El gran pulso en el mercado de armas
Moscú proyecta influencia con el 25% de las exportaciones del sector, pero sufre la reducción de las compras indias y chinas
Rusia ha suministrado el 25% de las exportaciones mundiales de armamento desde el 2000. China e India, sus principales clientes, han reducido significativamente sus compras en los últimos años, lo que ha forzado al Kremlin a explorar nuevos mercados en regiones en las que el gasto militar está en plena expansión. Más de tres millones de empleos en Rusia están vinculados a la fabricación de armamento, cuyas exportaciones se mantienen estables desde hace un decenio en torno a los 12.000 millones de euros anuales, el cuádruple que a finales de los noventa.
Tras el colapso de la Unión Soviética, la industria armamentística rusa entró en una fase de “lucha por la supervivencia”, según Siemon Wezeman, investigador principal del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación por la Paz (SIPRI, en sus siglas en inglés). Wezeman explica que la caótica situación económica forzó un desplome de la demanda interna de armamento, lo que se sumó al freno en las importaciones de los países que abandonaron la órbita de Moscú. Tras la matanza de Tiananmén en 1989, las sanciones que la UE impuso a China forzaron a Pekín a entablar un matrimonio de conveniencia con Moscú. “Esto revitalizó por completo la industria armamentística rusa. Sin el crecimiento de la economía china, las exportaciones de armamento ruso serían prácticamente nulas”, sostiene Wezeman por teléfono.
A partir de 2006 las importaciones de Pekín se redujeron drásticamente, principalmente por la capacidad china de aumentar y desarrollar notablemente su fabricación de armamento. “Copiaron los diseños para su producción interna y ya construyen buques de guerra más avanzados que los rusos”, sostiene el experto. China es hoy el tercer importador de armamento ruso, siendo los motores de aeronaves y los sistemas de defensa antiaérea sus principales compras.
El principal comprador de armamento mundial, India, también ha sido el primer cliente de Moscú en el último decenio. A pesar de que sigue adquiriendo el 38% del material militar que exporta Rusia, recientemente Nueva Delhi ha comenzado a importar armas estadounidenses.
En el periodo en el que China e India sumaban el 70% de las importaciones de armamento ruso, el Kremlin perdió algunos de sus principales clientes, como el iraquí Sadam Hussein o el libio Muammar Gadafi, derrocados en 2003 y 2011 respectivamente, o vio congelados sus contratos multimillonarios con Irán tras las sanciones de la ONU a Teherán en 2006.
Uno de cada 25 empleos en Rusia está vinculado a la industria armamentística. “Las exportaciones son esenciales para su funcionamiento, son la inversión necesaria para seguir modernizando sus fábricas y producir armas nuevas y competitivas”, explica el investigador holandés. A diferencia de los fabricantes europeos, Rusia trata de ser competitiva en todos los sectores de la industria armamentística, desde los Kalashnikov a los submarinos nucleares.
Las armas son el primer producto manufacturado que exporta Rusia y el negocio va a más: “Es uno de los pocos sectores en los que el país es puntero y se prevé que sus ventas aumenten los próximos años”, según Wezeman. Los ingresos por la venta de hidrocarburos se han desplomado en tres años desde los 400.000 millones de euros anuales a menos de la mitad, lo que otorga una importancia todavía mayor a la venta de armamento.
“Rusia se ha abierto a cualquier posible comprador, especialmente si es productor de gas o petróleo”, afirma Richard Conolly, investigador especializado en Rusia del think tank británico Chatham House. Argelia, Vietnam o Venezuela se han convertido en principales clientes, aunque “la incertidumbre sobre el futuro del chavismo y los lazos que Hanói está estableciendo con Washington preocupan a Moscú”. “La intervención en Georgia en 2008 no satisfizo a la cúpula militar rusa, lo que motivó que exploraran nuevo armamento y se hicieran mucho más competitivos”, según el británico.
Recientemente Rusia ha conseguido penetrar en dos mercados antes inaccesibles y copados por productores occidentales. Egipto ha adquirido 24 cazas MiG-35 y Turquía, sexto importador mundial, anunció hace unos días la compra del sistema de defensa antiaéreo S-400, el más sofisticado del mundo. Países del sudeste asiático como Filipinas, Indonesia o Bangladés también están en fase de expansión armamentística y Rusia pretende convertirse en un proveedor destacado.
Aunque hay mercados que se le resisten. La intervención en Siria en apoyo de Bachar el Asad ha limitado aún más las escasas posibilidades de Rusia de vender armamento a las monarquías del Golfo, que han multiplicado sus importaciones en el último lustro. Sin embargo, la eficacia de las nuevas armas rusas exhibidas en el conflicto sirio ha atraído a nuevos compradores como Pakistán o Egipto.
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