Refugiados para repoblar la Italia rural
Municipios del sur del país impulsan programas de acogida de solicitantes de asilo ante la tardanza de la UE en hallar soluciones
Los políticos de Camini no hablan en el Parlamento Europeo. En los últimos años les bastaba con tratar de evitar su desaparición en medio del éxodo a las ciudades, atender las necesidades de sus escasos 250 vecinos con Italia en crisis de crecimiento y mantener a la mafia alejada de su pequeño territorio de la región sureña de Calabria, junto al mar Jónico. Y sin embargo, allí estaba Giuseppe Alfarano, su regidor, tomando la palabra en la Eurocámara como si se dirigiera al salón de plenos del Ayuntamiento para contar cómo, paradójicamente, un puñado de hombres y mujeres que escapaban de la muerte han devuelto al pueblo la idea de una supervivencia que se daba por imposible. “Sin ellos Camini habría acabado siendo un pueblo fantasma”, sostiene Alfarano.
El Parlamento recibió este martes en Bruselas, convocados por el grupo Izquierda Unitaria Europea, a más de una decena de mandatarios locales de toda Europa que se han enfrentado al reto de recibir refugiados en sus municipios o han impulsado medidas para apoyarles. Con los millones de desplazados de la guerra de Siria, el despacho de un alcalde ya no es solo el lugar donde tratar cambios en la recogida de basura o la recaudación de un impuesto. También se aborda la situación de los solicitantes de asilo, un problema que hunde sus raíces a miles de kilómetros de sus Ayuntamientos.
En Camini, un programa de acogida basado en la rehabilitación de las viviendas del casco histórico abandonadas hace décadas por los que prefirieron integrarse en la masa urbana ha permitido recibir en el municipio a 90 refugiados y se aguarda la llegada de otros 30 sirios. Son poco más de un centenar, pero suman una inyección de población de casi el 50% cuyos efectos ya se notan: los niños juegan en la calle, el colegio ha pasado de ocho alumnos el año pasado a 50 este y la tienda ya no se plantea cerrar. “Quizá sea el único lugar de Italia donde ha subido el PIB”, afirman sus autoridades con sorna.
Existen casos similares en Grecia y no es el único que funciona en Italia. A 200 kilómetros, sin salir de Calabria, el pueblo de Acquaformosa defiende la presencia de refugiados como bálsamo para la envejecida y despoblada Italia rural. Con un millar de habitantes, ha recibido a un centenar de solicitantes de asilo y cada año celebra, entre cine y conciertos, el Festival de la Emigración. Su disposición a ser tierra de acogida le valió la crítica del líder de la Liga Norte, Matteo Salvini. “Ya sabemos dónde enviar a todos los clandestinos”, espetó despectivo a través de Facebook en una publicación sobre el festival. Su alcalde, Giovanni Manoccio, proclama el efecto revitalizador de los nuevos vecinos y ha usado en la Eurocámara una cita del antiguo sacerdote del pueblo. “Serán los últimos, los menos afortunados, los que salvarán la humanidad”.
En Tilos, una isla griega cercana a Turquía situada 600 kilómetros al sur de Lesbos, el discurso de su alcaldesa, María Kamma, es opuesto al de la mayoría de sus homólogos. Mientras predomina la saturación de los centros de acogida pese al descenso de las llegadas, Kamma propuso que Tilos recibiera asilados. "¿Cómo una isla de 500 habitantes quiere acoger refugiados?", le respondieron las autoridades griegas. Semanas después 60 refugiados de diez familias desembarcaban en la isla. "Somos miles de municipios en Grecia y Europa. No me creo que cada uno de ellos no pueda acoger unos cuantos y se resuelva la crisis", reprocha la alcaldesa.
Red Solidaria de Ciudades
La coordinación entre Ayuntamientos es precisamente la idea que ha lanzado este martes en la Eurocámara Spyros Galinos, alcalde de Lesbos, epicentro humanitario de la crisis de refugiados. "Hay muchas ciudades que querrían participar, pero las autoridades nacionales no facilitan la tarea", lamenta. La iniciativa, bautizada como Red Solidaria de Ciudades, nace como respuesta a la falta de soluciones mientras Lesbos acoge actualmente a unas 6.500 personas en tres centros con capacidad para 3.000 plazas.
Los alcaldes de muchas de las urbes que han tenido que afrontar la crisis desconfían de los representantes nacionales y europeos. Los Veintiocho acordaron en septiembre del año pasado un programa para reubicar a 160.000 demandantes de asilo llegados a Grecia e Italia y un año después solo han sido trasladadas 5.651 personas, el 3,5%.
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