Las escuelas argentinas vuelven a reprobar alumnos
El gobierno de Macri anula la última reforma educativa del kirchnerismo en primaria
Más de 3 millones de alumnos que cada día acuden a 8.500 escuelas públicas y privadas de la provincia de Buenos Aires, el mayor distrito de Argentina, podrán tener puntuaciones por debajo de 4, a un año de que fueran eliminadas por el kirchnerismo por considerarlas “estigmatizantes”. La medida regirá para los niños de entre 9 y 11 años. Entre los 6 y los 8 años volverá el “insuficiente”, que reemplazará al “regular” como evaluación más baja. La gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, ha argumentado que las clasificaciones numéricas recuperan para el sistema educativo la “meritocracia, un valor que debe ser aprendido en la escuela”. “Para nosotros no es lo mismo estudiar que no hacerlo, esforzarse que no hacerlo. El mérito y el esfuerzo tiene un valor y queremos que eso sea lo que les enseñe la escuela", dijo Vidal, del partido oficialista Cambiemos.
La medida no ha hecho más que retrotraer los métodos de puntuación a los que hubo hasta 2014, cuando el antecesor de Vidal, el kirchnerista Daniel Scioli, decidió eliminar los aplazos en las escuelas. El argumento fue, en ese momento, que estigmatizaban a los niños en su etapa de desarrollo y promovía la deserción. Mauricio Macri, por ese entonces en campaña por la presidencia, se sumó a quienes aseguraron que los cambios premiaban a los alumnos de bajo rendimiento; y Vidal, como candidata, dijo que eran “una barbaridad”. "Poner un 2 o un desaprobado significa que hay un problema y esto ayuda a trabajar con la maestra, como también poner un sobresaliente es decir que se destaca sobre el resto", dijo la gobernadora al lanzar el nuevo plan.
La decisión oficial ha merecido apoyos oficiales, pero también muchos rechazos, sobre todo entre los gremios docentes y sectores académicos vinculados con la educación. “Fue una decisión tomada con mucho apuro, a espaldas de los docentes y sin una evaluación previa de los resultados de aquello que se había modificado hace menos de 2 años”, dijo Laura Torres, secretaria gremial de Suteba, el sindicato de los maestros de Buenos Aires. “Nuestra preocupación es que no se tenga en cuenta la voz y la práctica de los docentes, la evaluación es parte del proceso de enseñanza, si modifican como evalúo tenemos que debatir también cómo enseño”, agregó.
No el primer cambio de orientación que sufre en los últimos años el sistema educativo argentino, alguna vez modelo en América Latina. En los años 80 se quitó la evaluación numérica de los colegios secundarios, pero el cambio duró unos pocos años. En los 90, época de reformas neoliberales, el gobierno de Carlos Menem redujo la primaria a 6 años y sumó uno al secundario. El sistema fue anulado poco después y se volvió al anterior. Con el kirchnerismo se aplicó una nueva forma de medir el conocimiento de los estudiantes, ahora anulado. En estas idas y vueltas apenas han logrado resolver la cuestión de fondo, que es la calidad educativa y el abandono de alumnos antes de tiempo.
Para Graciela Cappelletti, directora de Educación de la Universidad de San Andrés e investigadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA), "la reforma de 2014 fue una buena oportunidad para pensar qué significan los aplazos en la escuela primaria, porque todas las investigaciones dicen que las calificaciones dejan una marca en los estudiantes y que aquellos que abandonan tienen fracasos en sus experiencias escolares”. “Se trata de pensar sistemas diferentes de evaluación, de ver los tipos de retroalimentaciones que ofrece el maestro a los alumnos, que les vamos a ofrecer para que sepan dónde están parados”, dijo.
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