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El Constitucional recorta la ley electoral de Renzi y aboca a Italia a las urnas

La corte ha eliminado la segunda vuelta que planteaba el 'Italicum' en caso de que no hubiese mayorías claras y abre la posibilidad de convocar elecciones en primavera

Daniel Verdú
El ex primer ministro italiano Matteo Renzi vota en el referendum, en Florencia, el 4 de diciembre de 2016.
El ex primer ministro italiano Matteo Renzi vota en el referendum, en Florencia, el 4 de diciembre de 2016. EFE/EPA/MAURIZIO DEGL' INNOCENTI

En el país de los 64 gobiernos en 70 años (3 en la última legislatura), donde el último primer ministro que ganó unas elecciones fue Silvio Berlusconi y en el que la errática toma de decisiones políticas crece desde que Matteo Renzi convocó su referéndum suicida, el Tribunal Constitucional se ha convertido en la única institución que da útlimamente respuestas firmes a los italianos. La decisión comunicada hoy desbloquea la ley electoral y abre la posibilidad que reclamaban varios partidos de convocar elecciones a partir de la próxima primavera.

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La corte, presididida por Paolo Grossi, ha decidido, 24 horas más tarde de lo anunciado, que dos de los principales cuatro puntos que mantenía bajo estudio son inconstitucionales: la segunda vuelta electoral, conocida como ballottaggio, y la posibilidad de los cabezas de lista de presentarse en distintos colegios electorales y elegir luego el que más les conviniese. Sin embargo, si considera constitucional los otros dos puntos: el premio a la mayoría y el bloqueo de los cabezas de lista (la obligatoriedad de elegirles, a diferencia del resto de la lista). De este modo, el Italicum debería todavía retocarse algo en el Parlamento, pero podría aplicarse relativamente rápido en unas hipotéticas inminentes elecciones.

El Italicum, la reforma electoral impulsada por Renzi y aprobada en mayo de 2015 por 334 votos a favor y 61 en contra, unido al vaciado de funciones que intentó aplicarse al Senado y que el referéndum de diciembre impidió, buscaba terminar con el diabólico equilibrio de fuerzas entre las dos cámaras que ha reinado en Italia en las últimas siete décadas Un sistema simétrico que protegía al país de una figura con poder absoluto, pero que a la vez complicaba enormemente su gobernabilidad impidiendo las mayorías y construyendo cámaras hiperfragmentadas. Una máquina de derribar gobiernos, en suma.

Los cinco puntos revisados

Premio a la mayoría. El Constitucional ha decidio que el premio que otorgaba el 55% de los asientos a las candidaturas que obtuvieran, al menos, el 40% de los votos es constitucional.

'Ballottaggio' o segunda vuelta. El Italicum preveía que se batieran en una segunda vuelta las dos candidaturas más votadas si ninguna llegaba al 40% de los votos. Este era uno de los aspectos más polémicos porque no establecía un suelo mínimio y podía configurar mayorías heterogéneas en el Senado y la cámara de diputados. El Constitucional ha decidido  que debe eliminarse.

Sistema de doble cámara. Tras el rechazo en el referéndum a la reforma del Senado, el Italicum quedaba cojo y generaba un situación irreconciliable. Este punto también ha sido objeto de estudo y con el recorte de la ley no supondría un problema.

Candidatura múltiple. El Italicum establecía también que los cabezas de lista podían serlo en hasta diez colegios electorales a la vez y luego elegir el que quisieran. La Corte ha rechazado este punto.

Elección de cabezas de lista bloqueados. Con la reforma legal de Renzi, las listas seguían siendo abiertas y podía elegirse de 3 a 9 diputados en cada una. No podía hacerse, sin embargo, con quien encabezase la lista de cada uno de los 100 colegios. Sobre este punto no ha habido recorte.

Con la reforma del ex primer ministro (triturada en la batidora del referéndum del pasado 5 de diciembre, en la que él mismo quiso meter su cabeza), el Senado quedaba convertido en una mera cámara regional y la composición del Congreso pasaba a configurarse en un proceso en el que se premiarían ampliamente las mayorías que obtuviesen el 40% de los votos con hasta el 55% de los asientos (340 sobre los 630). Si ningún partido llega a ese suelo, se contemplaba una segunda vuelta electoral, similar a la de países como Francia, en la que los dos partidos más votados que no hubiesen obtenido un suelo mínimo de votos se disputarían la victoria en un mano a mano. El problema es que, tras la debacle en la consulta, la reforma quedó coja e inútil.

El recorte de la ley electoral impulsada por Matteo Renzi abre ahora una nueva etapa de negociaciones que el propio secretario del PD, poniendo la venda antes que la herida, había ya sugerido antes de incluirla en el paquete de reformas sometidas al referéndum. El punto de partida que sugería la formación que gobierna Italia para diseñar una nueva norma, que necesitaría solo la mayoría simple del Parlamento (aunque convendría buscar un apoyo más amplio), sería el Matarellum, la ley diseñada por el actual Presidente de la República, Sergio Matarella, que estuvo en vigor en las elecciones de 1994, 1996 y 2001 y que ahora emerge como tabla de salvación en este interminable naufragio legislativo. Sin embargo, todo indica que ahora simplemente habrá que trabajar sobre el remiendo del Constitucional.

El Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la Liga Norte son los que más prisa habían expresado. Tras conocer la sentencia, Beppe Grillo aseguró que el 40% era su objetivo y que “hay que ir a votar inmediatamente”. Matteo Salvini, líder de la Liga Norte, hizo lo propio un poco antes e incluso fijó la fecha de los comicios para el 23 de abril.

En el PD existen más divisiones y se discute sobre cómo adaptar la ley al Senado. Pero uno de los principales interesados en el adelanto sería el propio Renzi, que se aseguraría llegar a los comicios como secretario general y evitaría seguir exponiéndose al abrasador fuego del paso del tiempo, como sugerían ayer varios medios italianos. El 40% de apoyo que recibió en el referéndum, aunque no fuera suficiente para ganar la consulta, podría garantizarle la victoria en unas generales. Aunque quién sabe si lo mantendría pasado el verano. Ayer el ex primer ministro lanzó su blog y un plan de propuestas, en lo que muchos vieron una toma clara toma de posiciones.

Sin embargo, un motivo nada desdeñable en contra de un inminente adelanto electoral tiene que ver con la jubilación de sus señorías en el Parlamento, que perderían el acceso a su pensión como diputados a menos que hayan pasado cuatro años, seis meses y un día desde su elección o vengan de otra legislatura parlamentaria. Ahora mismo 417 están en su primer mandato. La fecha mágica es el 15 de septiembre, a partir de entonces quedaría despejado el camino hacia unas nuevas elecciones.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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