La campaña más amarga de John McCain
El senador republicano, humillado por Trump y acosado por la ultraderecha, cierra su campaña recordando tiempos más civilizados
No son las encuestas lo que preocupa a John McCain. El senador por Arizona afronta con cierta tranquilidad las últimas horas de la que seguramente será su última campaña electoral, a los 80 años, para ser reelegido al Senado. El lunes dio su último discurso, en las escaleras de los juzgados de Prescott, en el norte de Arizona. Pidió el voto, claro. Pero sus palabras no fueron de entusiasmo. Fue un discurso melancólico, lleno de añoranza de tiempos más civilizados en la política de Estados Unidos.
McCain fue, junto con los mexicanos, una de las primeras víctimas de la violencia verbal del entonces precandidato republicano, Donald Trump. En un encuentro con evangélicos de Iowa, Trump dijo que McCain “no es un héroe de guerra” porque fue capturado en Vietnam. Desde entonces, su antipatía mutua es evidente. McCain finalmente dijo que votaría por Trump. Retiró su apoyo tras la publicación de la grabación obscena de Trump. Por el camino, criticó duramente al candidato a presidente por sus comentarios sobre la familia Khan.
Tras saludar a las menos de cien personas concentradas en la plaza central de Prescott, McCain dijo: “Aquí es donde mi antecesor, Barry Goldwater, comenzó su carrera política”. Más de la mitad de los presentes no habían nacido cuando Goldwater fue candidato republicano a la presidencia, en 1964. Perdió contra Lyndon B. Johnson. Se le tenía por un radical que escoró el discurso del partido demasiado a la derecha. McCain sucedió a Goldwater en el escaño del Senado por Arizona. “Y en estas mismas escaleras acabé mi campaña electoral en 2008”, recordó, cuando él perdió las elecciones presidenciales frente a Barack Obama.
“La política de Arizona empezó en Prescott”, explicó McCain, con dos familias, los Goldwater y los Udall. En la generación de los 60, las dos familias tuvieron candidatos a presidente: Barry Goldwater y Morris Udall. Uno, representante del republicanismo más enconado. El otro, un progresista radical hasta para los estándares demócratas. “Pero esos dos hombres se conocían y se respetaban”, dijo McCain.
Estaba hablando de dos políticos radicales hasta para sus propios partidos. Pero ambos representaban a Arizona y eran respetados por los votantes del otro lado. No tenía que decir nada más. Era el cierre de una campaña con una acritud inaudita entre los candidatos, donde el odio al contrario es más poderoso que la ilusión por que gane el candidato de tu partido. Las palabras de McCain estuvieron llenas de melancolía.
No hace falta remontarse a la política de hace 40 años. Él mismo representa otra forma de comportarse en una campaña. En 2008, rechazó de plano las paranoias de la derecha radical sobre si Obama era musulmán o no había nacido en EE UU. En su discurso de la derrota, dijo que era una “elección histórica” por la victoria de un afroamericano, y tuvo un cariñoso recuerdo para la abuela de Obama, “que no pudo vivir para ver este día”.
McCain no solo ha sido humillado por Trump. Con fama de moderado y de ser capaz de llegar a acuerdos con los demócratas, la derecha radical de Arizona lanzó contra él una candidatura en las primarias que se lo puso inesperadamente difícil. Los propios demócratas, por primera vez en tres décadas, le han visto débil y han presentado una candidata, Ann Kirkpatrick, que se le ha llegado a acercar en las encuestas. La división en el Partido Republicano de Arizona es evidente, y viene a simbolizar lo que está pasando en todo el país. En un mitin de Trump en Arizona el pasado 1 de septiembre, el jefe estatal del partido dijo que había que votar por todos los candidatos republicanos. Cuando mencionó a McCain, el público de Trump abucheó.
En aquel discurso de 2008, McCain dijo: “Hace un siglo, la invitación del presidente Theodore Roosevelt a Booker T. Washington a cenar en la Casa Blanca fue tomada con indignación en muchas instancias. América está hoy a un mundo de distancia del fanatismo cruel y orgulloso de aquel tiempo”.
En el mitin de este lunes, quizá el último de McCain en campaña, hablaron el gobernador de Arizona, el nuevo senador júnior del Estado, el anterior senador, la esposa de McCain y el candidato a la Cámara de Representantes Paul Gosar. Gosar fue el único que pidió expresamente el voto para Trump, mencionándolo por su nombre. McCain no aplaudió, tampoco buena parte de los presentes.
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