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El muro con México, elemento central de la estrategia de seguridad de Trump

Estados Unidos prioriza el endurecimiento contra la inmigración pero evita a señalar a México como uno de los instigadores

Un tramo de la frontera entre Estados Unidos y México, donde Trump planea construir un muro.
Un tramo de la frontera entre Estados Unidos y México, donde Trump planea construir un muro.HERIKA MARTINEZ (AFP)

En la América de Donald Trump, la inmigración es una amenaza a la seguridad nacional. El republicano, que lanzó en 2015 su pugna por la Casa Blanca acusando a México de “la entrada de drogas, delincuentes y violadores”, ha señalado el muro fronterizo como uno de los pilares centrales de su nuevo plan de seguridad. Pese a que desde que llegó a la Casa Blanca las detenciones en la frontera se han reducido en un 24%, el presidente acusa a Guatemala, Honduras y El Salvador de instigar este problema, pero, paradójicamente, evita mencionar a México, a quien reclama pagar por la construcción de la barrera fronteriza.

“Aseguraremos nuestra frontera con la construcción de un muro. La inmigración ilegal crea problemas económicos, daña a los trabajadores americanos, presenta riesgos para la seguridad pública y enriquece a los traficantes de personas y otras bandas”, establece la estrategia de seguridad de Trump, presentada el lunes. La estrategia referencia el crimen organizado, la violencia y la corrupción de países de los países del triángulo norte: Guatemala, El Salvador y Honduras.

En el mismo documento que presentó la Administración de Barack Obama, en 2015, las palabras “inmigración ilegal” no aparecen. El único caso en que se menciona el término “inmigrante” es para decir: “Continuamos atrayendo inmigrantes de cada esquina del planeta y son ellos quienes refrescan nuestro país con su energía y talento emprendedor”. En la era Trump, sin embargo, la llegada de personas de otros países en busca de oportunidades laborales y bienestar social no se considera un derecho sino un privilegio.

“La detención y contundente expulsión de personas ilegales en la frontera es una tarea crítica para una seguridad fronteriza eficiente”, continua rezando el plan de segridad de Trump, que elimina el cambio climático como uno de los riesgos para la seguridad de EE UU.

La ausencia de mención al vecino sur sorprende: los mexicanos suponen en torno a la mitad de los 11 millones de inmigrantes indocumentados y, desde su primer discurso, el presidente se ha enemistado con el país vecino y deteriorado las relaciones que desde hace décadas mantienen los países. Además de pedir un muro pagado por el Gobierno de Enrique Peña Nieto, Trump ha amenazado con retirar a EE UU del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá, ha eliminado el programa DACA para inmigrantes que llegaron siendo menores —una mayoría de ellos mexicanos— e insultado a sus gobernantes.

Ante las tensas relaciones, el Ejecutivo mexicano, liderado por los esfuerzos del canciller Luis Videgaray, ha tratado de apaciguar los ánimos, intensificando la cooperación en temas de interés mútuo como el crimen organizado en la frontera y evitando responder a provocaciones como la construcción del muro. “Es un momento de definición. Hemos tenido mucha más oportunidad para el diálogo. Hay mayor comunicación”, defendió Videgaray en Washington durante una de sus múltiples visitas desde que aterrizó Trump.

"Tendremos un gran muro. Ya hemos presentado seis prototipos. Seis magníficos modelos. Se podrá ver a través de él, queremos ver quién está al otro lado del muro. Quizás viajaré a verlos dentro de poco, cuando estén completamente acabados", repitió Trump el miércoles en una reunión de gabinete, la última del año. "Acabaremos con la inmigración de indocumentados y la lotería de visados, que en muchas ocasiones permite entrar a gente muy, muy mala. Construiremos un muro y haremos muchas otras cosas", afirmó el presidente antes de desear Feliz Navidad al pueblo americano.

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