajar o establecerse en territorio comunitario.