EE UU gobierna a base de prórrogas presupuestarias
La profunda división política provoca que la mayor potencia del mundo lleve años sin aprobar una partida de gasto cerrada
El Gobierno de Estados Unidos está completamente partido y la profunda división, que no para de crecer, está provocando que las operaciones de las agencias federales se financien desde hace prácticamente una década sin que haya un presupuesto anual cerrado a tiempo. Ante este limbo político, la solución pasa por ir pactando prórrogas temporales del gasto que toman como referencia las resoluciones presupuestarias pactadas en años anteriores.
El ejercicio fiscal en EE UU arranca el 1 de octubre. La Casa Blanca presentó su primer borrador de presupuesto en marzo, con un diseño que contó con el rechazo en bloque de los demócratas. La Administración de Donald Trump logró pactar con los republicanos los principios básicos, que se plasmó en una resolución presupuestaria a final de octubre que detallaba el reparto del gasto por categorías.
Se trató más bien de una maniobra de procedimiento para preparar la negociación de la reforma fiscal y abrir así una vía rápida que permitiera recortar los impuestos. Las diferentes partidas de gasto quedaron, sin embargo, pendientes de ser autorizadas por las dos cámaras legislativas por el litigio que libra el Ejecutivo de Trump con la oposición demócrata sobre cómo financiar su política de inmigración.
Sin una partida de gasto autorizada por la incapacidad del Congreso y del presidente para llegar a un acuerdo aceptable que financie el trabajo de las agencias y sus programas, las actividades no esenciales del Gobierno cesan. La última vez que se produjo algo similar fue en octubre de 2013 y duró 16 días. Se debió a una disputa entre el entonces presidente, Barack Obama, y los republicanos por la reforma sanitaria.
Aquella vez la situación fue realmente grave porque la parálisis se produjo al borde de que se rebasara el límite que tenía el Tesoro para endeudarse. El riesgo de la inacción era real. Esta vez, sin embargo, se ve como un dolor de cabeza pasajero. Las consecuencias, señala Robert Barro desde el American Enterprise Institute, serán “temporales”, aunque advierte tendrá una influencia en la agenda política de Washington.
Incertidumbre
Las prórrogas continuas del presupuesto limitan la ejecución de las prioridades de gobierno, añade Goldman Sachs en una nota a sus clientes. El riesgo, insisten sus analistas, es que esta situación se repita cada vez más a lo largo de la presidencia Trump por la profunda división que hay entre demócratas y republicanos en casi todo. “Este discurso político no es efectivo”, valoran desde Stifel al lamentar la manera con la que se está gobernando.
La agencia de calificación Standard&Poor´s lleva años advirtiendo de la incertidumbre que generan los políticos en Washington. Y esta falta de confianza entre los partidos es el argumento principal que utiliza para seguir manteniendo la deuda soberana de EE UU fuera del exclusivo club de la triple A, el grupo de países que tienen la máxima solvencia. La mayor potencia económica del planeta tiene una calificación de AA+ desde el verano de 2011.
El parón afecta directamente a 850.000 funcionarios, que este lunes se quedaron en casa. Se le puede sumar otro millón más de funcionarios que ocupan puestos esenciales sin cobrar. Es, en todo caso, una proporción menor comparada con los 154 millones de empleados que integra el mercado laboral y todos recibirán sus pagas con efecto retroactivo. El problema es mayor para las contratistas, como en la industria de la defensa.
EE UU sigue conservando la triple A con Moody´s y Fitch. Como coinciden los analistas, el cese no representa una calamidad financiera, porque la economía es lo suficientemente sólida para soportarlo. Pero insisten en que esta situación de incertidumbre crea un daño voluntario que es evitable. El temor es que se esté dando la imagen de que el Gobierno no es capaz de cumplir con sus obligaciones.
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