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Cuidado con difundir un vídeo sexual en las redes

La imputación de un millar de jóvenes acusados de pornografía infantil en Dinamarca alienta el debate sobre el material que se comparte en Internet

Belén Domínguez Cebrián
Intercambio de archivos porno por el móvil.
Intercambio de archivos porno por el móvil. Luis Sevillano

La velocidad de difusión de contenidos que tienen las redes sociales es abrumadora. El pasado lunes, 1.004 jóvenes —unos 800 hombres y 200 mujeres de entre 14 y 25 años— fueron acusados de pornografía infantil en Dinamarca por compartir un vídeo de dos quinceañeros manteniendo relaciones sexuales. Frente al último escándalo que ha puesto en alerta a la sociedad del país escandinavo, los expertos avisan preocupados de que el consumo de contenidos sexuales en estos tiempos ha dejado de ser el porno tradicional. El morbo está en la vida real. Pero esas imágenes reales pueden ser robadas sin el consentimiento de los protagonistas (o de alguno de ellos), de menores o de víctimas de esclavitud sexual. Dar al botón de compartir en las redes sociales o en WhatsApp puede suponer un delito.

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“Ver lo que hace [en la intimidad] la hija de tu vecina es mucho más llamativo”, explica al teléfono Jonas Ravn, del Centro para la Educación Digital en Dinamarca. Esta ONG ha detectado, además, que los que consumen y comparten material sexual en la Red son cada vez más jóvenes. También los protagonistas. Los chicos que mantenían relaciones sexuales en el vídeo objeto del escándalo —que en realidad fue grabado a mediados de 2015— tenían 15 años, edad legal para tener sexo consentido en Dinamarca. El problema viene, continúa Ravn, porque en la habitación donde todo sucedió había “cuatro o cinco personas [menores] más”, y porque “no está del todo claro que la pareja fuera consciente de que estaba siendo filmada”.

Las autoridades han tardado dos años en publicar el caso y ahora está sirviendo para hacer ver a la sociedad que estas prácticas tienen consecuencias penales. De hecho, según el comunicado de la propia Policía, muchos jóvenes ni siquiera eran conscientes de que estaban cometiendo un delito tipificado en Código Penal danés.

En 2015, Facebook en EE UU identificó que un gran número de perfiles en Dinamarca estaban compartiendo imágenes sexuales a través del chat de la plataforma (Messenger). El consumo a través de este tipo de canales de comunicación ha aumentado en el último año un 25,5%, según un estudio de NatClean de 2017. La compañía tecnológica puso en alerta a Europol (Policía Europea) a finales del año pasado, que se coordinó con las autoridades danesas y terminaron por destapar el caso dos años y medio después de que ocurriera. “Lo peor es que es muy probable que el vídeo se haya compartido por muchísimos canales más que no sean Facebook”, resalta el trabajador de la ONG que ofrece asesoramiento a los jóvenes sobre temas de sexualidad, el bulling y otras preocupaciones diarias de daneses entre nueve y 33 años.

Lo peor es que es muy probable que el vídeo se haya compartido por muchísimos canales más que no sean Facebook
Jonas Ravn, Centro para la Educación Digital en Dinamarca

Organizaciones como el Centro de Educación Digital, Save the Children y hasta la Policía danesa han identificado un claro incremento del contenido sexual en las redes sociales durante los últimos cuatro años. Kuno Sorensen, psicólogo de 64 años en Save the Children, se queja de que la inmediatez de compartir vídeos en la Red convierte a unos meros adolescentes en “estrellas del porno” de Internet. La ONG inauguró en 2016 una línea de asesoramiento llamada Delete it (Bórralo) para ayudar a los jóvenes a eliminar contenido sensible de sus móviles, redes sociales y demás dispositivos. Hasta el momento han atendido ya unas 800 solicitudes de socorro de chavales en toda Dinamarca. “Sabemos que hay mucha gente que se siente avergonzada de ver, tener o compartir vídeos sexuales de otros”, narra al teléfono. Y lo que pretenden con iniciativas como esta es cambiar la actitud de la gente. "Queremos crear una nueva cultura en los jóvenes para que directamente ni siquiera acepten recibir material sensible de terceras personas", explica Sorensen.

En el caso de los 1.004 jóvenes menores de 25 años acusados de pornografía infantil, el psicólogo Sorensen, que lleva 16 años tratando abusos infantiles en la Red, añade un importante matiz: la edad de los que compartieron el vídeo. “Es pornografía infantil cuando un adulto consume contenido sexual protagonizado por menores (…), pero en este caso los que lo compartieron tenían más o menos la misma edad”. Cree que este factor les podría eximir de responsabilidad porque los intereses por la vida sexual de gente en la que uno se identifica son algo “natural” y "eso no se puede castigar".

Otra cosa diferente es la acción de compartir. Esto está penado con hasta seis años de prisión en Dinamarca (artículo 235 del Código Penal). En este caso, sin embargo, es muy probable que el millar de acusados se enfrente solamente a una fianza o multa o, “como mucho, unos 20 o 30 días de trabajos sociales”, explica Ravn. Para dar ejemplo. En marzo o abril se celebrará el juicio en una corte de Copenhague.

¿Y si fuera yo?

Save the Children activó el pasado lunes una línea de ayuda adicional para intentar identificar quiénes son los 1.004 jóvenes acusados de pornografía infantil por compartir un vídeo en el que se ve a dos quinceañeros manteniendo relaciones sexuales —consentidas en una habitación con otras cuatro personas más.

"Cuando solicitan nuestra ayuda, normalmente es porque los que llaman no están seguros de si tienen material sensible [legalmente] o no en sus móviles o si, incluso, están entre los acusados por haber compartido las imágenes en cuestión", explica Kuno Sorensen, psicólogo en Save the Children. La ONG ha atendido desde el lunes pasado cuando se destapó el escándalo a una decena de personas.

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