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El repunte de los ataques aéreos en Siria vuelve a elevar las víctimas civiles

Más de 3.000 personas murieron en el mes de septiembre, el más mortífero en lo que va de año

Natalia Sancha

El mes de septiembre ha sido el más mortífero de 2017 en la guerra siria, con más de 3.000 muertos, cerca de un tercio de ellos civiles. El 70% de las víctimas civiles se debe a los ataques aéreos de los cazas sirios, rusos, y de la coalición internacional, liderada por EE.UU, ya que el pasado mes “sus aviaciones incrementaron los bombardeos contra los bastiones yihadistas en el norte y este del país”, según informó Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), sito en Londres.

Un soldado de las FDS camina entre edificos destruidos de la ciudad de Raqa, en Siria, el 1 de octubre.
Un soldado de las FDS camina entre edificos destruidos de la ciudad de Raqa, en Siria, el 1 de octubre.Erik De Castro (REUTERS)

Alarmantes cifras de las que se ha hecho eco la Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea, Federica Mogherini, quien ha asegurado este martes que trabajará con la comunidad internacional "para garantizar que no habrá impunidad frente a violaciones deliberadas del derecho humanitario internacional" y ha insistido en la obligación de "todas las partes" de proteger a los civiles y las infraestructuras, y que permitan el trabajo de las organizaciones humanitarias.

Son 955 los civiles que han perdido la vida en el mes de septiembre, 200 de ellos menores, de los que el OSDH responsabiliza en un 41% a las aviaciones siria y rusa y en un 29% a las de la coalición internacional. Y ello, a pesar que desde el pasado mes de mayo los diferentes actores que intervienen en el conflicto sirio han acordado el establecimiento de cuatro zonas de distensión en el país con el fin de proteger a la población y abrir corredores humanitarios que permitan la entrada de alimentos y la evacuación de heridos.

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La coalición internacional, que cuenta con 68 países miembros entre los que se encuentra España, lanzó los primeros ataques aéreos en septiembre de 2014 bajo la Operación Resolución Inherente. Desde entonces, ha efectuado 27.554 bombardeos en Siria e Irak, con un balance de 5.486 víctimas civiles, según el recuento que hace la organización Airwars. Por su parte, los cazas rusos iniciaron sus operaciones aéreas en Siria en septiembre de 2015 en apoyo del Ejército regular sirio, cobrándose la vida de 5.703 civiles, según cifras del OSDH.

En los últimos meses, los diferentes grupos armados opuestos al régimen de Damasco y avalados tanto por Turquía como por las monarquías del Golfo pierden terreno al tiempo que se intensifican los bombardeos de las aviaciones siria y rusa sobre ellos. La balanza se inclina hacia las fuerzas leales a Bachar el Asad, que han recurrido a una serie de acuerdos con los diferentes grupos armados opuestos que han desembocado en la evacuación y traslado de combatientes insurrectos y sus familias hacia la periferia oriental de Damasco y hacia la provincia de Idlib.

Esta última se ha convertido en el cajón de sastre insurrecto donde convergen las principales fuerzas de oposición. Los acuerdos han permitido a su vez vaciar las bolsas insurrectas de las zonas bajo control del Ejército regular y acallar esos frentes para que tanto la alianza sirio-rusa como la coalición internacional concentren sus efectivos en los frentes en el noreste y este del país contra el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), y al oeste contra Tahrir Al Sham —antigua filial de Al Qaeda en Siria que Damasco excluye de toda negociación—.

De ahí que el pasado mes la mayoría de muertos hayan sido combatientes islamistas, cuyas bajas se contabilizan en 550 hombres, y efectivos de las tropas regulares sirias y de las milicias aliadas que suman 690 muertos. El notable incremento de muertes civiles bajo las diferentes aviaciones que sobrevuelan el cielo sirio ha hecho saltar la alarma de organismos internacionales. Tanto Moscú como Washington se han mostrado reticentes a la ahora de desplegar sus efectivos en el terreno, optando por hacerlo con un reducido numero de fuerzas especiales que en tierra asesoran a sus respectivas fuerzas aliadas y coordinan los bombardeos. Desde el inicio de la contienda en marzo de 2011, más de 330.000 personas han perdido al vida en Siria, un tercio de ellos civiles.

La carrera por arrebatar territorio al ISIS divide el país 

En el séptimo año de guerra en Siria, la lucha contra el ISIS ha cobrado prioridad relegando a un segundo plano el derrocamiento de Bachar el Asad. Como consecuencia, las posturas de los diferentes bandos involucrados han mutado en un conflicto altamente volátil que ha partido el país en diversas zonas de interés. Washington ha optado por respaldar a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS y conglomerado de 50.000 efectivos de fuerzas árabes y kurdas) compuestas en un 60% por las Unidades de Protección del Pueblo kurdas (YPJ, por sus siglas en kurdo). Junto a ellas avanza en el noreste del país, donde vaticinan una inminente expulsión del ISIS de Raqa.

Por su parte, las prioridades de Ankara también han cambiado en Siria, donde la creación de una zona tapón en su frontera sur contra las YPJ, a quienes tilda de grupo terrorista, se impone sobre la expulsión política de El Asad. Esto ha provocado un distanciamiento con la Administración norteamericana a la par que un tímido acercamiento a Moscú. En cuanto a los diferentes grupos armados suníes que se baten en Siria con el respaldo de Arabia Saudí y Qatar, éstos han sufrido un proceso de radicalización y se concentran hoy principalmente en la provincia de Idlib, al oeste del país y fronteriza con Turquía. Allí las dos principales fuerzas islamistas, Ahrar al Sham y Tahrir al Sham protagonizan luchas intestinas por hacerse con el control mientras  que el frente que lidera el Ejército Libre Sirio  al sur del país en la frontera con Jordania queda congelado.

Frente a ellos, el Gobierno de Damasco ha desplegado una heterogénea fuerza que incluye soldados regulares, paramilitares de las Defensas Nacionales y una miríada de milicias chiíes coordinadas por Irán. La Guardia Republicana iraní gestiona la lucha de cerca de 30.000 milicianos chiíes iraquíes, afganos y libaneses. Gracias al apoyo crucial de la aviación rusa, el bloque leal prosigue en su estrategia de afianzar su control sobre la ‘Siria útil’ que abarca las principales urbes del país y las arterias que las conectan entre sí.

Desde que el pasado mes de junio las FDS anunciaran la Operación Escudo del Éufrates en Raqa, los combates se concentran en el este y noreste del país. En lo que los expertos califican como "una guerra de suma cero" y con las negociaciones políticas estancadas, ambos bloques se han lanzado a una carrera por hacerse en el tablero sirio con el territorio arrebatado al ISIS. El Éufrates parte en dos el epicentro de la guerra, con Raqa al norte y Deir Ezzor al sur, donde las tropas regulares sirias intentan recuperar los pozos petrolíferos y sellar las últimas vías de avituallamiento del ISIS con Irak. Al tiempo que los bloques amparados respectivamente por Rusia y Washington avanzan contra el ISIS, aumentan también los encontronazos entre ambos.

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