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Bill de Blasio, la antítesis de Donald Trump

El alcalde de Nueva York se presenta este martes con su agenda progresista a la reelección buscando un lugar en la política nacional

El demócrata Bill de Blasio, en una rueda de prensa
El demócrata Bill de Blasio, en una rueda de prensaEDUARDO MUNOZ ALVAREZ (AFP)

La alcaldía de Nueva York es una lanzadera para los políticos que aspiran a formar parte del discurso nacional en Estados Unidos. Solo hay que fijarse en el último anuncio de la campaña de Bill de Blasio pidiendo su reelección este martes. El demócrata se presenta como la antítesis del presidente Donald Trump, el primer vecino neoyorquino que llega a la Casa Blanca desde Franklin Roosevelt.

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El guion es el siguiente. La primera dama neoyorquina, Chirlane, pone la voz de fondo y habla de Trump nada más empezar. “Hemos visto su forma de hacer, utilizando el miedo y el odio como armas”, alerta, “pero aquí en Nueva York estamos mostrando el camino por el que hay que avanzar”. En lugar de citarlo, se ve una imagen del presidente republicano dando un discurso.

A partir de ahí, las palabras se centran en los logros políticos del alcalde en materia de seguridad ciudadana, mientras se muestran a padres sonriendo y jugando en un parque con sus hijos. Los protagonistas del anuncio son de edades y etnias diferentes para representar la diversidad racial y religiosa en la ciudad. El anuncio acaba con una imagen del Despacho Oval vacío.

Bill de Blasio parte como claro favorito en las elecciones locales. Eso, en sí mismo, es una sorpresa porque hace dos años la posibilidad de que pudiera llegar a un segundo mandato estaba por los suelos. El demócrata empezó con mal pie. Por un lado, su imagen se vio manchada por un escándalo por la financiación de la campaña. Por otro, se enfrentó a los sindicatos de la policía.

El demócrata no levanta pasiones entre el electorado y al presidente nunca le gustaron los medios de comunicación, con los que tiene una relación peleona. Sin embargo, cuenta con un electorado muy fiel entre la comunidad afroamericana y la latina. Bill de Blasio se comprometió a continuar respaldando a los inmigrantes indocumentados preservando la ciudad como un santuario.

Baja criminalidad

Volviendo al anuncio de la campaña, es cierto que el crimen en Nueva York se redujo durante sus cuatro años de gobierno y está a niveles históricamente bajos. Y se logró, además, reduciendo el número de arrestos preventivos cuando se compara con su predecesor Michael Bloomberg. También mejoraron las relaciones entre los policías y las comunidades a las que ofrecen protección.

Es, precisamente, el argumento que utilizó estos días tras el primer ataque terrorista con muertos que sufre la ciudad desde el 11-S, como vía para prevenir atentados. Con el comisario Bill Bratton al frente de la NYPD, se creó una unidad de reacción rápida. Nueva York está en vigilancia permanente y su policía, que cuenta con su propio servicio de inteligencia, es la que tiene más recursos y autonomía del planeta.

Otro de los logros del alcalde está en el ámbito de la educación. Ahí se concentraron los primeros anuncios de la campaña, en las primarias. El acceso a la enseñanza pública se amplió a los niños de tres y cuatro años, como una medida para ayudar a las familias de clase media y reducir la desigualdad social. Los colegios públicos, además, ofrecen el almuerzo gratuito a todos los alumnos.

Entre las iniciativas que tuvieron una recepción positiva se encuentra también las tarjetas de identificación, a la que tiene acceso cualquier residente, incluidos indocumentados. En paralelo, para proteger a las familias de inmigrantes, rechazó que los agentes federales irrumpan en los colegios públicos y promulgó una ley que redujo la cooperación con las autoridades federales.

Desamparados

La ciudad está construyendo y preservando viviendas asequibles. Pero el ritmo no es suficiente para atender las necesidades de las familias más pobres. El fallo más rotundo de la administración de Bill de Blasio está, de hecho, en el incremento sin control de las personas desamparadas que deambulan por las calles o el metro o que buscan refugio en centros de acogida.

El ejemplo más dramático de la crisis de vivienda que se vive en Nueva York está en los colegios. Uno de cada diez niños no tiene un hogar. Eso equivale a unos 111.500 estudiantes. No es solo por un problema de que suben los alquileres. Además se están reduciendo los programas de asistencia. El temor es que esa cifra se vaya incrementando, porque las ayudas locales no son suficientes.

Es el gran pero a la promesa que hizo hace cuatro años el demócrata de acabar con la historia de las dos ciudades, en referencia a la brecha que hay entre los que más tienen y los que menos. Junto a los desamparados, los vecinos se quejan de que los impuestos siguen subiendo, de que la calidad de vida empeora y de que el sistema de transporte público está al límite de su capacidad.

Vecinos como Rogr Otiende, que el pasado lunes acudió al mitin que dio con Bernie Sanders, cree que el alcalde debería adoptar políticas más progresistas. Le vota porque no tiene otra alternativa, “pero debemos presionarle para que cumpla sus promesas”. Alaba en este sentido que proponga un impuesto para que los millonarios paguen las obras de modernización del metro y la educación.

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