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La justicia europea permite a los Estados denegar visados humanitarios

El riesgo de tortura no obliga a los países europeos a aceptar refugiados

Álvaro Sánchez
Civiles sirios en un campo de refugiados.
Civiles sirios en un campo de refugiados. DELIL SOULEIMAN (AFP)

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea cierra la puerta a que los países europeos deban entregar visados humanitarios de forma obligatoria. Los jueces han dictaminado que los Estados miembros "no están obligados, en virtud del Derecho de la Unión, a expedir un visado humanitario a las personas que deseen entrar en su territorio con la intención de pedir asilo, pero son libres de hacerlo sobre la base de su Derecho nacional".

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La sentencia ahuyenta los temores de un amplio número de Estados europeos. Representantes de 13 de ellos, entre los que se contaban Francia y Alemania, intervinieron en una audiencia ante los tribunales para defender su derecho a negar la entrada para pedir asilo incluso a personas en riesgo de sufrir torturas o amenazas en sus países de origen. Entre los argumentos, esgrimían su incapacidad de acoger a todas las personas en esta situación y que sus consulados y embajadas, donde se tramitarían las demandas, podrían sufrir un alud de peticiones para el que no están preparadas.

Todo empezó con la denuncia de una familia siria a la que el Gobierno belga negó el visado humanitario. El matrimonio y sus tres hijos, originarios de Alepo, solicitaron los documentos en la embajada belga de Líbano. Alegaron que temían sufrir persecución religiosa por su condición de cristianos y que sus vidas corrían peligro después de que, según su versión, uno de sus miembros fuera secuestrado, golpeado y liberado tras el pago de un rescate. Las autoridades de extranjería belgas le negaron repetidamente su entrada al país argumentando que la intención de la familia era quedarse más allá de los 90 días a los que le daría derecho el visado, por lo que recurrieron a los tribunales europeos.

La decisión de la justicia comunitaria no impide que puedan expedirse visados humanitarios, pero otorga a cada Estado la facultad de elegir si lo hacen o no siguiendo sus propios criterios, lo que facilita la negativa. También lleva la contraria al abogado general Paolo Mengozzi, que hace exactamente un mes abogó por obligar a los países de la UE a entregar visados humanitarios en sus embajadas en el exterior para que viajaran al continente de forma segura, evitando así una larga travesía "si existen razones serias y fundadas para creer que la denegación de tal visado expondrá a las personas que buscan protección internacional a la tortura o a tratos inhumanos o degradantes". El letrado italiano lanzó un mensaje directo a los países de la UE: "Es crucial que en un momento donde se cierran las fronteras y se levantan muros, los Estados miembros no rehúyan sus responsabilidades". La Corte de Luxemburgo ha ignorado en esta ocasión sus conclusiones, que en la mayoría de casos suele coincidir con el dictamen final.

Tras conocerse la sentencia, el líder del Grupo Popular en el Parlamento Europeo, Manfred Weber, aplaudió el fallo: "Necesitamos más realismo en la política de asilo de la UE", aseguró. Pero el más expresivo ha sido el secretario de Estado de Inmigración belga, Theo Francken. "¡Sí! ¡Ganamos!", ha afirmado a través de su cuenta en Twitter. El político flamenco, miembro del partido nacionalista antiinmigración N-VA, es un firme partidario de que cada país decida autónomamente su propia política de acogida. "Las ONG quieren mover las fronteras europeas a sus embajadas en el exterior" ha criticado. Las organizaciones de derechos humanos han hecho de la entrega de visado humanitario una causa común, por lo que han recibido la sentencia como un jarro de agua fría. "Europa se enroca en su posición de fortaleza impenetrable sin consideración por los derechos humanos", han lamentado desde Médicos del Mundo.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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