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La misión turca para aplastar a los aliados de EE UU en Siria

La ofensiva contra las milicias kurdas en el cantón de Afrin se ha cobra la vida de al menos 78 personas, 24 de ellas no combatientes

Mehmet Gürler, herido tras explotar un proyectil lanzado desde Siria por las milicias kurdas YPG en la localidad turca de Reyhanli. Una persona murió y una cincuentena sufrieron heridas de diversa consideración tras caer once proyectiles en Reyhanli este domingo. En vídeo, declaraciones del portavoz del Gobierno turco.Vídeo: ANDRÉS MOURENZA / REUTERS-QUALITY
Andrés Mourenza

En casa de los Gürler no se puede caminar sin que el suelo cruja bajo los pies. Los vidrios de todas las ventanas, hechos añicos, alfombran los dos pisos de esta modesta vivienda de un barrio de Reyhanli, ciudad situada a apenas unos kilómetros de la frontera con Siria. El domingo, en torno a las tres y media de la tarde, Mehmet Gürler descendió al negocio familiar, en la planta baja, a revisar unos asuntos y hacer una llamada telefónica cuando, de improviso, algo explotó frente a la tienda. Un cohete había alcanzado un vehículo en medio de la calle matando a su ocupante (un refugiado sirio). Las llamas de la deflagración devoraron un par de automóviles y la metralla hirió a una decena de viandantes. Este lunes, la habitación de la hija adolescente de Mehmet, cristales rotos y paredes cubiertas de las marcas de metralla ante la mirada inerte de sus peluches, eran la estampa trágica de que la guerra, aquí, no es solo los titulares que copan los telediarios y las consignas belicistas que impregnan las redes sociales en Turquía. La guerra, aquí, es algo cercano y físico.

“La gente de esta ciudad ha sufrido mucho a causa de la situación en Siria”, lamenta Hüseyin Filiz, alcalde del barrio de Gültepe, alcanzado por dos proyectiles. Tanto es así, que el pánico ha llevado a que, en los últimos días, al menos 20 familias abandonen el barrio en dirección a localidades más seguras para “poder vivir en paz junto a sus familias”. “Esto no ha terminado. La operación contra Afrin continúa y desde que se inició, la organización (YPG) ataca nuestros barrios. Lo que queremos es que nuestro Ejército acabe cuanto antes con ella”, añade Filiz. Durante el fin de semana cayeron nueve cohetes de 80-100 mm sobre el casco urbano de Reyhanli y otros dos en las huertas del extrarradio, hiriendo a cerca de 50 personas. Según algunas fuentes son proyectiles de fabricación casera, según otras, de manufactura israelí y suministrados por Estados Unidos a las Unidades de Protección Popular (YPG), la milicia kurda de Siria a la que ahora Turquía pretende barrer de las áreas fronterizas pues la considera una amenaza a su seguridad.

Desde luego, el alcance de fuego no es escaso ya que Reyhanli se halla a 10 kilómetros de las posiciones de las YPG en Siria. Y aunque el Ejército turco afirmó haber “neutralizado” los puntos desde dónde se habían lanzado los proyectiles, el lunes volvieron a caer sobre las localidades turcas de la frontera: un mortero mató a un civil en la aldea de Kaletepe e hirió a otros dos, y tres cohetes cayeron sobre la ciudad de Kilis, aunque sin provocar víctimas.

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La representante de Política Exterior de la UE, Federica Mogherini, expresó su “preocupación extrema” por la ofensiva turca sobre Afrin, que según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos se ha cobrado ya la vida de 22 civiles debido a los bombardeos turcos y dos por fuego kurdo. El Observatorio, con sede en el Reino Unido pero con amplios contactos sobre el terreno, ha documentado también la muerte de 54 combatientes, prácticamente la mitad de cada bando.

Sin embargo, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo que “no habrá marcha atrás en Afrin”, una operación que en sus palabras está destinada a “liberar” la zona de “organizaciones terroristas”. “Nos iremos cuando el trabajo esté terminado, no tenemos intención de quedarnos”, agregó, si bien advirtió que “la guerra no es cálculo matemático” y que Turquía “no pedirá permiso a nadie” para continuar su campaña militar.

A través de 15 puntos, las fuerzas turcas y sus aliados del Ejército Libre Sirio (ELS) atacaron el cantón de Afrin, logrando avances de entre tres y siete kilómetros en al menos cuatro zonas al oeste y norte de este territorio enclavado en la esquina noroccidental de Siria y aislado del resto de territorio bajo control kurdo. El mando de la operación Rama de Olivo, como la ha bautizado Ankara, aseguró haber conquistado varias aldeas como Sheij Ubasi, Marsu, Haftar y Sheij Haruz. Uno de los combates más duros de este lunes se registró en el monte Bersaya en el que, tras duros ataques de la aviación y una ofensiva liderada por tanques y blindados turcos, las fuerzas aliadas de Ankara lograron plantar su bandera a media tarde para después retirarse ante el contraataque de las YPG. Además, los cazas y la artillería turca bombardearon las localidades de Ras al-Ayn y Amude, en el noreste de Siria, con el objetivo de impedir que las fuerzas kurdas desvíen refuerzos de esas zonas para participar en la defensa de Afrin.

Asimismo, los turcos abrieron un nuevo frente en el oeste de Afrin desde Azaz, un territorio en el interior de Siria que controlan los turcos desde 2016 y en el que tienen desplegados unos 1.500 militares. Si bien la dirección de la ofensiva recae en las Fuerzas Armadas de Turquía, así como el sostén aéreo y la artillería, las botas sobre el terreno las ponen el ELS y facciones islamistas leales a Ankara. Más de 25.000 rebeldes sirios participan en la operación turca. “Pretendemos rodear la ciudad [de Afrin] y asegurarnos de que las milicias (YPG) salen de ella”, afirmó en declaraciones a Reuters Yaser Abdul Rahim, comandante de Failaq al Sham.

“En todos los puntos hay duros combates e intensos bombardeos de los turcos”, explicó por teléfono desde el interior de Afrin a EL PAÍS un comandante de las YPG. Otro portavoz del grupo kurdo afirmó a este diario que “en el tercer día de agresión turca, un fallido intento del Ejército turco y sus mercenarios de avanzar a través del frente de Azaz […] fue contenido con grandes bajas para las fuerzas enemigas”. Los kurdos se sienten traicionados por las potencias, y no sin cierta razón: Rusia ha apartado a sus fuerzas desplegadas en Afrin, y Estados Unidos, que se ha apoyado en los kurdos para derrotar al Estado Islámico, no ha movido un dedo para impedir el ataque, temeroso de perder a un aliado tan importante en Oriente Próximo como es Turquía. “Sin el permiso de Rusia, nadie puede usar el espacio aéreo en la región atacada. Por eso pedimos a Rusia que exprese de forma abierta su postura y por qué nuestra pacífica gente ha sido atacada por Turquía pese a haber observadores rusos (sobre el terreno)”, denunciaron las Fuerzas Democráticas Sirias, coalición liderada por las YPG, en un comunicado en el que también exigieron tomar partido a sus socios occidentales: “La Coalición Internacional [contra el Estado Islámico], que es nuestro aliado en la lucha contra el terrorismo, debería cumplir con su responsabilidad respecto a nuestras fuerzas y el pueblo de Afrin”.

Más allá de expresar su “preocupación” por la ofensiva turca, el secretario de Estado de EE UU, Rex Tillerson, reconoció el derecho de Turquía a “protegerse del terrorismo”, palabras similares a las utilizadas por la primera ministra británica, Theresa May, y que en Turquía han sido interpretadas como un visto bueno a su ofensiva sobre Afrin.

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