El tiempo serenado y los beneficios de la paz
Notas del expresidente colombiano Belisario Betancur para la clausura del Foro los Beneficios de la Paz
Muchas gracias por el espectáculo de inteligencia y de rigor analítico al que acabamos de asistir: iluminaciones y reflexiones han señalado, de voces maestras, los beneficios de la paz. En uno de sus ensayos, Edmund Husserl, cultor de la fenomenología, advierte que el deber ser del conductor trasciende toda instancia de individualidad y asume la estética de la generalidad, es decir, actúa como arquetipo de la humanidad.
En la primera parte del Quijote, después del célebre episodio de los rebaños de ovejas como ejércitos, en donde el caballero andante sufre la ira de los pastores, le comenta a su fiel escudero: "Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca".
Es el proverbio de que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, que hoy podríamos glosar: “No hay mal que dure un siglo y país que lo soporte”.
Pero lo que importa ahora no es el carácter apodíctico de la sentencia, sino la reflexión de Alonso Quijano; quien después de ser apaleado, mientras Sancho se lamenta del maltrato recibido e insinúa alguna retaliación, el caballero de la triste figura reflexiona sobre su condición y considera que ya ha padecido bastante y que ya es tiempo de que su situación cambie.
Con esas palabras de don Quijote, hace trece años encabezaba García Márquez su mensaje –"La patria amada aunque distante"– a la Universidad de Antioquia con motivo de sus 200 años. Y concluía que la conmemoración de la universidad era: "Una ocasión propicia para empezar otra vez por el principio y amar como nunca al país que merecemos para que nos merezca.
Pues aunque sólo fuera por eso me atrevería a creer que la ilusión Cervantes está ahora en su estación propicia para vislumbrar los albores del tiempo serenado, que el mal que nos agobia ha de durar mucho menos que el bien; y que solo de nuestra creatividad inagotable, depende distinguir ahora cuáles de tantos y turbios caminos son los ciertos para vivirlos en la paz de los vivos y gozarlos con el derecho propio y por siempre jamás".
Cuánto no daría por verle ahora la cara a nuestro estrañable Gabo, con su premonición asomándose por sus propios ojos. Él siempre tuvo la paz como un primer objetivo, siempre pensó en ella, y fueron múltiples y denodados sus esfuerzos: tengo varios testimonios suyos y de Fidel con sus grafías. Y sé cómo han sido innumerables los esfuerzos de tantos otros.
Son muchos, somos muchos, los que queremos alcanzar la paz y es verdad que hemos llegado a una estación propicia para alcanzar la ilusión de Cervantes. Es necesario acabar con la guerra y construir en Paz un país que nos merezca.
Preclaros exponentes, ponentes y asistentes: gracias por el privilegio de escucharlos en este día luminoso; y por ayudarnos a mirarnos y a reflexionar. Una sociedad, que ha vivido medio siglo en guerra puede llegar a creer que ese modo de vida está bien; que ya hemos aprendido a vivir así; y que quien espera lo mucho, puede esperar un poco más sin desesperar.
Pero si miramos en el fondo de nuestros corazones sabemos que no es cierto, que ese modo de vida no es bueno, que nunca podremos acostumbrarnos a las despiadadas manifestaciones de la guerra, que esperar un poco más pueden ser otros cincuenta años de espera o quien sabe cuántos más. De modo que la búsqueda de la Paz no puede ser para dentro de medio siglo, sino ahora: una paz, cualquier paz en el mundo, decía Erasmo de Rotterdam, y nosotros hacemos parte de ese mundo, cualquier paz en el mundo aunque sea desventajosa, es mejor que una guerra justa.
Me han contado que en las redes sociales circula por estos días una frase del presidente Kennedy que quiero repetir ahora como conclusión de este Foro brillante e iluminante, sobre los beneficios de la paz, pues expresa como ninguna otra, el dilema que nos lacera a los colombianos:
Decía Kennedy que “el hombre tiene que establecer un final para la guerra. De lo contrario, será la guerra la que establezca un final para el hombre". ¡Mejor estar en el principio! ¡Gracias, paradigmas de la humanidad!
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