Algo más que encanto diplomático
Mientras los reproches, las amenazas y los discursos grandilocuentes de Trump se dirigen a México, las sanciones más contundentes se adoptan contra Canadá
En 1985 el primer ministro canadiense, Brian Mulroney, y el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, terminaron cantando juntos en Quebec una canción celta como colofón de las celebraciones del día de san Patricio. Aquel encuentro selló una estrecha amistad entre ambos mandatarios que culminó tres años después con un acuerdo comercial entre los dos países.
Su sucesor hoy al frente de Canadá, Justin Trudeau, parecía intentar una estrategia similar con su visita ayer al líder estadounidense, Donald Trump, en Washington aunque no hubiera canciones de por medio. Pero todo apunta a que va a tener que echar mano de algo más que su encanto personal para tratar de enderezar una agenda comercial que se deteriora por semanas. No solo porque su Administración se enfrenta, según sus propios diplomáticos, al “Gobierno estadounidense más proteccionista desde los años treinta”, sino porque mientras los reproches, las amenazas y los discursos grandilocuentes de Trump se dirigen a México, las sanciones más contundentes se adoptan contra Canadá.
Las propuestas filtradas por la Administración de Trump para reformar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) perjudicarían seriamente a la industria automovilística canadiense y a su sector agrícola, uno de los principales suministradores de la primera potencia mundial en este campo. Trudeau ha asegurado que Canadá no es un problema para EE UU en este tratado pero, por si acaso, mañana y pasado visita México para abordar estas cuestiones y hacer frente común.
La lista de disputas comerciales es larga. Trump ha ratificado las sanciones sobre los productos madereros que impulsó el Gobierno de Barack Obama y amenaza con abrir una investigación sobre los productos lácteos que importa de su vecino del Norte. Pero la más dura, hasta el momento, es la tarifa impuesta al fabricante de aviones Bombardier del 300% sobre uno de sus modelos de jet, una medida que aún debe ser ratificada por la Cámara de Representantes. Si la sanción por “competencia desleal” se confirma, será casi con seguridad el fin de esa línea de producción para Bombardier —que ya había recibido un pedido de 75 de estas aeronaves por parte de Delta Airlines— y quizás también para la endeudada compañía. Trudeau ha advertido de que las represalias sobre Bombardier frenarían un pedido de aviones de combate F-18 a Boeing por unos 5.000 millones de dólares (4.222 millones de euros).
El problema de politizar los acuerdos comerciales es que otros pueden jugar a lo mismo. Canadá es el principal comprador de las exportaciones estadounidenses —más que China, Reino Unido y Japón juntos, como se empeña en recordar estos días su ministra de Comercio— y el único país del TLCAN que no tiene elecciones en 2018. Sin acuerdo con México, muchos candidatos republicanos podrían verse castigados en los comicios. Trudeau tendrá que usar sus bazas sin agravar unas divisiones en las que nadie gana.
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