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El Elíseo no formalizará el papel de Brigitte Macron como primera dama

La presidencia francesa da marcha atrás en vista de la fuerte oposición popular

Silvia Ayuso
Brigitte Macron y la cantante Rihanna en el Elíseo
Brigitte Macron y la cantante Rihanna en el Elíseo AFP

¿Debe la esposa del presidente de Francia tener un estatus y presupuesto propio como primera dama? Según el actual inquilino del Elíseo, Emmanuel Macron, sí. Pero para muchos franceses, no hay razón alguna para que se realice este gasto extraordinario, sobre todo cuando el Gobierno ha llamado a todos a apretarse el cinturón. Más de 240.000 personas han firmado ya una petición “contra la posición de primera dama de Brigitte Macron”, una medida que han tratado también de frenar algunos legisladores. Ante la creciente oposición, el Elíseo ha echado marcha atrás y asegura ahora que solo emitirá una “carta de transparencia” para aclarar el papel y el coste del puesto que, sin embargo, no será oficializado.

“Ninguna modificación de la Constitución, ningún medio nuevo, ninguna remuneración para Brigitte Macron, ¡basta de hipocresía!”, tuiteó el portavoz del Gobierno, Christophe Castaner, al término de una jornada en la que se sumaron casi 50.000 firmas nuevas a la petición en rechazo del estatuto de primera dama.

“Hemos limitado el presupuesto del Ejército, acabamos de prohibirle a los parlamentarios emplear a miembros de la familia (a través de la ley de la moralización de la vida pública), no podemos imponer medidas estrictas y crear al mismo tiempo un puesto para Brigitte Macron (…) que no ha sido electa”, justificaba Thierry Paul Valette, el hombre que lanzó a iniciativa contra la primera dama en la plataforma Change.org. La petición, realizada hace dos semanas, disparó el número de firmas durante el fin de semana y, este lunes, superó la barrera de las 200.000, una cifra que siguió aumentando durante todo el día.

“No existe ninguna razón por la que la esposa del jefe de Estado pueda obtener un presupuesto sobre los fondos públicos”, sostiene esta iniciativa, que recuerda que la mujer del presidente “ya dispone de un equipo de dos a tres colaboradores, así como dos secretarias y dos agentes de seguridad. Ya es suficiente”, subraya la iniciativa, que reclama que cualquier paso en este sentido sea sometido a un referéndum nacional y no por decisión de “un solo hombre”, Macron.

Al contrario que en países presidencialistas como Estados Unidos, en Francia no existe un puesto explícito como primera dama. La Constitución no prevé ese cargo ni le otorga a la esposa del presidente función concreta alguna. Algo que para Macron constituye una “hipocresía francesa” de la que es necesario salir dando “claridad” al papel de la esposa —o esposo— del jefe de Estado, como dijo durante la campaña presidencial.

“Cuando uno es elegido presidente de la república, vive con alguien, y ambos dan sus días y sus noches, ofrecen su vida pública y su vida privada. Así que hace falta que la persona que viva con (el presidente) pueda tener un papel y que sea reconocido en ese papel”, sostuvo Macron en una entrevista con la cadena TF1 a finales de abril, poco antes de la segunda vuelta presidencial.

Críticas desde la izquierda y la derecha

Pero la iniciativa en la plataforma online no era el único intento de impedir que Brigitte Macron, obtenga un estatus —y un presupuesto— propio. Los diputados del movimiento de izquierda Francia Insumisa también intentaron frenar la creación de un puesto de primera dama presentando una enmienda a la ley de moralización que pretendía interponer “barreras a todo esposo o esposa, compañero o compañera” del presidente para que no pueda representar de manera “oficial u oficiosa” al jefe de Estado ni beneficiarse de fondos públicos. La enmienda fue rechazada, pero el gesto dejó claro el descontento de muchos parlamentarios con la iniciativa de Macron.

“Brigitte Macron no ha sido elegida por nadie, si quiere hacer política, que haga como todo el mundo y que vaya a distribuir carteles o prospectos, pero no con dinero público y no porque su marido es presidente”, insistió, pese a la derrota de la enmienda, su autor, el diputado “insumiso” Ugo Bernalicis. Las críticas a la creación formal del puesto de primera dama habían llegado tanto de la derecha como de la izquierda.

“Haced lo que digo, pero no lo que hago”, ironizó el exministro y diputado del conservador Los Republicanos Thierry Mariani. El socialista Luc Carvounas recordaba por su parte que las primeras damas “han realizado siempre actividades de beneficencia” sin que se requiriera para ello un título y unos fondos específicos. “No veo por qué la esposa del jefe de Estado debería tener un presupuesto con dinero público”, criticó.

Según adelantó la cadena BFM TV, el Elíseo ha tomado nota del descontento con la propuesta presidencial. En vez de emitir un decreto para crear el puesto de primera dama, el Gobierno publicará una “carta de transparencia” que será revelada “en los próximos días” para definir el equipo de Brigitte Macron, sus funciones como esposa del presidente y que se conozca qué parte del presupuesto se derivan a sus funciones, que seguirán sin embargo sin estar oficialmente registradas.

Pese a la falta de un estatus oficial, numerosas primeras damas francesas han ejercido un papel activo durante la presidencia de sus maridos. Uno de los casos más notables fue el de Cecilia Sarkozy quien, antes de divorciarse del presidente Nicolas Sarkozy, viajó hace justamente diez años a Libia para mediar en la liberación de cinco enfermeras búlgaras y un médico palestino condenados por infectar con el virus del SIDA a 460 niños libios. Brigitte Macron, una maestra retirada, ha manifestado su deseo de implicarse personalmente en temas de educación. En julio, fue la encargada de recibir y de despedir personalmente en el Elíseo a los cantantes Bono y Rihanna quienes se reunieron con el presidente y su esposa para hablar de cuestiones sobre la lucha contra la pobreza y la educación.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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