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Carmen Lopardo, una jubilada argentina que buscaba la tranquilidad de Europa

Nacida en Italia, tenía solo 13 años cuando se embarcó, el 5 de abril de 1950, camino de Buenos Aires

Carlos E. Cué
Carmen Lopardo.
Carmen Lopardo.SOS Desaparecidos

La historia de Carmen Lopardo, la jubilada de 80 años que murió mientras paseaba tranquila por Las Ramblas, es la de decenas de miles de inmigrantes italianos que se embarcaron a Argentina en la posguerra huyendo del hambre y la miseria que se vivía en Europa y se quedaron para siempre.

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Carmen nació en 1937 en un pequeño pueblo italiano, Sasso di Castalda, en la provincia de Potenza, en el sur del país, que ahora tiene 800 habitantes. Nadie recuerda allí a los Lopardo, que venían del pueblo de al lado, Brienza, y se fueron para no volver. Carmen, que entonces era Carmela, tenía solo 13 años cuando se embarcó, el 5 de abril de 1950, camino de Buenos Aires.

Nunca perdió la nacionalidad italiana, pero se convirtió como tantos otros en una argentina más, y allí se quedó hasta que este verano decidió sumarse a un viaje turístico que incluía Barcelona. En ese viaje organizado, al que aparentemente fue sola, encontró la muerte. Su hijo, desolado, recibió en Buenos Aires la llamada del ministro de Asuntos Exteriores italiano, Angelino Alfano.

Ella era una más de una enorme comunidad de inmigrantes. “Hay más italianos en Buenos Aires que en Bologna, somos naciones hermanas”, dijo Matteo Renzi cuando visitó la ciudad en 2016 como primer ministro italiano.

Lopardo era una más de las jubiladas argentinas que aprovechan el buen tiempo europeo para escapar del invierno austral. El tipo de cambio ha hecho que para los argentinos ahora sea relativamente barato viajar a Europa, y los tours organizados que se pagan hasta en 36 cuotas son muy apreciados entre los retirados. Precisamente lo que más valoran los argentinos de los alrededores de Buenos Aires, como Carmen, es la tranquilidad que respiran en Europa, la posibilidad de pasear sin miedo a la inseguridad que viven en sus barrios. Carmen nunca pudo imaginar que buscando la calma se encontraría el infierno en la tranquila Barcelona.

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