Otros antecedentes de un cierre de la Administración estadounidense
En 1995, con Clinton de presidente, duró 21 días. En 2013, con Obama, fueron 16
Hay muchos nervios en Washington. Antes del cierre de la Administración, las cadenas de televisión y las páginas web de los diarios estadounidenses mostraban un reloj con una cuenta atrás de cuánto faltaba para que el Gobierno federal se quedara sin fondos. Tras hacerse efectivo el cierre, mostraban un reloj con las horas que han pasado desde entonces. La falta de acuerdo, antes de medianoche entre demócratas y republicanos en el Senado, divididos en asuntos migratorios, activó un periodo de contingencia en el presupuesto, que puede dejar temporalmente sin trabajo a numerosos funcionarios. Las consecuencias pueden ser severas. Pero el proceso no es insólito: Estados Unidos ha vivido otros shutdowns en el pasado, el último en 2013.
En los cuatro años del demócrata Jimmy Carter en la Casa Blanca (1977-1981), hubo cada año un cierre de la Administración por desacuerdos presupuestarios. La duración media fue de 11 días. Y en los ocho años de presidencia del republicano Ronald Reagan (1981-1989), hubo seis cierres pero fueron de uno o dos días respectivamente.
Los antecedentes más graves son de hace 23 y 5 años. En diciembre de 1995, durante el Gobierno del demócrata Bill Clinton, hubo un shutdown de 21 días, el más largo según los registros disponibles. La cúpula republicana del Congreso promovió el cierre como una vía de presionar a Clinton a favor de un presupuesto más conservador, pero la táctica de bloqueo se les giró en contra: hizo aumentar la popularidad de Clinton, que en noviembre de 1996 ganó la reelección para un segundo mandato.
La paralización tuvo efectos menores para los ciudadanos, como el cierre de parques públicos o el retraso en procesos administrativos. En cuanto a los funcionarios, trabajaron un 69% de los trabajadores civiles del Pentágono, un 85% de los de Asuntos de Veteranos y un 70% de los de Transporte, según datos citados por la agencia Associated Press.
El obstruccionismo en 2013 lo volvieron a propiciar los republicanos. Liderados por el senador Ted Cruz, la bancada ultraconservadora del Tea Party pidió incorporar, al trámite de renovación de los fondos federales, medidas para bloquear la implementación de la reforma sanitaria del presidente Barack Obama, un anatema para los republicanos. Los demócratas rechazaron el chantaje y durante 16 días la Administración se quedó sin presupuesto ordinario. Finalmente, los republicanos moderados, encabezados por Paul Ryan, el actual presidente de la Cámara de Representante, lograron aplacar a los sectores más insurgentes.
Las consecuencias fueron notorias: 850.000 trabajadores gubernamentales no fueron a trabajar (cobraron su sueldo más adelante de forma retroactiva), lo que hizo que museos e instalaciones públicas tuvieran que cerrar, la parálisis costó 6,6 millones de días de trabajo al Gobierno y una pérdida de 20.000 millones de dólares a la primera potencia mundial, según una estimación de Moody's Analytics.
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