Muere el asesino cuyo caso precipitó el fin de la pena de muerte en Francia
Patrick Henry, condenado a cadena perpetua en 1977 por matar a un niño, ha fallecido por un cáncer. La pena capital fue abolida en 1981
El “criminal más conocido de Francia” ha muerto. Patrick Henry, uno de los presos más antiguos del país y convertido en un símbolo de la lucha contra la pena de muerte, abolida finalmente en 1981, falleció este domingo víctima de un cáncer de pulmón a los 64 años, 40 de los cuales los pasó en prisión.
Cuando Henry fue juzgado, en enero de 1977, por el asesinato justo un año antes de Philippe Bertrand, el nieto de siete años de un industrial por el que quiso cobrar un rescate de un millón de francos (150.000 euros) pero al que mató al ser descubierto, la pena de muerte estaba vigente y se ejecutaba con la guillotina. Ese mismo año, el último en el que se ajusticiaron a presos en Francia —dos años después de las últimas en España— la afilada hoja de la guillotina cayó en dos ocasiones sobre sendos condenados, las últimas ejecuciones a muerte que se produjeron en Europa Occidental. Y de haber sido por el sentimiento popular, que reclamaba la muerte del “monstruo” a las puertas del tribunal, Henry, que en aquel entonces contaba 23 años, habría sufrido el mismo destino. Pero en este se cruzó Robert Badinter, un abogado y feroz detractor de la pena de muerte —cuatro años más tarde sería ministro de Justicia en el Gobierno de François Mitterrand que abolió la pena capital— que logró lo que el diario Le Parisien en ese momento calificó de “impensable”, que el jurado conmutara su condena a cadena perpetua.
“El único problema es saber si se le va a cortar o no en dos”, dijo Badinter a los miembros del jurado en su alegato final, que ha pasado a la historia de la jurisprudencia francesa como uno de los más contundentes discursos contra la pena de muerte. “Si ustedes deciden matar a Patrick Henry, será a ustedes a quienes veré al alba (hora de la ejecución de los condenados a muerte). Y me diré que fueron ustedes, y solo ustedes, los que lo decidieron. ¡No añadan a la muerte de un niño la muerte de un hombre joven!”, les imploró.
Condenado a cadena perpetua, Henry también pasó a convertirse, años más tarde, en un breve ejemplo de reinserción y, después, de las dificultades que afrontan los presos a la hora de abandonar la cárcel. En 2001, después de pasar 25 años entre rejas, recibió la libertad condicional por buen comportamiento. Una libertad que le duró sin embargo poco: detenido en Sagunto (España) con diez kilos de cannabis en 2002, regresó rápidamente a prisión. Aunque en los siguientes años solicitó reiteradamente una nueva oportunidad, Henry no volvió a abandonar la cárcel hasta que hace solo tres meses un tribunal suspendió su pena por el avanzado estado de su enfermedad. Sus allegados “se alegraron por esa ‘última victoria sobre los muros’ y conjuraron junto a él su brevedad”, dijo a la agencia France Presse su abogado, Hugo Lévy.
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