Turquía inicia una ofensiva militar contra un cantón kurdo en Siria
La localidad de Afrin está defendida por milicias aliadas de Estados Unidos en la lucha contra el ISIS
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dio este sábado por iniciada la ofensiva militar contra el cantón de Afrin, área situada en la esquina noroccidental de Siria y controlada por las Unidades de Protección Popular (YPG), milicia kurdo-siria a la que Ankara considera terrorista por sus lazos con el grupo armado kurdo-turco PKK. “La operación terrestre en Afrin ha comenzado”, anunció el mandatario islamista en un discurso a sus seguidores en el que prometió “limpiar de basura terrorista” toda la zona fronteriza. Rusia ha manifestado que sigue con "preocupación" la ofensiva. Según la agencia rusa Interfax, Moscú habría reubicado el contingente ruso situado precisamente en Afrin.
El Estado Mayor del Ejército turco anunció el inicio de la operación bajo el nombre Rama de olivo a partir de las 17.00 del sábado (hora local). Entre los argumentos para defender la operación, el derecho a la "legítima defensa" y a diferentes resoluciones de la ONU. El Estado Mayor ha aclarado además que respetará la integridad territorial de Siria. De acuerdo con la agencia ANHA, cercana a la organización kurda, un destacamento turco compuesto por “diez tanques, cinco akrep (blindados ligeros) y un gran número de soldados” intentó penetrar por tierra en Afrin a la altura de la aldea fronteriza de Balia , pero fue “repelido” por las fuerzas locales. Diversas fuentes informaron sobre intercambio de disparos y escaramuzas en otros puntos de la frontera turco-siria. Igualmente, facciones rebeldes islamistas aliados con Turquía, atacaron posiciones kurdas al este de Afrin desde el interior de territorio sirio en un combate en el que habría habido al menos 4 muertos. La cadena CNN-Türk informó también de bombardeos de ocho cazas F-16 turcos a las posiciones kurdas en las montañas que hacen de frontera entre Turquía y Siria.
Desde hace meses, el Ejército turco ha concentrado tanques y piezas de artillería en las cercanías de la frontera entre Turquía y Siria. Se han establecido campamentos militares en al menos siete puntos de la zona y la maquinaria cava zanjas y levanta muros de protección, informa el diario Habertürk. En los días previos a la intervención terrestre, la artillería turca disparó numerosos obuses contra las posiciones kurdas en el cantón de Afrin, según confirmó un comandante de las YPG con el que pudo hablar EL PAÍS el viernes. La fuente aseguró que el bombardeo sólo había producido “daños materiales”, si bien el mando de las Fuerzas Armadas Turcas afirmó haber destruido varios “refugios” de la organización kurda.
El inicio de la ofensiva turca ha estado precedido de una intensa campaña belicista en los medios turcos y es que la operación tiene un alto componente de política interna: Erdogan lleva meses tratando de aumentar su base de apoyo de cara a las cruciales elecciones a las que se enfrentará el próximo año mediante una política decididamente nacionalista. Y la lucha contra el PKK y su extensión siria suscitan amplio consenso en Turquía. No en vano, esta semana 500 personas se presentaron en una base militar de Estambul coreando eslóganes como “Todo turco nace soldado” o “Si la patria está en juego, el resto no importa” y pidiendo ser enrolados en la operación militar.
El presidente turco subrayó este sábado que las fuerzas turcas no se detendrán en la operación de Afrin y apuntó a que el siguiente objetivo sería Manbij, localidad siria que se disputan milicias rebeldes aliadas de Ankara y milicias árabes y kurdas aliadas de Estados Unidos. Posteriormente, dijo Erdogan, “continuaremos paso a paso hasta la frontera iraquí para limpiar la zona de esta basura terrorista que pretende cercar nuestro país”. La portavoz del Departamento de Estado de EE UU, Heather Nauer había advertido este viernes a Turquía de que no actuase contra Afrin: “No queremos que se involucren en más violencia, los queremos centrados en (la lucha contra) Daesh (acrónimo árabe para referirse al Estado Islámico)”. Pero la respuesta de Erdogan no deja lugar a dudas del pobre estado de las relaciones entre Washington y Ankara: “Sea como sea, ya no nos importa lo que digan (…). Para nosotros no importa que una organización terrorista se cambie el nombre, su nombre seguirá siendo organización terrorista”.
Turquía y EE UU andan a la gresca desde que la Administración Obama eligió a las YPG como aliado estratégico en Siria a fin de acabar con el Estado Islámico pese a conocer los lazos de la organización kurdo-siria con el PKK, grupo al que Washington tiene catalogada como terrorista. En algo más de tres años, la milicia kurda se ha revelado una buena elección militar ya que, aliada con diversas facciones árabes, ha logrado reconquistar la mayor parte de terreno ocupado por los yihadistas. Sin embargo, esta victoria bélica ha sido a costa de dañar, prácticamente de forma irremediable, las relaciones con Ankara, uno de los aliados más antiguos con los que contaba Washington en Oriente Medio. Y el reciente anuncio de que EE UU entrenará a una fuerza de vigilancia fronteriza de 30.000 efectivos, la mitad de ellos kurdos, no ha hecho sino enfurecer aún más al Gobierno turco. “¿Cómo es posible que un aliado establezca una fuerza de vigilancia en la frontera de otro socio de la OTAN?”, se preguntan en Ankara.
La elección de Afrin para atacar la alianza kurdo-estadounidense no es baladí: el cantón kurdo es el eslabón más débil pues se halla aislada del resto de territorio controlado por las YPG y rodeado por Turquía al norte y oeste y por fuerzas rebeldes favorables a Ankara al este y al sur, zonas en las que además el Ejército turco tiene desplegados unos 2.000 efectivos de la Operación Escudo del Éufrates y de su reciente intervención en la provincia siria de Idlib. Tampoco hay presencia estadounidense en Afrin, aunque según los servicios de inteligencia turcos han llegado armas estadounidenses a las fuerzas YPG allí desplegadas.
Con todo, la operación militar turca es muy arriesgada. La oposición socialdemócrata turca, que en principio apoya el ataque, ha pedido explorar vías diplomáticas y garantizar que Rusia permita la participación de la aviación turca en la campaña militar (el Gobierno de Damasco avisó de que podría derribar los aparatos turcos si violaban su espacio aéreo pero, hoy por hoy, quien manda en los cielos sirios es Moscú). Un experto en seguridad consultado por este periodista explicó que sin apoyo de bombardeos aéreos, Turquía tendrá muy difícil avanzar. Incluso con el sostén de la aviación, Afrin podría convertirse en una trampa para los turcos ya que se trata de “territorio hostil”, con importante densidad de población urbana (más de 170.000 habitantes) y donde podría haber numerosas bajas civiles. Según el analista kurdo Mutlu Civiroglu, las YPG están entrenando en tácticas de “autodefensa” a la población civil de Afrin y en la capital cantonal ha habido grandes manifestaciones contra el ataque turco en las últimas semanas.
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