El código de conducta para los rescates marítimos no convence a las ONG
La Comisión Europea ofrece fondos y nuevos recursos a Italia, que celebra por primera vez la iniciativa comunitaria y desbloquea la renovación de la operación Sophia
El Ministerio del Interior italiano se reunió ayer con las ONG que trabajan en labores de rescate en el Mediterráneo. La idea era debatir el código de conducta que el Ejecutivo de Paolo Gentiloni quiere que rija la manera de trabajar de estas organizaciones. Había algunos puntos polémicos, especialmente la presencia policial en las embarcaciones y la imposibilidad de dejar a inmigrantes rescatados en otras embarcaciones cercanas para no tener que abandonar la zona de riesgo en el mar. El documento no convence a las ONG y el próximo viernes habrá una nueva reunión.
Según fuentes de las organizaciones, algunos puntos del código son todavía muy ambiguos. De la misma opinión es Gabriele Eminente, directora general de Médicos Sin Fronteras, que expresó su deseo de que la reunión dé pie a un “verdadero proceso de consulta" y que los puntos señalados durante el encuentro "sean tomados en consideración para que cualquier código propuesto pueda representar el mejor instrumento de colaboración para salvar vidas en el mar”. Una idea que remite al próximo viernes para terminar de debatir el documento final que, ahora mismo, genera cierto rechazo entre las organizaciones humanitarias.
Mientras se producía el encuentro, la ONG española Proactiva Open Arms encontró una embarcación a la deriva con 167 personas a bordo y 13 fallecidos. Una nueva catástrofe que urge a las instituciones a tomar medidas. Ayer, sin embargo, llegó la primera noticia de la UE que agradó a Italia. Paolo Gentiloni recibió una carta del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en la que aseguró que la UE está dispuesta a “movilizar hasta 100 millones de euros para medidas necesarias” y en particular “acelerar el proceso de asilo y repatriación y asistir a comunidades y autoridades locales que acogen a los migrantes”.
Además, Juncker también se ha comprometido a lograr un acuerdo con el Gobierno de Bangladesh para acelerar las readmisiones de inmigrantes irregulares presentes en Italia (es la segunda comunidad en número de llegadas, 12% del total). El tema se debate en la reunión de embajadores y se basará en condicionar toda la política europea respecto a Bangladesh (esencialmente las ventajas comerciales y la concesión de visados para viajar a Europa) al control que muestren sus autoridades sobre la migración.
El premier italiano, habitualmente escéptico con el papel de la UE, no ha tardado en reaccionar en su cuenta de Twitter. “A los compromisos en inmigración adquiridos por Juncker y la Comisión, que agradezco, corresponde también la movilización de los socios de la UE junto a Italia”. Una alegría que contrasta con cierta decepción por haber quedado excluidos de la cumbre bilateral mantenida por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, con dos principales líderes libios: el jefe del gobierno de Trípoli, Fayez al Sarraj, y el mariscal Jalifa Haftar, donde se acordó un cese el fuego y la celebración de unas elecciones que podrían tener lugar en la próxima primavera.
Justo cuando se producen todas estas noticias, Italia ha desbloqueado la renovación del mandato de la operación militar Sophia, dedicada a tratar de desmantelar el negocio de las mafias que transportan a migrantes por el Mediterráneo central. Sus operaciones se extienden hasta diciembre de 2018. Además de interceptar barcos (y realizar operaciones de salvamento cuando es necesario), los barcos de esta misión realizarán ahora dos nuevas tareas: interceptar también las embarcaciones que transporten petróleo vendido ilegalmente desde Libia a Europa y supervisar la formación de los guardacostas libios. El entrenamiento ya existía anteriormente, pero ahora se adquieren más competencias sobre ese proceso de aprendizaje.
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