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Robots rusófilos para impulsar la propaganda de AfD

Diversos estudios detectan mensajes automatizados para ayudar a la derecha nacionalista alemana, aunque con una intensidad menor que en otras elecciones

Ana Carbajosa
Los líderes de la ultraderecha alemana, Alice Weidel (izq.) y Alexander Gauland (der.) este martes.
Los líderes de la ultraderecha alemana, Alice Weidel (izq.) y Alexander Gauland (der.) este martes.STEFFI LOOS (AFP)

Un tuit recorrió la red a gran velocidad el pasado sábado, horas antes de que las urnas abrieran para que los alemanes votaran a su próximo Gobierno. Ese mensaje alertaba falsamente de una posible anulación de votos de Alternativa para Alemania (AfD), el partido de extrema derecha que cosechó un éxito espectacular y que ha entrado por primera vez en el Parlamento provocando un seísmo en la política alemana. La falsa noticia provocó una marea de indignación entre los seguidores de AfD.

El análisis del Digital Forensic Lab (DFL), una plataforma de expertos digitales, concluyó que parte de los retuits de ese mensaje procedían de trolls anónimos, multiplicados por bots en ruso. Un estudio de la universidad de Oxford concluye, sin embargo, que en la campaña alemana el uso de mensajes automatizados fue menor que en otras citas electorales.

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Las autoridades alemanas habían advertido reiteradamente en los últimos meses acerca de la posibilidad de que se produjera un hackeo ruso durante las elecciones, como sucedió en Estados Unidos.

El gran temor era que saliera a la luz la información pirateada a diputados y personal del Parlamento alemán, según informaciones oficiales desde Rusia en 2015, algo que finalmente no sucedió. Los datos que van saliendo a la luz demuestran que lo que sí ha habido son intentos de propagar el discurso de la derecha nacionalista alemana, gracias a mensajes replicados de forma automática por robots, según los indicios que manejan analistas digitales.

“Es evidente que Rusia ha apoyado a AfD. Hay indicios suficientes que demuestran la colaboración entre ambos actores políticos”, sostiene Joerg Forbrig, investigador de la German Marshall Foundation en Berlín.

El estudio de investigación de la Universidad de Oxford publicado recientemente indica que Afd domina la tuitosfera alemana. Entre el 1 y el 10 de septiembre se analizaron un millón de tuits y hasta un 30% de ellos estaban asociados a AfD. Pero el estudio también concluyó que el uso de bots es reducido y que replican una cantidad muy pequeña del tráfico total preelectoral registrado en Alemania, según los datos analizados por el proyecto de propaganda computacional de Oxford. “Las elecciones alemanas han generado uno de los niveles más bajos de contenido automatizado en Twitter en comparación con todas las democracias que hemos estudiado”, indica el estudio. Los usuarios alemanes consumen menos noticias basura que los estadounidenses o los británicos, según la misma fuente.

Hay casos, sin embargo, que según los analistas son evidentes. El viernes antes de las elecciones, una supuesta activista de izquierdas anunciaba en Twitter que “papeletas de AfD van a ser invalidadas”. El mensaje provocó una avalancha de respuestas bajo la etiqueta #Wahlbetrug (fraude electoral), dice el análisis del DFL, especializado en el estudio de la desinformación. Incluso la comisión electoral alemana respondió, advirtiendo de que el fraude electoral es una ofensa punible.

El análisis de DFL muestra que la cuenta desde la que se lanzó la alerta, @von_Sharingen, es falsa y que su actividad en las redes es por lo menos sospechosa. Fue creada en febrero, pero solo registra actividad sustancial a partir del pasado verano. DFL asegura, además, que el desmesurado tráfico que acumuló la etiqueta #Wahlbetrug fue impulsado por una serie de cuentas automatizadas que operan principalmente en ruso. Muchas de ellas no tienen fotografía y cuelgan mensajes porno o en contra del activista ruso antigubernamental Alexéi Navalni. Uno de esos tuits, de la cuenta @RenateBiller, fue retuiteado 500 veces.

El diario sensacionalista alemán Bild también analizó los tuits bajo el hashtag #Wahlbetrug y concluyó que fueron impulsados principalmente desde tres países: Estados Unidos, Reino Unido y Rusia. Aparecían, además, asociados a palabras como “islamización”, AfD u “observador electoral”. Las cifras que cita el diario indican que medio millón de usuarios lo vieron y que solo un 10,1% de las menciones eran tuits originales. “Asumimos que muchas de ellas se realizaron desde cuentas automatizadas”, dice el diario.

Desde la plataforma Securing Democracy llegan a conclusiones similares. Analizan en tiempo real 500 cuentas en alemán que consideran que sufren influencia de cuentas rusas, es decir, que tuitean y retuitean “mensajes que coinciden con la narrativa del Kremlin”, explica por teléfono desde Washington Bret Schafer, coordinador del proyecto. Hace dos semanas lanzaron la versión alemana de la plataforma. Desde entonces, han observado que AfD se ha convertido en el principal hashtag y en un tema omnipresente. Según sus cálculos, el lunes, por ejemplo, AfD aparecía mencionado 1.000 veces y Merkel 600.

Mensajes antiMerkel

“En estas dos semanas hemos visto una presencia constante de mensajes antiMerkel, antislam, antirefugiados y pro AfD. Es posible que algunas de esas cuentas sean de seguidores normales del partido, pero también hay servidores que tuitean un número excesivamente alto de veces como para proceder de una persona”, estima Schafer, apuntando al uso de bots.

No cree, sin embargo, que se trate de hackeos y ni siquiera de noticias falsas, pero sí de encontrar historias que coincidan con la narrativa oficial rusa y tratar de impulsarlas más allá de las fronteras ideológicas del propio AfD y que corresponde asimismo, según su interpretación al deseo de Moscú de desestabilizar y dividir las sociedades occidentales.

Algo similar a lo sucedido en el caso español, donde según informaciones publicadas en este diario, medios prorrusos habrían acelerado la publicación de informaciones sobre el pulso independentista catalán.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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